El 2 de noviembre del 2020 es la Fecha heliocéntrica de la tan esperada conjunción entre Júpiter y Saturno, los Señores solares del Amor y la Luz —del Corazón y la Inteligencia solares—, que cada 20 años terrestres giran alrededor del Sol/Vulcano, la Fuerza de Voluntad central, y cada 3 conjunciones o 60 años terrestres dibujan la figura primaria del Triángulo equilátero en el Círculo de 12 Cualidades del Zodíaco.
Con la danza rítmica de sus Direcciones recíprocas, cada 60 años, Ellos inscriben en ese círculo las maravillosas Figuras de las Estrellas de 5 y 6 puntas, los Números sagrados del Fuego de la Mente y de la perfección en la Forma. [El siguiente vídeo hay solo en italiano.]
Por eso, presentamos hoy —en esta fecha y Dirección dedicadas en estas páginas al tema de los Ciclos— algunas reflexiones en este sentido, extraídas del libro Il Sistema solare nello Spazio de E. Savoini y del documento Del Tiempo lineal al Tiempo cíclico (Los enlaces y algunas imágenes son de la redacción de TPS, así como los añadidos entre corchetes […]):
«Girando y volando en los Cielos, las siete Luminarias están unidas por siete Funciones. No son independientes, sino que son miembros responsables de un grupo de Inteligencias superiores; poseen distintas actividades, debidas a sus Rayos. Todo esto se expresa muy brevemente, pero con gran precisión, al afirmar que componen una Estrella de seis puntas.
En varias otras ocasiones ya se ha hablado mucho de este gran símbolo y no es necesario decir más al respecto. Sin embargo, el hecho de verlo brillar en el firmamento, como una verdadera constelación de centros radiantes en movimiento, ayuda a comprender su inmensa importancia en el dictado de las causas que rigen todos los acontecimientos y cambios del mundo físico y psíquico.
Incluso en este caso, hay que decir que tanto la astronomía como la astrología no han logrado ver una realidad evidente. El carácter separativo de su visión les ha obligado a centrarse en lo particular, en busca de comportamientos inconexos, de fragmentos de causas: en definitiva, “los árboles les impiden ver el bosque”. ¡Y sin embargo, está tan claro que el Sistema Solar es unitario! Consecuentemente, hemos de examinarlo siempre y únicamente en su conjunto; y todo fenómeno debe ser considerado en relación con todos los demás y como resultado de una perfecta colaboración.
Como sabemos, hoy en día los médicos y fisiólogos estudian el organismo humano según la usual visión separativa, analítica y especializada, de la que obtienen muchos conocimientos que parecen profundos, pero, sin embargo, continúan desoladamente superficiales y desconectados del conjunto. Esto es típico de los períodos de decadencia y confusión.
Al construir la nueva civilización será necesario cambiar el método; y el estudio del Sistema Solar como un órgano unitario —dispuesto como una Estrella de seis puntas— es sin duda un paso significativo en esta dirección.
En su geometría se reconocen de inmediato dos Triángulos, especularmente simétricos; uno de ellos es dominante por sus funciones y se llama superior y causativo; el otro, a la inversa, se denomina inferior y reflejado. Estudiaremos ambos, primero por separado, luego en su correlación funcional.
EL TRIÁNGULO SUPERIOR
Este es un concepto que debe ser abordado con veneración. La divinidad es trina y el Triángulo es su símbolo más eficaz. Al estudiar los principios de la nueva geometría, en estas páginas se ha reconocido que la naturaleza del Punto es ternaria. Ahora tenemos la oportunidad de observar el funcionamiento de ese Ente supremo, en su dinámica inteligente y amorosa dirigida a un propósito. El Triángulo superior es el PUNTO y, al mismo tiempo, el CENTRO; y juntos constituyen la CONCIENCIA del Sistema Solar.
En su Horno arden energías siempre diferentes y renovadas; y la combustión las fusiona en la Causa, de cualidad variable, que dirige las máximas y mínimas empresas solares. Es el núcleo espiritual y ardiente de su verdad, el Fuego creador central.
A pesar de su brillantez, es comprensible que el gran Triángulo sea tan incomprendido y descuidado, que pasa oculto a causa de su propia luz. Pero con la debida cautela, y protegido por su propia ignorancia, el buscador debe atreverse a mirar en esa Llama, de la que se origina el destino de todo y en la que confluyen Fuegos aún más sublimes que viven operando en el Cosmos.
