La Humanidad rige desde el Centro

Hoy, al entrar el Sol en su Signo Leo (9h45), el Discípulo-Humanidad se afirma como el Corazón en el centro del Organismo planetario, como el Sol de su sistema, al servicio de la Evolución del Centro Solar Tierra.

De hecho, la tradición esotérica presenta el Cuerpo de Expresión de nuestro Logos Solar como compuesto de 3+7 Centros Solares o Esquemas Planetarios, los ciclos y planos de existencia y evolución, o vehículos de expresión, de otros tantos Logoi planetarios, las elevadas Vidas y Conciencias que guían a estos Esquemas y a sus Globos físicos o Planetas, con todas sus criaturas, según un Plan de Evolución común.

Siete Esquemas – Tratado sobre el Fuego Cósmico, vers. ingl. p 373

Este Plan de Evolución está siendo actualmente (en el actual segundo sistema solar) llevado a cabo por el Logos a través de sus 12 Órdenes de Constructores conocidos como Jerarquías Creadoras, que trabajan juntas en el plano de la Eclíptica común para «manifestarlo», no tanto en nuestro plano de apariencia, sino en los llamados planos cósmicos astral y físico, los planos del Deseo y de la Manifestación del Sistema Solar.

Pues bien, la Cuarta Jerarquía creadora, entre las Siete manifestadas en el plano físico cósmico, es precisamente la nuestra, la Cuarta Jerarquía humana, la central entre la Primera asociada precisamente al Signo de Leo y una última o Séptima asociada al Signo opuesto Acuario:

Entre las Llamas divinas de la Energía suprema del Espíritu Solar (1. Leo-Sol) y las Vidas elementales de la Substancia/Materia (7. Acuario-Luna) se encuentra la Jerarquía de los Iniciados (4. Escorpio-Mercurio), de las Mónadas humanas que en la Evolución deben unir conscientemente el Espíritu y la Materia.

Polaridad Acuario-Leo (Gráfico de Adriano N.)

Ellos, nosotros en Esencia, somos el Verbo Encarnado, somos el Logos solar haciéndose consciente de sí mismo en la Forma, y esto no solo en el Cuarto Esquema Terrestre, sino en todo el Sistema Solar, (…) una indicación que abre la visión de nuestra verdadera Identidad y Esencia hacia horizontes cósmicos, infinitos; la Cuarta Jerarquía humana «expresa el máximo sacrificio del Logos solar» porque ancla Su Voluntad de existir en el subplano inferior de Su Manifestación (el 4.º éter cósmico o plano búdico del sistema Solar, que constituye, por tanto, Su Cuerpo físico más «concreto» y que en el nivel humano es el plano de la Intuición o de las Ideas puras; los 3 subplanos inferiores, nuestros planos mental, astral y etérico/físico no son realidades existentes para el Logos solar).

El 4.º plano búdico del Sistema Solar está constituido y animado por los siete centros de los siete Hombres Celestes, las Mónadas humanas, las Unidades de Vida consciente de los Logoi planetarios.

¡Qué maravilla! ¡Quienes somos realmente!

Entonces, el Lema esotérico de Leo «Yo soy Eso, Eso soy Yo» en esta perspectiva resplandece con una potencia solar, cósmica.
Como unidades conscientes del Centro planetario Humanidad reconocemos nuestra verdadera Identidad, como la Cuarta Jerarquía creadora solar:

«Es el grupo en el que se encuentra el aspecto más elevado del hombre, su “Padre en el Cielo”, la mónada humana. (…) Son los Señores de Sacrificio y los Señores de Amor, la flor de Atma-Buddhi«. [Voluntad-Amor] (A. A. Bailey, Tratado sobre el Fuego Cósmico, p 1200)

«La Cuarta Jerarquía creadora es la gran expresión de la consciente voluntad y del consciente sacrificio del Logos solar y el gran símbolo de la unión inteligente del espíritu y la materia.» (A. A. Bailey, Iniciación Humana y Solar, pp. 94-5)

La Cuarta Jerarquía «es el grupo representativo en este sistema solar» (TFC, p. 1203) o Jerarquía dominante del actual segundo sistema solar; es la encarnación del Principio Buddhi, o Principio Crístico, el Segundo Aspecto (entre los tres: Atma-Buddhi-Manas: Voluntad, Amor, Inteligencia), ese Amor-Sabiduría cuyo poder o primer aspecto es el «impulso a dar» o Sacrificio; somos la Jerarquía dominante o central de estas siete Jerarquías que «son (como dice H. P. Blavatsky) el Rayo de Sabiduría en sus siete aspectos, el Dragón en sus siete formas.» (TFC, p. 146)

