La Primera Iniciación
El Nacimiento del Cristo en el Corazón,
o el inicio de la peregrinación en el Sendero. [1]
Revelaciones y Misterios: Equilibrio y Expansión.
Rayo: 7.o Rayo.
Signos del Zodíaco implicados: Virgo, Escorpio, Sagitario.*
Plano: Tiene lugar en el plano físico.
(La liberación del dominio del cuerpo físico y de sus apetitos.)
Centro: Transferencia de las energías desde el Centro Sacro al Centro Laríngeo;
el Centro del corazón es vivificado.
Como ya se explicó en un artículo anterior, la Iniciación no es una ceremonia o un rito, ni un grado conferido a los que son dignos de ello, ni siquiera un medio de adentrarse en los Misterios, de los cuales los Misterios masónicos no son, por ahora, más que una presentación simbólica. La iniciación siempre indica actividad, comprensión inteligente, actitud enfocada, movimiento deliberado, nuevas correlaciones determinantes y el logro de un nuevo y mayor «círculo infranqueable» de conciencia. [2]
Las Iniciaciones son dilataciones de la conciencia [3]; y acompañan a los Discípulos y Maestros a lo largo de todo su camino de evolución. Son el resultado de experiencias «existenciales» en los tres niveles de conciencia, físico, emocional y mental, a través de las cuales se activan ciertas células cerebrales que son capaces de registrar y conservar las impresiones superiores a las que antes no eran sensibles. En virtud de esta esfera de percepción más amplia, la mente adquiere la capacidad de transmitir los valores superiores y los conocimientos espirituales. De este modo, el individuo se conciencia de las esferas de existencia divina y de los estados de conciencia que están eternamente presentes, pero con los que hasta ahora era constitucionalmente incapaz de entrar en contacto, ni podía registrarlos; ni la mente ni su instrumento —el cerebro— podían hacerlo, debido a su insuficiente desarrollo evolutivo.
Cuando el foco de la mente se adentra lentamente en los aspectos previamente ignorados de la mente divina, cuando las cualidades magnéticas del corazón despiertan y responden a los otros dos aspectos divinos, el hombre es capaz de vivir en las nuevas esferas de luz, amor y servicio que se abren ante él: ahí, es un iniciado.
Por lo tanto, en el Sendero hay una sucesión de expansiones de conciencia acompañadas de una creciente sensibilidad a las altas vibraciones, lo que se manifiesta inicialmente como una sensibilidad a la voz interior, una de las facultades más necesarias para el discípulo. En una determinada etapa de la evolución, el pensamiento del ser humano y la idea del alma establecen entre sí un punto de correlación. El hombre manifiesta (en el cerebro físico) un punto de luz que se enciende, de forma oculta, en el plano mental.
La primera iniciación, o «el nacimiento del Cristo en el corazón», indica simplemente el inicio. Una vez alcanzada una determinada estructura correcta en el modo de vida, en el pensamiento y en la conducta, se construye la forma en la que ha de morar el Cristo, que debe ser vivificada y ocupada. Cuando la simiente crística es nutrida y cobra vida, tiene lugar la primera iniciación. Por lo tanto, tenemos las siguientes correspondencias:
- El momento de la concepción: la individualización.
- Los nueve meses de la gestación: la rueda de la vida.
- La primera iniciación: la hora del nacimiento. [4]
Para la primera iniciación no se requiere un dominio egóico muy avanzado. Ella simplemente indica que el germen de vida del alma ha vivificado y hecho que exista de manera activa el cuerpo espiritual interior, la envoltura del hombre espiritual interior, que en la tercera iniciación le permitirá manifestarse plenamente como un «hombre hecho adulto en Cristo», y ofrecer entonces a la Mónada la oportunidad de esa plena expresión de vida que es posible cuando el iniciado se ha identificado conscientemente con la Vida Una.
Habiendo superado todos los conflictos del pasado, él sabe que esta manifestación de inteligencia es el Ente eterno que durante un largo pasado ha manifestado sus poderes en el plano físico a través de sucesivas encarnaciones.