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La gran Figura celeste existe en tres aspectos, y por eso es un Triángulo. Sin embargo, su geometría es variable y oscila entre dos posiciones simétricas e invertidas. Dicho esto con términos inusuales pero correctos, ella gana y pierde área con pulsaciones alternas y regulares.
Júpiter y Saturno, en su augusta Función de segundo y tercer Vértices, pasan de la alineación (en conjunción u opuestos) a la condición de cuadratura y viceversa, creando así ese ciclo vital de energía descrito en las páginas anteriores. Aquí está el Corazón perfecto visto en su realidad funcional.
Y así como el corazón humano late con explosiones sonoras y creadoras, así también el gran Corazón celeste truena en el Espacio solar con su ritmo rector, un regente absoluto de la circulación de la energía en el Sistema Solar: extrae la vida del Cosmos, y la envía solarizada a todos los centros del organismo, infinitos en número y nivel; y ellos repiten el mismo procedimiento, más o menos iluminados por la conciencia.
El poder de este Triángulo está garantizado por la presencia inmutable en su primer Vértice del Misterio, o sea, de Vulcano y su Voluntad, en el sitio no identificable: en el Centro, o más bien en ese lugar cósmico del que es imposible indicar las coordenadas, porque es trascendente.
El Triángulo menor, que se estudiará más adelante, no está en la misma condición; sus tres Vértices son siempre identificables, incluso físicamente, y móviles en el Espacio. Por eso está subordinado al otro, ya que debe su vida al Origen secreto situado en el primer Vértice del Triángulo superior.
Esta primera mirada en el gran Horno revela que para poder salir del Sistema Solar, la conciencia tendrá que ir allí, donde todo penetra y todo se extiende. ¿Es un acontecimiento de un futuro lejano o cercano? Por el momento, solo tenemos este anuncio.
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El Triángulo superior es recreado continuamente por las dos direcciones activas entre Júpiter, Saturno y el Centro, que construyen sus dos lados, invisibles al ojo (como las Órbitas). Este es un hecho sobre el que se debe reflexionar. Es notable que elementos tan importantes como las direcciones nunca sean visibles, es decir, nunca se tracen en los Cielos, a diferencia de los centros que las determinan. A fin de explicarlo, introducimos aquí una doble hipótesis que, si se llega a verificar, abriría nuevos campos de pensamiento que hasta ahora no han sido explorados; en aras de la brevedad, las exponemos sin comentarios, pero hay que recordar los pasajes de las Enseñanzas que aluden a los misteriosos “sonidos visibles y luces audibles”.
Primera hipótesis:
a) Dos fuentes de luz visible se conectan entre sí por medio de una corriente de sonido inaudible.
b) Dos fuentes de sonido inaudible se conectan entre sí por medio de rayos visibles.
Tengamos en cuenta la simetría de los dos conceptos. Estas hipótesis se basan en la verdad (solo prevista) de que la luz y el sonido deben tener algo en común. En el firmamento se pueden ver los centros, pero no las líneas de luz; sin embargo, todos los centros irradian. ¿Será que entre esas luces se transmiten mensajes sonoros, pero no audibles?
Segunda hipótesis:
a) Dos fuentes de luz invisible se conectan por medio de un flujo de sonido audible.
b) Dos fuentes de sonido audible se conectan por medio de líneas de luz invisible.
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Quizás estas frases contengan una pizca de verdad. Pero antes de descartarlas, conviene recordar que ciertamente existe una relación entre el sonido y la dirección: la Armonía nos enseña que cada intervalo tiene su propia dirección espacial prioritaria. En cualquier caso, por ahora sería mejor meter las hipótesis en su casilla y continuar con el Triángulo superior.
Este está delimitado por sus Vértices, pero también por sus lados; dos de ellos son direcciones primarias porque pasan por el Centro (Júpiter-Vulcano y Saturno-Vulcano), mientras que el tercero, Júpiter-Saturno, es secundario. Con respecto al valor de las direcciones de este tipo, lo veremos en el tema del Triángulo inferior.
