«En lo que a los aspirantes concierne, lo que los Maestros tratan de hacer es estimular la llama del espíritu en ellos, para que puedan incendiar al mundo. Los fuegos del razonamiento y de la sustancia, del karma y su vehículo, la materia, azotan el mundo de hoy. El fuego hay que combatirlo con fuego y, como bien saben, para sofocar el ardiente infierno que devasta hoy al mundo hay que oponerle el fuego del espíritu, el cual debe ser utilizado y distribuido con eficacia por los discípulos de los Maestros. La tarea de Shamballa, referente a la Jerarquía, es de naturaleza similar, pero se expresa en un nivel más elevado, propagando al máximo el fuego de la Voluntad. En último análisis, el fuego que debe ser utilizado por los discípulos en el mundo, es el de la voluntad de amar.
Este fuego no es lo que creen. La voluntad de amar significa amar al gran Todo y también poseer la capacidad de hacer lo necesario para bien del grupo en forma correcta y con la debida habilidad de actuar. Involucra la capacidad de actuar firmemente donde surge la necesidad, pues el discípulo posee amplia visión y no se deja engañar por la perspectiva inmediata. Trabaja y se prepara para el futuro. En otras palabras, constituye la intención amorosa de incendiar al mundo con la nueva idea del «espíritu de relación», comenzando en sí mismo, la familia y el grupo inmediato. Ésta es la voluntad de incendiar. Sería conveniente reflexionar profundamente sobre estas ideas. Para llevar a cabo y hacer efectiva esta ígnea estimulación, el discípulo tiene que aplicarse el fuego a sí mismo y verse, en la llama resultante, como verdaderamente es. El fuego del aspecto material -el de la personalidad aún prevalece demasiado y es muy poderoso en la vida de los aspirantes, por eso causan daño. Deseo recordarles que el fuego del plano mental -el de la mente- es el reflejo -el reflejo distorsionado del fuego del espíritu. Algunos discípulos utilizan sólo el fuego de la mente; en sus momentos mejores y más elevados tratan de utilizar el fuego del amor para neutralizar los fuegos de la mente censuradora, pero en el mejor de los casos no es una afluencia espontánea, sino un esfuerzo laborioso de ser bueno, de abstenerse – mediante una drástica autodisciplina de expresar lo que sus mentes criticadoras dicen, o de actuar según las opiniones que pueden haberse formado por el empleo del fuego de la mente. Este fuego por lo general va dirigido a un hermano, y el esfuerzo para no utilizarlo crea inevitablemente un vacío o una barrera. No existe verdadero amor activo entre la mayoría de los aspirantes, sino sólo un gran esfuerzo de la personalidad para no criticar. Se concentran en la necesidad reconocida y básica de no criticar, porque es lo correcto, y se recompensa a quienes lo logran, pero la concentración no se basa en el efecto que produce en los demás, cuando el fuego de la mente se desata con sus resultados destructores, consumidores y perjudiciales.
Los Maestros ansían, por lo tanto, «quemar al discípulo en el fuego de la voluntad de amar, para que sea liberado y desaparezcan las barreras que impiden la afluencia de la fuerza avatárica». ¿Por qué es así? Porque los discípulos en el mundo, no la masa, obstruyen actualmente la Venida del Avatar y obstaculizan Su intención. Él no decidirá venir hasta que los discípulos y aspirantes del mundo efectúen los necesarios cambios en sí mismos, pues no existirá «suficiente voluntad para amar con ígnea esencia». Donde existe esa voluntad, pueden acontecer dos cosas:
1. La afluencia de energía que el Avatar traería Consigo, puede ser aminorada suficientemente como para ser efectiva en la humanidad.
2. Al Avatar y a quienes trabajan con Él y están bajo Su influencia, se les puede proporcionar un grupo que:
- Responda inteligentemente a esa influencia, reconociéndola y absorbiéndola.
- Distribuya la energía que afluye.
- Interprete ante la humanidad las nuevas fuerzas impulsoras que se ocupan de precipitar la nueva visión, el nuevo orden mundial y los ideales de la nueva era.
Entonces habrá muchos Discípulos en la Luz y en las graduadas etapas del discipulado.
La visión que muchos tienen de la influencia y el trabajo del Avatar, es la de una Gran Aparición que daría fin a toda contienda, inauguraría una nueva era de paz y buena voluntad, apaciguaría los corazones de los pueblos y conduciría al género humano a los reinos de la belleza y la felicidad. También culminarían los anhelantes deseos de innumerables mentes en el transcurso de las épocas y sería el consuelo para una humanidad atribulada; amaría y trataría dulcemente a Su propio pueblo; expulsaría a los malhechores de la faz de la Tierra, para evitar que éstos alteren nuevamente la paz del mundo.
Debo decirles que ésta no es una visión de la realidad, sino que se basa en las interpretaciones teológicas y en el egoísmo humano y se funda en el sufrimiento del género humano como también en el fracaso de los discípulos y aspirantes de todas partes en captar la verdadera naturaleza del amor y la visión real del Plan jerárquico.
Él traerá el Fuego del Amor y emitirá el mensaje del fuego purificador; no impartirá enseñanza sobre las aguas purificadoras, como sucedió hasta ahora, respecto a esta verdad simbólicamente impartida; propagará el fuego que consume y destruye todas las barreras en la naturaleza humana y todas las vallas separatistas entre individuos, grupos y naciones. ¿Como individuos, aspirantes y discípulos, están preparados para someterse a este fuego?»
(El Discipulado en la Nueva Era I, p. 720-2)
[Festival Solar de Aries el 13 de abril a las 2:22 AM.]
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