La primera iniciación concierne solamente al alma del hombre; y desde el momento en que se haya introducido en ella, una cierta medida de energía búddhica puede penetrar en el cuerpo etérico; y, luego, ocurre la transferencia y sustitución de los éteres superiores. Como podrán imaginarse, esto produce un conflicto: el cuerpo etérico de la personalidad repele el éter superior, que se adentra en él; y se producen crisis en la vida del iniciado. El progreso y la iniciación se nos han presentado predominantemente en términos de formación del carácter y de servicio a la humanidad; e incluso esto produce indudablemente un conflicto entre la personalidad y el alma.
Pero, paralelamente a este conflicto conocido, se produce otro entre los éteres que componen el Cuerpo Etérico [5] del discípulo y los éteres que descienden para sustituirlos. El hombre no es tan consciente de este conflicto; pero es una verdadera batalla, que afecta ante todo su salud física, y que se produce en cinco etapas naturales que llamamos iniciaciones.
La primera iniciación actúa sobre el cuerpo físico. En esta iniciación el Ego debe haber adquirido un dominio considerable sobre el cuerpo físico. Los «pecados de la carne», según la fraseología cristiana, deben ser dominados; la gula, el alcoholismo y el libertinaje no deben tener ningún poder. El elemental físico ya no recibe respuesta a sus peticiones. El dominio debe ser completo y todo aliciente tiene que desaparecer.
Debe haber una actitud general de obediencia al ego, y la disposición a obedecer debe ser muy fuerte. El canal entre el Yo superior y el yo inferior está abierto y la obediencia de la carne es casi automática.
Revelaciones y Misterios en la Primera Iniciación
En todo el proceso evolutivo no hay, en esencia, nada más que una revelación creciente. Los dos términos, Evolución y Revelación, van juntos. Todas las diferencias radican en el campo de la revelación o, dicho con otras palabras, en los distintos planos de conciencia y, en particular, en el plano en el que tiene lugar la revelación. En la revelación existe, siempre y necesariamente, el concepto de Luz y lo que esta revela. La luz en el plano físico produce el órgano de la vista, el ojo, a través del cual se hace posible la revelación de las zonas físicas de la conciencia; el mismo tema de la luz predomina en el proceso similar mediante herramientas de sincronización en todos los planos.
En la primera iniciación, el aspirante comienza a percibir que existen diferentes tipos de energía (además de la generada por él mismo o por su propia fuerza vital), y que debe aprender a entrar en contacto con ellas.
Los secretos revelados posteriormente al iniciado son tres, aunque incluyen misterios menores revelados con anterioridad:
- El misterio de la electricidad.
- El misterio de la polaridad.
- El misterio del fuego.
Se reconoce científicamente que los fenómenos eléctricos son de naturaleza dual; pero su triplicidad inherente continua en el ámbito de la especulación.
En la primera iniciación se demuestra su existencia y se revela el secreto de cómo equilibrar las fuerzas en el plano físico, produciendo así el equilibrio. Este secreto también pone a uno en contacto con algunos Constructores del plano físico (en los niveles etéricos) y el iniciado puede producir fenómenos físicos, siempre que lo considere oportuno.
Al iniciado se le revela el secreto de la cohesión del átomo; entonces puede estudiar, de una manera nueva e iluminadora, el microcosmos de acuerdo con la ley de las correspondencias. Además, gracias a esta revelación acerca de la parte más densa del cuerpo logóico, él puede comprobar muchos hechos del sistema solar anterior y de la primera ronda de nuestro esquema. Este secreto también se llama «el misterio de la materia».
Los Rayos en la Primera Iniciación: 7.o Rayo
Se debe considerar la primera iniciación como la que establece una nueva actitud hacia las correlaciones.
