Desde el principio de los tiempos, el periodo que coincide con el inicio del mes de febrero y con la mitad del signo de Acuario está marcado por festividades intermedias entre el invierno y la primavera que celebran el retorno manifestado de la luz en la rueda del año (El simbolismo de las estaciones del hemisferio norte guía muchas celebraciones, y también las del hemisferio austral. Consultar La Ritualidad zodiacal en los dos Hemisferios terrestres).
Algunos ejemplos son: los antiguos egipcios celebraban a Nout, que al amanecer adoptaba el nombre de Khepera y la forma de un escarabajo; los celtas con Imbolc celebraban el retorno de la luz; o los de Irlanda celebraban a la diosa Brighid (denominada hoy Brígida, que es celebrada el 1 de febrero después la evangelización); la festividad de las Lupercales de los romanos; o el culto al oso celebrado por muchos pueblos euroasiáticos y en también en el norte del continente americano, cuando el oso empezaba a salir de su guarida, lo que significaba el regreso de la primavera y la luz.
Se dice que es esta búsqueda de la luz tras el invierno lo que está detrás de la elaboración de las tortitas redondas y doradas que se asemejan al disco solar y evocan el regreso de la primavera y la época del año en que el día se hace cada vez más largo.
Nuestros antepasados habían percibido la importancia de este periodo anual, pero la Iglesia católica lleva mucho tiempo intentando erradicar los cultos paganos y las festividades ancestrales.
La plegaria de Simeón, Aert de Gelder (1645–1727)
Así se hizo en el siglo V, en el año 472, cuando el papa Gelasio I instituyó la festividad de la Presentación de Jesús en el Templo, celebrada el 2 de febrero, es decir, 40 días después de la Navidad, que —de forma apenas velada— se corresponde con los ritos paganos del solsticio.
Esta festividad que conmemora la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén se llama también Candelaria, por las procesiones que se hacen con las velas.
Este periodo, que se celebra desde hace milenios, a medio camino entre el solsticio de diciembre (el invierno para el hemisferio norte) y el equinoccio de marzo (la primavera), pero también de transición entre el viejo y el nuevo mundo, nos recuerda la transición de la Era de Piscis a la Era de Acuario que estamos viviendo actualmente.
Es precisamente en esto en lo que deberíamos reflexionar:
«El Cristo previó la llegada de la Era de Acuario y lo expresó vívidamente para dejar la imagen de un episodio profético, cuya interpretación solo es posible en nuestros tiempos.
Desde el punto de vista astronómico, aún no estamos completamente bajo la influencia de Acuario; estamos saliendo de la influencia de Piscis y, por lo tanto, solo sentimos parcialmente el efecto de las energías que Acuario liberará.
Sin embargo, cada año nos acercamos más al centro de poder, cuyo efecto principal será inducir a que se reconozcan la unidad esencial del hombre, los procesos de participación y colaboración y el nacimiento de la nueva religión mundial, cuya nota clave será la universalidad y la iniciación. Si la palabra “iniciación” significa el proceso de “entrar en”, entonces es verdad que la humanidad está pasando por una verdadera iniciación al entrar en la nueva era de Acuario, en la que se verá sometida a esas energías y a esas fuerzas que derribarán las barreras de la separación y fusionarán y mezclarán la conciencia de todos los hombres, a fin de formar esa unidad que caracteriza la conciencia crística.» (La Reaparición del Cristo, A. A. Bailey; p. 74, vers. ingl., pp. 81-82)
Es una época de crisis, de error y de reorientación que se hace eco de la que atravesó la humanidad en el siglo pasado y a la que se nos invita —exhorta— a contribuir activamente:
«Si es tan difícil, hermanos míos, despertar a los aspirantes como ustedes, a la urgencia del servicio y al pleno sentido de responsabilidad y si los hombres y mujeres con toda la información que ustedes poseen no pueden ser despertados para realizar un esfuerzo sacrificado, tendrán con esto una idea de la magnitud de la tarea que la Jerarquía enfrenta en la actualidad. Quizás puedan comprender el sentimiento de frustración que me embargaría (si estuviera limitado por el concepto tiempo) cuando, por ejemplo, aquellos de quienes espero una colaboración están preocupados con sus propios asuntos, no tienen ningún sentido de urgencia y prefieren concentrarse en su propio desarrollo, sus propias familias, sus propios problemas, antes de alcanzar la amplia visión mundial que los llevará a una plena colaboración. La meta de nuestro esfuerzo consiste en evitar la ruina del mundo y para esta meta he pedido la ayuda de ustedes.» (La Exteriorización de la Jerarquía, A. A. Bailey; p. 71, vers. ingl., p. 79)
«Insto a todos los trabajadores y miembros del nuevo grupo de servidores del mundo a que abandonen sus problemas personales. Este es un movimiento de crisis y tales problemas deben ser resueltos mediante el total autoolvido. Les pido nuevamente que trabajen con renovado ardor en el servicio gozoso olvidando las debilidades pasadas y los fracasos ante la urgencia de realizar para el mundo lo que les pido. El servicio prestado se ha hecho últimamente con muy poco gozo. Al expresarme así, no me refiero a la felicidad, que es una reacción de la personalidad, sino a esa gozosa confianza en la ley y en la Jerarquía que subyace en las palabras bíblicas “El gozo del Señor es nuestra fortaleza”, “Levántate y lucha, Arjuna”, conservando intacta la llama del amor, no permitiendo que ningún aliento de odio perturbe la serenidad del amor ni quebrante ese aplomo interno que les permitirá emitir el toque del clarín anunciando así la comprensión mundial que reunirá a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en ayuda de la Jerarquía. (…)
El Espíritu de Paz se cierne cerca de la humanidad, esperando la oportunidad de hacer sentir su Presencia. El Espíritu de Paz no es un concepto abstracto, sino una potente Individualidad, y maneja fuerzas que hasta ahora no les son familiares a nuestro planeta. Grandes Fuerzas esperan la hora en que puedan funcionar como Liberadores y libertadores del género humano. Pero la puerta por la que entrarán debe ser abierta por la humanidad y lo será mediante un acto unido de la voluntad, expresado por alguna fórmula de palabras y por el sonido. Se llevará a cabo por la actividad simultánea de los hombres y mujeres de buena voluntad y por los aspirantes y discípulos del mundo. La puerta no será abierta sino por un acto de invocación, respaldado por la voluntad enfocada. Es esencial la determinación dirigida del hombre o grupo que empleen la fórmula, la plegaria o la invocación sugerida.» (Ídem, pp. 146-7, vers. ingl. pp. 172-174)
«Jerarquía, responsabilidad, intercambio en el grupo, perdón o sacrificio son las cuatro categorías del reconocimiento que permitirá a cada persona desempeñar su parte y participar en la construcción del puente entre una persona y otra, entre un grupo y otro y entre una nación y otra, quedando así establecido el nuevo mundo donde serán reconocidas las correlaciones de la comunidad, lo cual traerá, al final, la civilización iluminada y amorosa que será la característica de la Era acuariana.» (La Educación en la Nueva Era, A. A. Bailey; p. 140, vers. ingl., pp. 130-131)
Como muestran las cualidades esotéricas del signo, la próxima era de Acuario se caracterizará por un mayor desarrollo de la conciencia de grupo, una conciencia del todo, y esto independientemente del nivel de la conciencia individual y colectiva o de los sectores de actividad.
«En Acuario, el hombre despierta a la belleza de la vida y al bien del grupo y a la responsabilidad que tiene por ello, y asume la vida y el trabajo por la humanidad. (…) Conciencia de grupo en Acuario.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; p. 118, vers. ingl., p. 145)
«Aquellos que aún no han alcanzado este punto en la evolución y cuya visión no es tan clara, ni su naturaleza tan disciplinada, les queda la importante labor, en un nivel inferior, de actuar con los de su clase. Sus atributos y facultades les permiten atraer hacia sí a quienes se les asemejan; no trabajan tan solos y su actuación es externamente más productiva, aunque no siempre.
