En un día cualificado —en el nivel de los Impulsos causales— por la conjunción heliocéntrica entre Plutón (1.er Rayo de Voluntad o Poder) y Mercurio (4.o Rayo de Armonía a través del conflicto) en Acuario, celebramos la Ley de Repulsión, asociada con el 1.er Rayo; es la cuarta ley de entre las Siete Leyes de la Vida del Alma o la Vida en Grupo que nos revelan cómo servir poderosa y decididamente, como Conciencia de Grupo, a las demandas del Plan de la Evolución.
(Extractos de Psicología Esotérica II, A. A. Bailey; pp. 123-143; vers. ingl., pp. 147-174).
N.° | Nombre exotérico | Nombre esotérico | Símbolo | Energía de Rayo |
4.a | La Ley de Repulsión | La Ley de los Ángeles destructores | El Ángel con la Espada Flamígera | La energía que repele, la del Primer Rayo |
«Debemos considerar aquí una ley muy interesante. Es una de las principales leyes divinas que rige al peregrino en su agotador y largo camino de regreso al centro. Es la cuarta ley que gobierna o controla la vida del alma.
Ante todo sería conveniente comprender que esta ley posee ciertas características y produce efectos básicos que pueden ser brevemente enumerados:
- La energía desplegada causa efectos disipadores. Esta ley actúa como agente disipador.
- Cuando se expresa activamente, causa dispersión o rechaza los aspectos de la vida de la forma.
- Produce un contacto discernidor que conduce a lo que se llama esotéricamente “el Camino de la negación divina”.
- Sin embargo, es un aspecto de la Ley del Amor, el aspecto Vishnu o Cristo, y concierne a esa actitud del alma, cuya naturaleza esencial es amor.
- Esta ley se expresa por medio de la mente y, en consecuencia, solo puede hacer sentir su presencia e influencia en el Sendero del Discipulado.
- Es el principal requisito para el verdadero autoconocimiento. Revela y al mismo tiempo divide o dispersa.
- Actúa por mediación del amor y para bien de la unidad: la forma y la existencia, las cuales rechazan, al final, la forma.
- Es un aspecto de una de las más grandes leyes cósmicas, la Ley del Alma, que es la Ley cósmica de Atracción, pues lo que es atraído, con el tiempo es automática y finalmente rechazado por lo que lo atrajo en primer lugar.
Esta ley plasma primordialmente el propósito divino sobre la conciencia del aspirante y le dicta los impulsos superiores y decisiones espirituales que marcan su progreso en el Sendero. Demuestra la cualidad de primer rayo (la influencia del subrayo del segundo rayo), pues debe recordarse que rechazar una forma, una situación o una condición, puede evidenciar el amor espiritual del agente repulsor. Esto nos lo describe muy bien el antiguo símbolo del ángel con la espada flamígera, que se halla ante el portal del paraíso para alejar a quienes buscan la seguridad imaginaria de ese refugio y condición. Este ángel actúa con amor, y así lo ha hecho en el transcurso de las épocas, pues el estado de comprensión que llamamos paraíso es esencialmente peligroso para todos, excepto para quienes han adquirido el derecho de alcanzarlo. El ángel no protege a ese estado, sino al aspirante que no está preparado y lo salvaguarda de los riesgos y peligros de la iniciación que debe recibir antes de poder pasar las cinco divisiones del paraíso, hasta llegar al lugar donde mora la luz y los Maestros de Sabiduría viven y trabajan. Esta idea subyace detrás del procedimiento masónico donde Tyler permanece ante la puerta de la Logia con una espada desenvainada a fin de proteger los secretos de la artesanía masónica de aquellos que no están preparados.
Quisiera recordarles también que, como esta ley es un aspecto de la ley fundamental del Amor, concierne a la psiquis o alma y, por lo tanto, su función consiste en desarrollar los intereses espirituales del hombre verdadero y demostrar el poder del segundo aspecto, la conciencia crística, y el poder de la divinidad. “Rechaza lo indeseable a fin de encontrar lo que el corazón anhela, que conduce al cansado peregrino a rechazar una cosa tras otra, hasta que infaliblemente toma la Gran Decisión”. Esto ha sido extraído del Antiguo Comentario:
Dividiré lo que tengo que decir, respecto al funcionamiento y al efecto de la Ley de Repulsión, en tres partes:
- La Ley de Repulsión y la función y la cualidad del deseo.