La Cuarta Jerarquía «es la esencia de la vida intangible del Espíritu y el principio de Buddhi, es la causa esotérica del matrimonio cósmico del espíritu con la materia, fundado en el amor y el deseo del Logos; pero cada jerarquía se expresa también con una manifestación particular [el 4.º Reino humano] que acaba siendo considerada por la mente limitada del hombre como la jerarquía misma. Esto no es así, y hay que tener cuidado en distinguir estas jerarquías. Son gérmenes latentes de centros de fuerza y se manifiestan subjetivamente; calientan y vitalizan grupos de formas; florecen y se expresan a través de una u otra forma de jerarquía. Estas jerarquías están todas interconectadas y son mutuamente negativas o positivas, según el caso.» (TFC, pp. 1200-1)

«Cada reino de la naturaleza es la expresión de una Vida o Ser; por ejemplo, el hombre es la expresión de uno u otro de los Hombres Celestes; la totalidad de la humanidad (la cuarta Jerarquía), con la evolución dévica,* forma los centros del Logos Solar.» (TFC, p. 460)

«(…) en el cuarto reino, o humano, en el que la cuarta Jerarquía busca experiencia, se está realizando un esfuerzo para efectuar la unión o centralización de las fuerzas de tres grupos:

  1. la energía que representa el reino animal;
  2. la energía estrictamente humana;
  3. la energía espiritual del grupo que es el exponente de la fuerza búdica, introduciendo así en la tercera gran realización, la fuerza misma de Atma, de la que buddhi es solo el vehículo.

Estas tres corrientes de fuerza deben considerarse del siguiente modo:

Fuerza búdica           positiva.

Energía humana       equilibrada.

Energía animal          negativa.  

O, en otras palabras, el factor positivo controlador en el grupo humano debe ser la energía espiritual, a la que la naturaleza animal debe ser totalmente receptiva, manteniéndose entre ambas la posición relativa de Padre-Madre. La energía puramente humana sirve como factor equilibrador y produce el ajuste entre los aspectos Espíritu y materia. Es esta triple relación grupal la que hace del microcosmos un auténtico reflejo del Hombre superior y al cuarto reino un verdadero exponente de los procesos cósmicos.» (TFC, pp. 1213-4)

«Estas vidas son los puntos de fuego que deben convertirse en la Llama (…).» (TFC, p. 1200)

Una vez que comprendamos Eso, Quién y Qué somos realmente, la Llama de nuestra visión, fuerza y gozo no conocerá límites:

«Conocerás a gente impaciente por alcanzar logros, a quienes Nuestras acciones les parecen lentas. Llévalos bajo el cielo nocturno, muéstrales el resplandor de los incontables mundos y diles: “El Maestro te conduce a tal acto de creación. ¿Qué es la lentitud para semejante camino? Debemos prepararnos para ayudar en el trabajo creador. Es necesario preservar y multiplicar las simientes de la conciencia, cuyo poder sostiene al mundo entero. No hay fuerza que pueda oponerse a una conciencia desprovista de egoísmo. Uno puede prepararse para cruzar todos los puentes, si la conciencia se enciende y tiembla con el Cosmos, y en la simiente del espíritu responda a todos los temblores de la Tierra y conozca la verdad de los pueblos. Uno puede emplear todos los poderes sagrados del corazón y ser capaz de crear junto con el Logos flamígero, venciendo a la muerte. Pero hasta que tal audacia no sea inculcada en el corazón, la conciencia no podrá crecer indefinidamente en esta dirección. Lo llamamos el Camino Real. Por lo tanto, donde el espíritu osa y reverencia a la Jerarquía, ¡Fiat Rex!» (Jerarquía, § 203, Agni Yoga)

Como único Servidor planetario, afirmamos solemnemente la octava de las 12 Afirmaciones de la Humanidad Una:

La Humanidad rige desde el Centro.


* «(…) las dos grandes evoluciones (humana y dévica) encuentran su unidad grupal en el plano búdico; y fracciones de ambas Jerarquías se unen y fusionan para formar el cuerpo del Hermafrodita divino. Inicialmente, en ciertos puntos determinados, las dos Jerarquías pueden aproximarse temporalmente. En el plano búdico se produce la alianza definitiva y permanente.
(…) Es en el reino vegetal donde se produce uno de los primeros acercamientos temporales entre la Mónada humana y la Mónada dévica, ambas en evolución. Las dos evoluciones paralelas se tocan en este reino; y luego cada una reanuda su propio camino. Luego encontrarán otro punto de contacto en el cuarto nivel búdico y la fusión final en el segundo nivel [monádico].» (TFC, pp. 329 y 590).


 

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