Debe recordarse que para los Grandes Seres todo trabajo es igualmente importante. Para esas almas que están en la etapa donde el hogar o la oficina les proporcionan suficiente experiencia, ello constituye el supremo esfuerzo; su trabajo es —en su propio nivel— una hazaña tan grande como para dar cumplimiento al destino de un Cristo o un Napoleón. No olviden esto y procuren ver la vida tal cual es, sin las peligrosas diferenciaciones creadas por el hombre. El discípulo que no posee la plena visión de un trabajador más avanzado y por lo tanto recién está aprendiendo el abecé del trabajo público, puede, con todos sus fracasos y estupideces, hacer su tarea tan bien como la de un discípulo más avanzado con su amplitud de conocimientos y experiencias.» (Tratado sobre la Magia Blanca, A. A. Bailey; pp. 451-2, vers. ingl., p. 632)
«3. El esfuerzo en grupo, llevado a cabo como un grupo, a fin de amar a todos los seres y captar y comprender el verdadero significado de la técnica acuariana de amor y de trabajo en grupos.» (El Discipulado en la Nueva Era I, A. A. Bailey; p. 19, vers. ingl., p. 4)
«La Hermandad es una comunidad de almas impulsadas por el deseo de servir, impelidas por un impulso espontáneo de amar, iluminadas por una Luz pura, fusionada y mezclada con la devoción en los grupos de las Mentes servidoras y energizadas por una sola Vida. Sus Miembros están organizados para desarrollar el Plan con el que hacen conscientemente contacto y colaboran deliberadamente.» (Ídem, p. 23, vers. ingl., p. 37)
«Les recordaré también la integridad y la solidaridad de la familia humana. Somos un solo pueblo —uno en nuestras correlaciones, capacidades y deseos, en nuestro origen y nuestra meta—. Esta integridad esencial y reconocible está surgiendo poderosamente hoy en la conciencia humana. (…) En todos los países y entre los diversos pueblos existe el mismo deseo de comprensión, de establecer correlaciones rectas y pacíficas y de expresar esa básica buena voluntad que es una de las características humanas más profundas y nuestra herencia divina.» (La Exteriorización de la Jerarquía, A. A. Bailey; p. 72, vers. ingl., pp. 80-1)
«Ha llegado el momento de responder a esta idea, el reconocimiento del dolor y la desolación del mundo abrirá los corazones, así como las carteras. La idea de un llamamiento navideño y de un llamamiento a la oración; y la invocación del Príncipe de la Paz serán poderosas para evocar una reacción deseable y también servirán para unir más estrechamente a todos aquellos que reconocen el trabajo que la Jerarquía pretende realizar. Les pido que pidan ayuda a todas las partes y se aseguren de que estas ideas operen en el mundo sobre la base de su utilidad y conveniencia. En este llamamiento no omitan ninguna que ustedes conozcan, pues a través de ellas se puede llegar a millones de personas y moverlas a la actividad deseada.» (Ídem, p. 130)
«Afirmo con certeza que en el próximo ciclo el verdadero trabajo (el trabajo de llevar al mundo a una síntesis y crear una hermandad de almas reconocida) solo será realizado por aquellos que se niegan a ser separatistas y que guardan sus palabras para que nunca se pronuncie nada malo; son servidores que ven lo divino en cada ser y que se niegan a pensar mal y a atribuírselo a los demás; trabajan con los labios sellados, no se ocupan de los asuntos de sus hermanos ni revelan lo que les concierne; sus vidas están influidas por la comprensión y el amor; sus mentes se caracterizan por una percepción espiritual entrenada y una conciencia espiritual que utiliza un intelecto perspicaz como corolario de un espíritu amoroso.» (Tratado sobre la Magia Blanca, A. A. Bailey; p. 451, vers. ingl., p. 631)
«(…) en el pasado, el esfuerzo consistió en elevar la conciencia de la humanidad por los esfuerzos precursores de sus hijos preeminentes. El esfuerzo futuro consistirá en manifestar la conciencia del alma por medio de los esfuerzos precursores de ciertos grupos. Por lo tanto, como fácilmente se comprenderá, el esfuerzo debe ser realizado en grupo, porque el alma tiene conciencia de grupo y no es individualmente consciente; las nuevas verdades de la era acuariana solo pueden ser captadas como resultado de un esfuerzo en grupo.» (La Exteriorización de la Jerarquía, A. A. Bailey; p. 31, vers. ingl., p. 30)
La Era de Acuario, cuyas premisas están en manifestación, en su plena expresión y comprensión, se caracterizará por el Servicio.