- La Ley de Repulsión tal como se expresa en los Senderos del Discipulado y de la Iniciación.
- La Ley de Repulsión tal como “impele en siete direcciones y obliga a todo aquello con lo que entra en contacto a volver al seno de los siete Padres espirituales”.
Esta ley actúa por medio del alma en todas las formas. Literalmente, no afecta a la materia, excepto en lo que puede ser afectada la forma, cuando el alma se retira u ocultamente repudia. Por lo tanto, se evidenciará que la comprensión de su actividad dependerá en gran parte de la medida de la fuerza del alma, de la cual podemos individualmente ser conscientes de la medida del contacto con el alma. El grado alcanzado en la escala de la evolución regirá la manipulación de esta ley (si tal término puede emplearse) que determinará la capacidad de ser sensibles a su impacto. Si somos incapaces de responder a su influencia en cualquier medida, basta para indicar nuestro desarrollo. A no ser que la mente esté activa y empecemos a emplearla inteligentemente, no hay medio o canal por el cual esta influencia pueda fluir o actuar. No debe olvidarse nunca que la influencia o ley de nuestro ser espiritual revela la voluntad, el plan o el propósito de la vida divina, al expresarse en el individuo o en la Humanidad como un todo.
(…) Las leyes que nos ocupan rigen predominantemente la Tríada espiritual, la triplicidad divina que se expresa a través del alma, ya que los tres aspectos de esta se reflejan a su vez a través de la personalidad. (…) La cuarta Ley, de Repulsión, opera a través de la primera, de Sacrificio, y transmite al aspirante la cualidad, la tendencia e influencia de la Tríada Espiritual, la triple expresión de la Mónada. Solo se siente plenamente después de la tercera iniciación, cuando se percibe conscientemente por primera vez el poder del Espíritu. Hasta entonces, el creciente dominio del alma se siente por encima de todo. (…)
- LA LEY DE REPULSIÓN Y LA LEY DEL DESEO
En esta parte nos ocuparemos especialmente del problema principal que enfrenta la humanidad. Sin embargo, tocaremos el tema muy brevemente y trataremos en particular de ese aspecto del problema que se transfiere del aspirante al discípulo. En todo el problema psicológico de la humanidad reside esa destacada tendencia a existir, caracterizada como el Deseo. Todas las complejidades menores están fundadas en, subordinadas a, o emergen de este anhelo básico. Freud llama a este anhelo “sexo”, que solo es otro nombre para designar el impulso atractivo del no-yo. (…)
Todo está regido por cierto imperativo para lograr la satisfacción y esto caracteriza la búsqueda del hombre en cada etapa de su desarrollo —se trate del impulso instintivo de la auto-conservación, que puede observarse en el salvaje, en su búsqueda por el alimento o en los problemas económicos del hombre civilizado moderno—; la procreación y la satisfacción del apetito demostrado hoy en la compleja vida sexual de la raza; el deseo de ser popular, amado y estimado; el anhelo de sentir satisfacción intelectual y la apropiación mental de la verdad; el deseo profundamente arraigado de lograr el cielo y el descanso que caracteriza al cristiano; la aspiración de obtener la iluminación que demanda el místico, o el anhelo de identificarse con la realidad que es el deseo del ocultista. Todo es deseo en una u otra forma y la humanidad está regida y controlada por estos deseos; diría muy definidamente controlada, pues es simplemente un enunciado del caso.
La comprensión de esta inclinación fundamental o factor controlador del hombre, está detrás de las enseñanzas dadas por el Buddha y personificada en la filosofía budista de las Cuatro Nobles Verdades:
- La existencia en el universo fenoménico es inseparable del sufrimiento y de la aflicción.
- La causa del sufrimiento se debe al deseo de venir a la existencia en el universo fenoménico.
- La cesación del sufrimiento se logra eliminando el deseo de existir fenoménicamente.
- El sendero que conduce a la cesación del sufrimiento es el Noble Sendero Óctuple.
La comprensión de la imperiosa necesidad del hombre de ser liberado de su naturaleza de deseos condujo al Cristo a acentuar la necesidad de buscar el bien de nuestros semejantes, en vez del bien propio y aconsejó llevar una vida de servicio, autosacrificio, olvido de sí mismo y amor hacia todos los seres. Solo así la mente y “el ojo del corazón” del hombre pueden apartarse de las propias necesidades y satisfacer las demandas más profundas de la humanidad.