Dado que se conocen los periodos de revolución de las dos Luminarias, se pueden determinar los ciclos y las oscilaciones de su correlación espacial. Si partimos de una conjunción, las fases sucesivas son estas:
AÑOS | 5 | 10 | 15 | 20 |
FASES | conjunción | primera cuadratura | oposición | segunda cuadratura |
ÁREA | ninguna | máxima | ninguna | máxima |
POTENCIA | máxima | decreciente | mínima | creciente |
Cada 20 años, Júpiter y Saturno están en oposición o en conjunción; están en primera o segunda cuadratura. Por lo tanto, el barrido de su ritmo consta de 5 años terrestres.
Cabe recordar que la relación entre sus dos períodos de revolución es:
Júpiter/Saturno = 12/30 = 2/5
Y en un sentido armónico equivale al intervalo de tercera mayor, una expresión del quinto Rayo, discernidor y analítico. Este resultado se refiere a su dinamismo, es decir, a su movimiento espacial y no debe confundirse con la relación entre sus naturalezas de Rayo, que es:
Júpiter/Saturno = 2/3
2 + 3 = 5 (!)
Esta es la fórmula del tercer Rayo (intervalo de quinta). Obsérvese que la relación entre sus Órbitas también tiene valor de tercera mayor:
Órbita de Júpiter/Órbita de Saturno = 4/5.
Dos razones, pues, para reconocer que entre las dos Luminarias brota continuamente un llamamiento para desempeñar la capacidad ejecutiva, que no está explícita en sus naturalezas.
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Hay que tener en cuenta que el ciclo de veinte años mencionado anteriormente es solo un ciclo menor, puesto que la fase que acaba y, en ese instante, inicia uno nuevo no tiene lugar en el mismo escenario zodiacal: para que vuelva a ser el mismo —y por lo tanto que una conjunción vuelva a repetirse en Sagitario, por ejemplo—, se necesitan 60 años. Y este es el ciclo mayor, el directivo, y puede ser considerado como la pulsación del Corazón central, es decir, del Triángulo superior; es uno de los valores numéricos máximos de toda la Estrella solar, estrechamente relacionado con la división del Zodíaco en 360° y en doce sectores de 30° cada uno.
La siguiente figura muestra un círculo para representar un ciclo de 60 años, subdividido en etapas de cinco años, en sus diversas particiones menores, indicadas por los símbolos utilizados en astronomía y también por el astrólogo. Si se unen todos los puntos del círculo que representan las conjunciones y los que representan las oposiciones, se obtienen, muy claramente, los dos Triángulos de la Estrella de seis puntas, que Júpiter y Saturno trazan juntos en el Cielo, pero que permanecen invisibles.
La misma figura aparece si se repite la misma operación, pero esta vez uniendo los puntos de la primera y segunda cuadraturas.
El resultado del conjunto es sorprendente; y para quienes están acostumbrados a estudiar los valores simbólicos, quedan claras muchas cosas que antes estaban ocultas.
¡Júpiter y Saturno, volando en el Espacio solar, trazan continuamente, con ritmo, la Estrella de la Vida! A través de las dos Estrellas es evidente la conexión que existe con los doce Signos del Zodiaco y con los doce pétalos del centro del corazón humano.
En este gráfico también aparecen, como ejemplo, las fechas de las distintas fases cíclicas, empezando por el año 1921, cuando las dos Luminarias estuvieron en conjunción en Virgo (el 23 de agosto) hasta el año 2040, cuando estarán [en el siguiente Signo de Libra (el 8 de diciembre)] en la misma fase, después de 120 años, es decir, después de dos ciclos mayores.
La figura actúa como un calendario causal; indica plazos de varios grados, ordena series de fechas similares que han tenido, o tendrán, algo en común; contiene, secretamente, la experiencia vital de varias generaciones humanas.
Este gráfico —tan simple y conocido y, sin embargo, tan poderoso en su concisión (ignorado tanto por el astrónomo como por el astrólogo)— dilucidará gradualmente muchas causas de carácter general, hasta ahora totalmente desconocidas, que en correspondencia manifiestan acontecimientos en todos los centros, mayores y menores, del Sistema Solar. Podrá ser utilizado tanto hacia el pasado como hacia el futuro; y cuando hayan surgido los elementos principales de un método de interpretación (aún oscuros), se dispondrá de un medio eficaz para comprender y seguir los grandes plazos de la vida.
En el Sistema Solar hay numerosos relojes, o metrónomos; más adelante veremos esto con más detalles. El reloj más potente es el metrónomo, que marca los programas y las empresas. Es el precioso indicador de las tendencias evolutivas. El ciclo Júpiter/Saturno guía el misterioso desarrollo interior, el que a la conciencia la libera gradualmente de la forma.