«Uno suele interpretar el servicio como algo supremamente deseable y rara vez se da cuenta de lo arduo que es en esencia. Implica un grave sacrificio de tiempo, de intereses e incluso de las propias ideas; obliga a realizar un trabajo verdaderamente arduo porque requiere un esfuerzo deliberado, una sabiduría consciente y la capacidad de trabajar sin apego. Estas no son cualidades fáciles de adquirir por el aspirante medio; y sin embargo hoy en día la tendencia a servir es la actitud natural de la mayoría de los hombres. Lo que demuestra el éxito de la evolución.» (Psicología Esotérica II, A. A. Bailey; pp. 103-4, vers. ingl., p. 121)
“3. La Ciencia del Servicio, la verdadera técnica de unificación. De esta última estudiaremos los aspectos generales, porque en la vida del discípulo es el principal factor de liberación.
La Ley del Servicio no puede ser evadida. Eludirla trae el consiguiente castigo, si se hace conscientemente. La capacidad de servir marca una definida etapa de progreso en el Sendero y, hasta no llegar a esa etapa, no puede prestarse un servicio espontáneo, brindado con amor y guiado por la sabiduría. Hasta ese momento lo único que habrá serán buenas intenciones, diversidad de móviles y frecuente fanatismo. (…)
Esta ley consiste en imponer sobre el ritmo planetario ciertas energías e impulsos que emanan de ese signo del zodíaco hacia el cual nos dirigimos firmemente. Por lo tanto, no hay escapatoria. El efecto de esta fuerza, en algunos países, rige a las masas en tal forma que el individuo sirve al grupo debido a una negación forzada de su yo personal. Sus propias ideas, su bienestar personal e individualidad, están subordinados al todo y queda relativamente inutilizado en lo que respecta al desarrollo de su alma. Está obligado voluntariamente o no a conformarse con las condiciones del grupo. Esta es una de las manifestaciones inferiores del impacto de esta ley sobre la conciencia humana. En su expresión más elevada tenemos el servicio prestado en el planeta por la Jerarquía de Maestros a todos los reinos de la naturaleza. Hay una gran diferencia entre estas dos expresiones extremas, pero ambas son similarmente producidas por la respuesta (una prestada conscientemente y la otra dirigida inconscientemente) a la Ley del Servicio.
El tercer factor es que la Ley del Servicio fue expresada por primera vez en su plenitud por el Cristo hace dos mil años. Él fue el precursor de la Era de Acuario y por ello insistió en ser el “agua de vida” y el “agua viva” que necesitaba la humanidad. Esto explica la definición esotérica de esta ley: «del agua y de los peces». Lenta, muy lentamente, la Era de Piscis preparó el camino para la expresión divina del servicio, que será la gloria de las eras venideras.» (Ídem, pp. 102-3, vers. ingl., pp. 118-9)
«El Maestro no se fija en la importancia o en la posición terrena del trabajador, ni siquiera en el número de personas que se reúnen en torno a su personalidad, sino en los motivos que estimulan su actividad y en el efecto de la influencia que ejerce sobre su prójimo. El verdadero servicio es la efusión espontánea de un corazón amoroso y de una mente inteligente; el resultado de hallarse en el lugar adecuado y permanecer allí; es el producto de la afluencia inevitable de la fuerza espiritual y no de la actividad extenuante del plano físico; es el efecto de ser lo que el hombre es realmente, un Hijo divino de Dios, y no el efecto estudiado de las palabras y de los hechos. Un verdadero servidor reúne a su alrededor a aquellos a quienes tiene el deber de servir y ayudar con la fuerza de su vida y su personalidad espiritualizada y no con sus pretensiones y palabras altisonantes. Sirve desinteresadamente, camina abnegadamente por la Tierra y no piensa en la importancia o no de lo que hace, ni tiene nociones preconcebidas de su propia valía o utilidad. Vive, sirve, trabaja y ejerce influencia, sin pedir nada para sí mismo.» (Tratado sobre la Magia Blanca, A. A. Bailey; p. 144, vers. ingl., p. 188)
«Esta tendencia a la aspiración y al servicio es correcta y buena y debe verse como formando parte de la próxima conciencia universal y de las facultades de la raza en su totalidad. Paulatinamente surge a la superficie debido a la creciente fuerza de la influencia acuariana que (más o menos desde el año 1640 d. C.) ha adquirido potencia y está produciendo dos efectos: destruye las viejas formas cristalizadas de la era pisciana y estimula las facultades creadoras, mientras se expresan a sí mismas en conceptos y planes grupales. Como bien saben, esto es la causa de las actuales condiciones perturbadoras, condiciones que pueden ser resumidas en las palabras: la impersonalización, en que el estado, grupo o grupos, son considerados de mayor importancia que el individuo y sus derechos; la amalgamación, la tendencia a fusionar, mezclar, adherir y producir esa interrelación que, al final, debe marcar el intercambio de la humanidad y producir esa «síntesis de todos los hombres individuales», que Browning tan acertadamente observa; es la meta del proceso evolutivo y marca el final de la jornada del divino pródigo; la sensible intercomunicación entre las unidades, los grupos y las combinaciones de grupos, tanto en la manifestación subjetiva como en la objetiva.