Hasta que el hombre no recorra el Sendero de la Perfección, no podrá captar realmente la demanda imperativa de su propia alma para liberarse de la externa búsqueda de la satisfacción material y tangible y también del deseo. Tal demanda indica la necesidad del alma de encarnar y actuar durante un período determinado bajo la Ley de Renacimiento. A medida que se lleva a cabo el trabajo de depuración en el Sendero de Purificación, la demanda de liberación es cada vez más fuerte y clara y cuando el hombre entra en el Sendero del Discipulado, la Ley de Repulsión puede, por primera vez, empezar a controlar sus reacciones. Al principio esto tiene lugar inconscientemente, pero es más poderosa y se aprecia más conscientemente a medida que el discípulo recibe una iniciación tras otra, agudizándose cada vez más su comprensión.
En este tratado no intento considerar el desenvolvimiento del hombre no evolucionado ni desarrollado, en lo que concierne a las Leyes del Alma. Solo trato de despejar el camino para el hombre muy inteligente, los aspirantes del mundo y los discípulos mundiales. El progreso del hombre no desarrollado y del hombre común está detallado en las siguientes afirmaciones dadas a continuación en forma sucesiva, que describen las etapas de su progreso impelido por el deseo:
- El anhelo de experimentar, existir y satisfacer la naturaleza instintiva.
- La existencia, experiencia, captación, seguidas por la demanda de cumplir en forma más satisfactoria el designio o destino.
- La exigencia de la satisfacción, ciclo tras ciclo; el período de momentánea satisfacción, luego mayores demandas. Esta es la historia de la raza.
- La experiencia, adquisición que se busca y persigue constantemente en los tres planos de la evolución humana.
- La misma experiencia, pero esta vez como personalidad integrada.
- La demanda satisfecha hasta llegar a la saciedad, pues con el tiempo todos los hombres logran lo que han anhelado.
- La exigencia de cumplir las demandas espirituales internas, la felicidad y la bienaventuranza. El ansia de alcanzar el cielo llega a ser poderosa.
- La vaga comprensión de que dos cosas son necesarias: la purificación y la facultad de elegir correctamente, que significa discernimiento correcto.
- La visión de los pares de opuestos.
- El conocimiento del estrecho sendero que se extiende entre estos pares de opuestos.
- El discipulado y la repulsión, o el repudio (durante un largo período) del no-yo.
Tal es, breve e inadecuadamente expresada, la historia del hombre cuando va en busca de la felicidad, la alegría y la dicha o (expresado en términos de comprensión), a medida que progresa de la vida del instinto a la vida del intelecto, y de esta captación intelectual, a la etapa de la iluminación e identificación final con la realidad; de allí en adelante se libera de la Gran Ilusión.
Dos cosas determinan la rapidez con la cual él puede —en el Sendero del Discipulado— poner en actividad la Ley de Repulsión. Una, es la cualidad de su móvil. Solo el deseo de servir es apropiado para lograr la reorientación y el sometimiento necesarios para la nueva técnica de la vida; y la otra, la voluntad de obedecer a toda costa la demanda de la luz que está en él y a su alrededor. El servicio y la obediencia son los grandes métodos de liberación y las causas subyacentes que hacen actuar la Ley de Repulsión, ayudando así al aspirante a alcanzar la anhelada liberación. El servicio hace que el hombre se libere de su vida de pensamientos y determinaciones propias. La obediencia a su propia alma lo integra en el todo mayor donde sus propios deseos y anhelos son negados para bien de la entera vida de la humanidad y de Dios mismo. Dios es el Gran Servidor y expresa Su divina vida por el Amor que siente Su corazón hacia la humanidad.