Cada iniciado que se introduce en la iniciación es consciente de los grandes cambios de su visión de sí mismo, de su prójimo, de sus circunstancias y de su interpretación de los acontecimientos de la vida. Estas son las reacciones peculiares que acompañan a la primera iniciación; el iniciado experimenta una nueva orientación hacia la vida y hacia un nuevo mundo de pensamiento. Es el séptimo rayo el que restablece el orden en la conciencia astral; y (en el plano mental) es esta influencia la que produce la creatividad, la organización de la vida y la reunión, «dentro de la cabeza», de las energías superiores e inferiores de tal modo que «nazca el Cristo». En definitiva, es la energía del séptimo rayo la que —en el proceso iniciático entre la primera y la segunda iniciación— permite al iniciado (en su vida física) demostrar un desarrollo del sentido del orden y de la organización, expresar conscientemente y cada vez más el deseo de ayudar a sus semejantes y establecer así correlaciones con ellos y manifestar la primera etapa de una vida verdaderamente creativa.
El séptimo rayo es, por excelencia, el medio de correlación. Reúne los dos aspectos fundamentales, el del espíritu y el de la materia. Pone en relación el alma y la forma y, en lo que concierne a la humanidad, correlaciona el alma y la personalidad. En la primera iniciación, hace que el iniciado sea consciente de esta correlación, le permite aprovechar esta «dualidad que se aproxima» y —al perfeccionar el contacto— producir la aparición en la manifestación en el plano físico del «hombre nuevo». En la primera iniciación, mediante la estimulación producida por la energía del séptimo rayo, la personalidad del iniciado y su alma velada se reúnen conscientemente; entonces, el iniciado sabe —por primera vez— que es una personalidad que está impregnada por el alma. Ahora su cometido es parecerse cada vez más a lo que esencialmente es.
Los signos zodiacales en la Primera Iniciación
Los signos que intervienen en la primera iniciación son principalmente tres:
- En Virgen, vemos la preparación para la primera iniciación, el nacimiento del Cristo, denominada en la religión cristiana, «el nacimiento del Cristo en el corazón».
- En Escorpio, vemos la preparación del discípulo que enfrenta sus crisis y sus batallas.
- En Sagitario, la intuición rige la aspiración.
Los siete planos del Físico Cósmico: el plano de la Primera Iniciación.
En la primera iniciación se activa el plano Físico del hombre-discípulo.
Cuatro pequeñas iniciaciones culminan en la iniciación propiamente dicha. Se trata de las iniciaciones del plano emocional, llamadas tierra, fuego, agua y aire, respectivamente, que culminan en la segunda iniciación. La primera iniciación marca el mismo logro en el plano físico. Cada iniciación indica la consecución de una determinada proporción de materia atómica en los cuerpos. Las cuatro iniciaciones que preceden a la del Adepto marcan, respectivamente, la consecución de una determinada cantidad: en la primera iniciación, una cuarta parte de materia atómica; en la segunda, la mitad, y así sucesivamente hasta la consumación. Al ser la intuición (o buddhi) el principio unificador que suelda todo, en la cuarta iniciación los vehículos inferiores desaparecen y el adepto permanece en su cuerpo intuitivo, donde crea su propio cuerpo de manifestación.
Los centros en la Primera Iniciación
En la primera iniciación se otorga una visión de creatividad superior y la energía del centro sacro comienza su lento ascenso hacia el centro laríngeo.
No todos evolucionan exactamente por las mismas líneas de desarrollo, por lo que no es posible establecer reglas fijas para el procedimiento exacto que debe seguirse en cada iniciación, ni en cuanto a los centros que deben ser vivificados y la visión que será otorgada. Mucho depende del rayo del discípulo o de la dirección particular de su desarrollo (por lo general, las personas no se desarrollan de manera uniforme), del karma individual y también de las necesidades existentes en un determinado período. Sin embargo, podemos decir que en la primera iniciación —el nacimiento del Cristo— se suele vivificar el centro del corazón para obtener un dominio más eficaz sobre el cuerpo astral y servir a la humanidad de forma más vigorosa. Después de esta iniciación, el iniciado será instruido principalmente en los hechos del plano astral; deberá estabilizar su cuerpo emocional y aprender a operar en ese plano con la misma facilidad con que trabaja en el físico; es puesto en contacto con los devas astrales; aprende a dominar los elementales astrales; debe operar con facilidad en los subplanos inferiores, y el valor y la cualidad de su trabajo se vuelven más valiosos.