En estas tres palabras —impersonalización, amalgamación e intercomunicación— se han resumido los fenómenos que actualmente se destacan y aparecen entre nosotros.» (Ídem, p. 442, vers. ingl., pp. 619-620)
De este modo, la conciencia de servicio y la conciencia global relacionada con la evolución de la humanidad en Acuario se revelarán y expresarán conjuntamente.
«La Humanidad está en camino de comprenderlo; está empezando a responder a esta nueva ley y está aprendiendo a reaccionar a la voluntad cada vez más imperativa de la gran Vida que informa la constelación de Acuario del mismo modo que el Logos solar anima Su sistema y el Logos planetario, la Tierra.
En la actualidad, el servicio es la idea principal que hay que comprender porque, cuando se la comprende, nos abre completamente a las nuevas influencias. La Ley del Servicio expresa la energía de una gran Vida que, en cooperación con «Aquel en Quien vivimos, nos movemos y somos» está sometiendo a la humanidad a las influencias y las corrientes de energía. (…)
El desarrollo de lo que podríamos llamar “conciencia del corazón” o sentimiento verdadero, es el primer paso hacia la conciencia de grupo.
Esta conciencia y la identificación con el aspecto sensible de todos los grupos conducen al servicio que debe prestarse como hacen los Maestros y como Cristo nos lo mostró en Galilea.» (Psicología Esotérica II, A. A. Bailey; pp. 104-5, vers. ingl., pp. 122-3)
La meditación indicada en la etapa de discípulo de la nueva era ilustra el propósito:
- En el momento de la Luna llena (que abarca cinco días) visualicen un océano azul y sobre el horizonte un sol ardiente que se eleva con lentitud.
- Imagínense que se arrojan al océano, libres de todo impedimento, preocupación, ansiedad e inquietud, y van nadando hacia un bote que está a mitad de camino entre ustedes y el Sol naciente. Mientras nadan son conscientes de sus hermanos de grupo que también nadan en la misma dirección. Ustedes se reconocen, conocen y se aman mutuamente.
- Visualícense subiendo al bote. Cuando todos los del grupo estén dentro de él, vean que cada uno toma un remo y conjunta, rítmica y firmemente, van remando hacia el Sol naciente. Los golpes de remo deben ser armónicos en lo concerniente al propósito y a la dirección.
- Vean —entre ustedes y el Sol naciente— la figura de una persona que va hacia ustedes. Seré yo (el Maestro D.K.) que viene desde la luz, en dirección a ustedes. En la clara senda de la luz pueden verme nítidamente, me verán si lo hacen conjuntamente.
- Digan, inaudiblemente, aunque como grupo:
“Vamos hacia la luz por tu llamamiento. Venimos de la oscuridad impulsados a ello por el alma de todos. Surgimos de la tierra y nos sumergimos en el océano de luz. Venimos juntos; avanzamos juntos; guiados y conducidos por el alma, servimos, y por ti, que eres el Maestro, sabemos. El Maestro interno y el Maestro externo son Uno. Ese Uno somos nosotros. El Uno es todo: mi alma, tu alma, el Maestro y el alma de todos.”» (El Discipulado en la Nueva Era II, A. A. Bailey; pp. 118-9, vers. ingl., p. 127)