Sin embargo, cuando estas simples verdades son enunciadas y se nos pide servir a nuestro hermano y obedecer a nuestra alma, nos resulta tan familiar y tan poco interesante que evoca poca respuesta. Si se nos dijera que, siguiendo una forma de meditación prescrita, practicando una fórmula definida de respiración y concentrándonos regularmente sobre un centro específico, nos liberaríamos de la rueda de la vida y nos identificaríamos con el yo espiritual y el mundo del ser, seguiríamos las instrucciones con alegría, voluntad y gozo. Pero cuando se nos dice —empleando términos de la ciencia ocultista— que debemos servir y obedecer, no nos interesa. No obstante, servir es el método, por excelencia, porque despertar el centro cardíaco y obedecer son igualmente poderosos para evocar de los dos centros de la cabeza la respuesta al impacto de la fuerza del alma y unificarlos en un solo campo de reconocimiento del alma. ¡Cuán poco comprenden los hombres el poder de sus anhelos! Si el anhelo de satisfacer el deseo es fundamental en la vida de la forma del hombre, el anhelo de servir es similarmente fundamental para el alma del hombre. Esta afirmación es una de las más importantes de esta parte del tratado. Hasta ahora raras veces ha sido satisfecha. Sin embargo, siempre está presente hasta en los tipos de seres humanos más indeseables y surge en los momentos más cruciales del destino o de la imperiosa necesidad, o suprema dificultad. El corazón del hombre es sano, pero, por lo general, está adormecido.
¡Servir y obedecer! Esta es la consigna de la vida del discípulo; palabras que han sido distorsionadas por la propaganda fanática que han hecho surgir fórmulas de filosofía y teología religiosas, fórmulas que han velado al mismo tiempo la verdad. Además fueron presentadas para que el hombre las considere como devoción a la personalidad y obediencia a los Maestros y líderes, en vez de servir y obedecer al alma que existe en la totalidad. Sin embargo, la verdad emerge constantemente y debe inevitablemente triunfar. Una vez que el aspirante en Sendero de Probación haya tenido un vislumbre de ello (no importa cuán insignificante sea) la ley del deseo, que lo ha regido durante épocas, dará lugar lenta y seguramente a la Ley de repulsión que lo liberará, a su debido tiempo, de la esclavitud del no-yo. Esto lo conducirá a practicar el discernimiento y el desapasionamiento, que son las características del hombre que está en el camino de la liberación. Recordemos, por lo tanto, que el discernimiento basado en la determinación de ser libre y el desapasionamiento que indica un corazón duro, aprisionarán al aspirante en un cascarón cristalizado, mucho más difícil de romper que la prisión normal de la vida del hombre egoísta común. Este deseo espiritual egoísta es por lo general el mayor pecado de los pseudoesotéricos y debe evitarse muy cuidadosamente. Por lo tanto, el que es inteligente se dedicará a servir y a obedecer.
- LA LEY DE REPULSIÓN EN LOS SENDEROS DEL DISCIPULADO Y DE LA INICIACIÓN.
Cuando el sentido descernidor (la analogía espiritual del sentido del olfato, el último de los cinco sentidos que aparecen en el ser humano) está desarrollado adecuadamente en el aspirante y ha conocido los pares de opuestos y obtenido la visión de eso que no es ninguno de los opuestos, entonces puede entrar en el Sendero del Discipulado y emprender la ardua tarea de colaborar con las leyes espirituales, especialmente con la Ley de Repulsión. Al principio, difícilmente reconoce la influencia de esta Ley. (…) Primero, debe aprender a conocer la influencia que ejerce esta ley y luego hacer tres cosas a través de:
- El servicio; aprender a descentralizarse constantemente y a comenzar ocultamente a repeler la personalidad; cuidar que su móvil sea el amor a todos los seres y no desear su propia liberación.
- La comprensión de los pares de opuestos y comenzar esotéricamente a aislar el “noble sendero medio”, al cual se refirió el Buddha.
- La comprensión de las palabras del Cristo, que exhorta a los hombres a dejar “que brille su luz”, el discípulo comienza a construir el sendero de luz que conduce al centro de la vida que lo guía de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte a la inmortalidad. Este es el verdadero sendero del Antakarana que él va tejiendo internamente y exteriorizando (hablando en forma simbólica), de forma análoga a como la araña teje su hilo.
El servicio, la comprensión del Camino y la construcción de la verdadera línea de escape, constituyen la tarea que se ha de realizar en el Sendero del Discipulado. Este es el objetivo que tienen hoy ante sí los estudiantes de las ciencias esotéricas —siempre y cuando lo deseen suficientemente y se entrenen para trabajar en forma altruista en bien de sus semejantes—. A medida que logran comprenderlo y se acercan más a lo que no constituye los pares de opuestos (para llegar “al Camino Central”), la Ley de Repulsión empieza a actuar constantemente. Cuando se ha pasado la tercera iniciación, esta ley comienza a regir la vida en forma predominante.