Estos conceptos se aclaran cuando se considera que Saturno, de tercer Rayo, es el Señor de la Justicia cósmica y que, por lo tanto, el juego rítmico de la Estrella también debe referirse a la retribución del karma en su sentido más general y a la ley de la economía; y que Júpiter, de segundo Rayo, es el Señor del magnetismo cósmico del Espacio solar y, por consiguiente, regula las atracciones, revela, guía, protege y enseña.
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No es posible comprender cabalmente el contenido de esta trayectoria espacial, ordenada cíclicamente por las dos Luminarias superiores que orbitan en torno al Centro. Su profundidad pasma a quien la mira por primera vez. Pero el llamamiento que ejerce sobre la conciencia que está decidida a estudiar y comprender las leyes de la Vida no puede ser evitado por mucho tiempo. Aunque todavía sea misterioso e inaprensible, el hecho de haberlo sacado con el pensamiento de las aguas del Sistema Solar es ciertamente un logro, que en cierto modo convalida un poco las hipótesis que lo han guiado y que lo impulsan a atreverse a otros avances.
Por lo tanto, en este punto es legítimo suponer que las fases de cuadratura son favorables a la precipitación de acontecimientos de valor kármico, es decir, de esas crisis de conciencia y reorientación (siempre beneficiosas, al final) que modelan cualquier crecimiento.
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Por consiguiente, el Triángulo superior y real gobierna la sucesión de todos aquellos impulsos que tienden a recuperar la conciencia del Cielo, con dosis justas y proporcionadas, pero dejando libre el modo de llevarla a cabo. Tratar de comprender, prever y esperar los plazos programados de esta marcha solar hacia la Luz ya es en sí una verdadera ciencia de la vida.
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Dos breves advertencias antes de pasar al estudio del Triángulo inferior:
- El lugar zodiacal que marca el final y el principio del ciclo mayor (de 60 años) no es constante. Si este fuera el caso, no habría progreso, solo repetición mecánica y obsesiva. El gran Triángulo sigue su propia espiral, que no se cierra sobre sí misma, sino que avanza unos 8 grados por cada latido del ciclo. De ello se deduce que no se reproduce en un Signo más de tres veces consecutivas (60, 120 y 180 años), lo que da inicio a otro, aún más vasto y
- Los ciclos se han medido, y se seguirán midiendo, sobre la base de los años terrestres, puesto que no se dispone de otras unidades. Sin embargo, estos números no son expresiones de tiempo, sino medidas proporcionales de ritmo. La distinción es sutil y esencial.
EL TRIÁNGULO INFERIOR
El segundo Triángulo de la Estrella solar está compuesto por la geometría dinámica y variable que une a Venus (quinto Rayo), Neptuno (sexto Rayo) y Urano (séptimo Rayo). Sus tres lados no pasan por el Centro del Sistema Solar y, consecuentemente, son direcciones secundarias. Esto revela la naturaleza subordinada de esta estructura solar, que, como la otra, no tiene un Vértice inmóvil y trascendente. En este sentido es ilusorio, no tiene subsistencia propia, sino solo una que es mediada. Sus Vértices son centros reales; por consiguiente, son capaces de activar direcciones primarias con el Sol/Vulcano, al igual que las dos Luminarias mayores consideradas anteriormente, pero no se puede decir que su formación geométrica global tenga un valor igual al del Triángulo superior.
Por lo tanto, es inmediatamente legítimo inferir que su poder actúa sobre los aspectos más formales de la vida, que están dotados de existencia y semejanza, pero no de realidad; o sobre el mundo de lo efímero, de lo cambiante, de las variaciones, de los efectos. Sin embargo, la vida hace pleno uso de este reino de lo transitorio; y es a través de él que logra sus propios fines evolutivos. Así pues, se podría decir que el Triángulo menor regula la inmutable ley de los cambios.
Para el estudioso se abre otro campo de investigación, tan inexplorado como el anterior y no menos dispuesto y ordenado divinamente. ¡Qué maravilla ver claramente en el Cielo el entrelazamiento patente y el oculto de lo real y lo ficticio!
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De inmediato surge una pregunta fundamental: ¿Cómo se transmite el poder vital del Triángulo real a este otro?
