Hay tres utensilios que utilizamos todos los días para afirmar, sin saberlo, los principios que manifiestan el Plan Divino; son: el tenedor, la cuchara y el cuchillo.
El primero, el tenedor, es el emblema y la metáfora de la Voluntad que dirige la creación, el Padre celeste, o primer Aspecto Divino, cuyo Propósito da sentido a toda evolución; el Espíritu UNO que —igual y único en cada forma— muestra el camino. Las púas del tenedor que pinchan la comida dan testimonio de ello, al igual que el dedo índice que señala la meta.
El tercero, el cuchillo, es una metáfora simbólica de la Inteligencia, o del tercer Aspecto Divino, que manifiesta el Espíritu Uno en la multiplicidad de la Materia. Al cortar el todo y dividirlo en partes distintas, el cuchillo hace posible los “muchos” que en una secuencia inteligente se combinan para expresar el único Propósito Divino de la Voluntad de Amor.
El segundo, la cuchara, que en realidad es el mediador entre el primero y el tercero, simboliza el Aspecto Divino del Amor que mantiene juntos, en un todo, la creación de los muchos, de modo que aunque parezcan separados, siempre son Uno. Así, la cuchara “Amor” acoge y junta lo que el cuchillo de la “Inteligencia” divide según la dirección evolutiva que ratifica el tenedor de la “Voluntad”.
Nota: Este artículo ha sido traducido del original en italiano; consultar aquí.