La palabra repulsión tiene una acepción poco feliz para muchas mentes y la aversión que existe hacia esta palabra indica la innata predisposición espiritual del hombre. Repulsión es deseo de repudiar; y la actitud, las palabras y los actos, evocan en nuestra mente la repulsión de todo lo que nos resulta desagradable contemplar. Sin embargo, considerada espiritualmente y vista científicamente, la palabra repulsión indica simplemente “una actitud hacia lo indeseable”. Dicha actitud, a su vez (al tratar de determinar lo deseable), pone en actividad las cualidades del discernimiento, del desapasionamiento y de la disciplina en la vida del discípulo, así como también el poder de descentralizarse. Estas palabras indican el anhelo de desvalorizar lo irreal y lo indeseable y de disciplinar la naturaleza inferior hasta que se hagan rápida y fácilmente esas elecciones que llevan a desechar lo que aprisiona y traba al alma. Los conceptos principales constituyen el camino o el procedimiento definido y cuidadosamente elegido que liberará al alma del mundo de las formas y la identificará, ante todo, consigo misma (liberándola así de la ilusión mundial) y, luego, con el mundo de las almas, que es la conciencia de la Superalma.
No es necesario que me extienda aquí sobre la técnica por la cual se establece esta elección. La manera de discernir el método del desapasionamiento y la disciplina de la vida han sido simplificados y aclarados por las enseñanzas de los últimos dos mil años y por los libros dedicados a acentuar la enseñanza del Cristo y del Buddha, que si se comprenden correctamente, pueden llevar a hacer una elección correcta y repeler lo que no se quiere ni desea. A muchos estudiantes sensatos (como los que leerán este tratado) les será útil anotar lo que han comprendido de las cuatro palabras siguientes:
- Discernimiento
- Desapasionamiento
- Disciplina
- Descentralización
Expresar esta ley en el Sendero de Iniciación está muy lejos de aquellos que aún no están versados en los discernimientos fundamentales y en el desapasionamiento. Por lo tanto, ¿creen que es necesario explicar cómo actúa esta ley en la vida del iniciado? Creo que no. El discípulo procurará hallar, sin pasión, dolor o sufrimiento, la diferencia que existe entre:
- Correcto y erróneo.
- Bien y mal.
- Luz y oscuridad, entendido espiritualmente.
- Prisión y libertad.
- Amor y odio.
- Introversión y extroversión. Sería conveniente reflexionar sobre esta dualidad.
- Verdad y falsedad.
- Conocimiento místico y ocultista.
- Yo y no-yo.
- Alma y cuerpo.
Una infinidad de dualidades podrían ser enumeradas. Habiendo descubierto la existencia de estos pares de opuestos, la tarea del discípulo consiste en descubrir aquello que no es ni uno ni otro. Constituye el camino central e intermedio revelado al iniciado por la actuación de la Ley de Repulsión que ocultamente le permite “con una de sus manos alejar de su camino lo que obstaculiza y vela el camino central de luz. La seguridad del hombre que busca el camino iluminado no está ni a la derecha ni a la izquierda”. ¿Significa realmente algo esta frase para la mayoría de nosotros? Tratemos de expresar en palabras las cualificaciones y el nombre de este tercer camino o central, que no es, por ejemplo, ni luz ni oscuridad, ni amor ni odio. No podemos ver con claridad lo que podría ser, ni lo veremos hasta que el acrecentado estímulo liberado en nosotros en el Sendero de Iniciación efectúe su trabajo designado. Una idea de lo que esto significa aparecerá, aunque confusamente, ante nuestra visión al tratar la tercera parte.
- LA LEY DE REPULSIÓN Y EL PEREGRINO EN EL CAMINO DE LA VIDA
Fundamentaré mis conceptos en las palabras citadas anteriormente:
“La Ley de Repulsión impele en siete direcciones y obliga a todo aquello con lo cual entra en contacto, a volver al seno de los siete Padres espirituales.”