Grupos y Centros Planetarios
La primera iniciación está íntimamente conectada con el centro planetario, que es la humanidad misma. Estimula el intelecto, que se expresa como actividad ordenada en el plano físico. También está estrechamente relacionada con el tercer Rayo, de la Inteligencia Activa. Esto se manifestó desde el año 1425, y seguirá siendo así durante toda la Era de Acuario. Sus ciclos son los más largos de todos los Rayos. Sin embargo, estos ciclos principales contienen ritmos de actividad más intensa, como los latidos del corazón; duran unos tres mil años. Cuando están fuera de encarnación se les llama «ciclos de retiro, pero no de abstracción». Persisten manifestados en encarnación hasta por un periodo de tres mil años. Uno de estos períodos de expresión de tres mil años está ahora activo, por lo que podemos esperar un gran desarrollo de la facultad intelectual y del trabajo creativo. Por lo tanto, este ciclo en particular marca un culmen de actividad en el ciclo mayor. En la próxima era, la inteligencia humana y su desarrollo adquirirán rápidamente proporciones notables.
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«Siembra un pensamiento y cosecharás una acción;
siembra una acción y cosecharás un hábito;
siembra un hábito y cosecharás un carácter;
siembra un carácter y cosecharás un destino.»
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* Desde otra perspectiva, Leo y Piscis también son interesantes:
– Primera Iniciación: el Nacimiento en Belén: la energía del Amor entra en el cuerpo etérico. Nacimiento en el 5.o Reino espiritual.
Leo: el signo que la Astrología Esotérica asocia más estrechamente con la primera iniciación. El centro cardíaco es estimulado. Se experimenta la luz del alma. La entrada en el quinto reino de la naturaleza a través del quinto signo que es, sobre todo, un distribuidor del 5.o Rayo y también del 1.er Rayo (conocido como la Voluntad de iniciarse).
Piscis: mucho dolor y renuncia preceden a la primera iniciación. Se produce un primer, pero importante, desprendimiento. Se encuentra al Cristo, cuyo signo principal es Piscis (como decanato cósmico). Este signo es prominente en la transición de la Cruz Mutable a la Cruz Fija en el momento de la primera iniciación.
[1] Tratado sobre Magia Blanca, A. Bailey, pp. 326-7, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 352.
[2] El Discipulado en la Nueva Era, Tomo II, A. Bailey, pp. 364-5, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 419.
[3] Tratado sobre Magia Blanca, A. Bailey, p. 275, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 294.
[4] Tratado sobre Magia Blanca, A. Bailey, pp. 326-7, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 352.
[5] El cuerpo etérico se denomina «el intermediario cósmico», que forma parte —y es una partícula— del éter universal. De hecho, es a través del cuerpo etérico que fluyen todas las energías, ya sea que emanen del alma, o del sol, o de un planeta. A lo largo de estas líneas vivas de esencia de fuego pasan todos los contactos que no emanan específicamente del mundo tangible.
La luz oscura de los minúsculos átomos que componen el vehículo físico responde al estímulo que proviene del alma y, cuando el hombre queda bajo el dominio del alma, la luz resplandece por todo el cuerpo. Ella se revela como el resplandor que emana de los cuerpos de los adeptos y los santos, produciendo un efecto de luz brillante y resplandeciente.
La luz radiante del alma, fusionada con la luz magnética del cuerpo vital, estimula los átomos del cuerpo físico a tal punto que cada átomo se convierte, a su vez, en un pequeño centro radiante. (Tratado sobre Magia Blanca, A. Bailey, pp. 112-3, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 106.)