Es imperativo responder a esta pregunta a la luz de las hipótesis, de lo contrario sería imposible continuar. Uno se vería obligado a detenerse, impotente, y la “expedición” fracasaría en este punto. Planteemos la cuestión en otros términos: si el primer Triángulo se abastece de energía vital directamente desde el Centro del Sistema Solar, ¿cuál es el dispositivo que activa el segundo, desprovisto de direcciones primarias? El lector ha de tener la bondad de recordar que el asunto no concierne a las tres Luminarias (Venus, Neptuno y Urano), sino a la geometría del Triángulo que ellos componen y varían continuamente.
De hecho, el lugar apropiado para intentar una respuesta sería el cuarto capítulo, que entre otras cosas se referirá a la relación entre los dos Triángulos; pero al menos de forma concisa se considera correcto anticipar lo esencial, para que el lector pueda continuar sin vacilaciones.
La enérgica de soldadura entre los dos Triángulos es otra de las bellas luces adquiridas en el curso de este estudio, y compensa ampliamente la fatiga y la tensión. La respuesta que se propone se puede expresar con una sola palabra: resonancia.
Saturno, el tercer Vértice del Triángulo mayor, es una Luminaria de tercer Rayo y vuela en la quinta Órbita, o en la quinta Onda. Esta es el Ente espacial que difunde los “decretos inaprensibles” por todo el ámbito solar. Venus, el Vértice del Triángulo inferior, es una Luminaria de quinto Rayo y por su naturaleza esencial es el resonador ideal de todo lo que concierne a esta cualidad. Por lo tanto, desde el tercer Vértice del primer Triángulo, a través de la quinta Órbita, la energía se vierte en el segundo, excitando la luz de Venus.
Este recorrido de la energía está siempre abierto y también es válido en sentido contrario, ya que las fuerzas activas del Triángulo menor se propagan hasta Saturno a través de la tercera Órbita, que es la de Venus. Los dos Triángulos están en un estado continuo de intercambio recíproco: la energía que desciende y la energía que asciende. Y todo esto sucede sin necesidad de un contacto físico o de dispositivos complejos, y también sin necesidad de alineaciones especiales entre las Luminarias.
Ahora aparece la Inteligencia divina que dispuso las Luminarias en sus Órbitas para las necesidades funcionales superiores y admirables. En conformidad con esta verdad, se afirma que Saturno es un elemento esencial para la vida del Sistema Solar: por ejemplo, si por una catástrofe cósmica este centro fuera aniquilado, los intercambios vitales se interrumpirían en todas partes, y provocaría la muerte exterior del Sistema Solar. Esto sugiere que esa Luminaria debe ser especialmente protegida por diversos medios, debido a la delicada necesidad de su misión cósmica.
Quizás todas las Luminarias sean insustituibles y, por lo tanto, requieran una defensa vigilante contra los ataques del caos. Lo que se acaba de decir parece indicar que el centro más expuesto sea Saturno. Por supuesto, se trata de meras conjeturas. Saturno está rodeado de anillos, que parecen una corona de gloria, pero que también podrían entenderse como un escudo.
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Los ciclos característicos del Triángulo inferior son más complejos. De hecho, en este caso no es suficiente calcular la conjunción (u otra fase del ciclo) de solo dos Luminarias para tener inmediatamente un calendario claro de sus pulsaciones, sino que se necesita la concurrencia de los tres Vértices, y solo en la fase de conjunción. Sin embargo, es fácil reconocer que este acontecimiento se produce cada 840 años, y que dicho ciclo incluye 5 revoluciones de Neptuno, 10 de Urano y 1344 de Venus.
Por supuesto, se podrían calcular todas las fases intermedias, pero esta tarea excede el alcance de este breve ensayo. Más bien, es interesante comparar los ciclos de los dos Triángulos:
840/60 = 14 = 2 x 7
Una correlación que destaca la contribución organizativa del séptimo Señor.
Además, llamamos la atención sobre el número que se ha encontrado, el 840, que es el producto de:
1 x 2 x 3 x 4 x 5 x 7 = 840
Todos los Rayos son sus factores, incluso el sexto, que parece faltar, pero está implícito en el 2 x 3. Por lo tanto, es el número mínimo que contiene a todos, y puede ser tomado como el símbolo del Espacio solar.
Por último: 840 es diez veces 84, que vale 7 x 12, ya conocido en estas páginas como el ciclo característico de Urano, la Luminaria de séptimo Rayo.»
Nota: Este artículo ha sido traducido del original en italiano; consultar aquí.