Voy a considerar definidamente el Camino de Repulsión, regido por esta ley, que es el camino o la técnica para cada tipo de Rayo. Aunque puede observarse que la misma ley actúa en los siete casos y en las siete direcciones, los resultados diferirán sin embargo, porque la cualidad y la apariencia fenoménica sobre las cuales la ley de la voluntad divina hace su impacto, y la consiguiente impresión, difieren ampliamente. Por lo tanto, la complejidad del problema es grande. Estas siete leyes del alma están detrás de todas las diversas presentaciones de la verdad, tales como han sido dadas por los Instructores mundiales en el transcurso de las edades. No obstante, se requiere mucha visión interna espiritual para ayudar al discípulo común a comprender la analogía o la tendencia de las ideas que, por ejemplo, vinculan:
- Las beatitudes (enunciadas por el Cristo) y las siete leyes.
- Las etapas del Noble Óctuple Sendero y las potencias del alma.
- Los ocho Medios del Yoga o unión con el alma y el septenario de influencias.
- Los Diez Mandamientos de la religión semítica y las siete leyes espirituales.
(…) El estudio atento de estos informes ofrecerá muchas sugerencias al discípulo y mucha luz al iniciado. Pero no hay que confundir la iluminación con una idea nueva o brillante. Son cosas muy distintas. Son tan diferentes como la luz de una estrella y la luz de un sol creciente. La una revela el hecho de la noche. La otra, el mundo de la luz del día y de la Existencia consciente.
- LAS SIETE DIRECCIONES DE LA LEY DE REPULSIÓN
Debe recordarse que la Ley de Repulsión, la Ley de los Ángeles destructores, actúa en siete direcciones; produce efectos sobre siete distintos tipos de seres y de hombres y, debido a su actividad, trae al Hijo pródigo de vuelta al hogar del Padre, lo que hace que él “se levante y ande”. Debe recordarse que cuando el Cristo narró esta historia dejó bien aclarado que el peregrino no sintió el impulso de regresar hasta que volvió en sí y recobró su sentido como resultado de haber satisfecho los deseos de una vida licenciosa. Luego vino la consiguiente saciedad y el descontento y un período de intenso sufrimiento y perdió la voluntad de ambular y desear. Un estudio sobre esta historia será revelador. En ninguna Escritura se explica la secuencia de estos acontecimientos (al hablar de la existencia del peregrino, su vida en un país lejano y su regreso), concisa y bellamente narrados como Él lo expresó. Estudien esta parábola en la Biblia y también la trayectoria del peregrino.
El efecto de la Ley de Repulsión, a medida que actúa en el mundo del discipulado y destruye lo que obstaculiza, hace que el peregrino regrese en forma apresurada y consciente por uno de los siete rayos que conducen al centro, lo cual no puede ser detallado aquí. Nuestra tarea actual es hollar el Sendero de Probación o del Discipulado, y aprender la disciplina, el desapasionamiento y las otras dos necesidades del Camino, discernimiento y descentralización. No obstante, es posible indicar la meta y señalar la potencia de las fuerzas a las cuales estaremos acrecentadamente sometidos cuando entremos —como algunos de nosotros podemos hacerlo— en el Sendero del Discipulado aceptado. Esto lo impartiré en siete estrofas, que darán al aspirante un indicio de la técnica a la cual estará sometido. Si ha recorrido en parte el Camino, le impartirán una orden que como discípulo, con visión espiritual interna, obedecerá porque habrá despertado; si es un iniciado exclamará “Esto lo sé”.
(…) Cuando la cuarta ley, la de Repulsión, comienza a surtir efecto, el discípulo toma conciencia del Ángel de la Espada Flamígera, que custodia la puerta de la iniciación. A través de este prodigio, sabe que puede cruzar su umbral; no como un candidato oscuro y ciego, sino como un iniciado en los misterios del mundo. En el himno que se cantaba antiguamente en la antesala de los templos, se resume esta verdad. He aquí algunas de las palabras:
“Entra libre quien ha conocido los muros de la prisión. Avanza con los ojos abiertos quien durante largos años ha recorrido a tientas el oscuro corredor. Prosigue su camino quien durante largos años ha permanecido ante una puerta cerrada con cerrojo.
Pronuncia con poder la Orden que abre de par en par las Puertas de la Vida. Se presenta ante el Ángel y le quita la espada, dejándole libre para una tarea más elevada. Yace custodiando la entrada al Lugar sagrado.
Ha muerto. Comenzó la lucha. Aprendió el camino del servicio. Se presenta ante la puerta.”»