Psicosofía y Ciencia

La Materia y el Espíritu

Basándose en las investigaciones de Douglas Mac Dougall (Universidad de Harvard), Rupert Sheldrake apoyó la hipótesis de que las fuerzas inmateriales generan la forma dentro de la materia. La hipótesis morfogenética, probada científicamente en 1998, supone la existencia de una memoria colectiva diseminada por todo el universo, que es independiente del soporte cerebral y, por lo tanto, capaz de sobrevivir a la muerte. Debido a esta naturaleza, los campos de resonancia mórficos, portadores de memoria, se rigen por leyes que se sustraen del espacio-tiempo; lo hacen más bien por las leyes de afinidad y correspondencia: «entre los organismos existe una misteriosa conexión telepática, más allá de la dimensión espacio-temporal».

Los campos poseen una memoria intrínseca (individual + colectiva) que se basan en lo que ha ocurrido antes, y son portadores de hábitos y rasgos hereditarios. Cada nivel de organización tiene su propio campo mórfico: la colectividad, los seres individuales vivos, los órganos. Sheldrake también cree que los campos mórficos de cada individuo están vinculados con los de los demás individuos. Todo pensamiento es energía, y como tal está anclado en estos campos electromagnéticos de memoria. Lo mismo ocurre con cualquier «acción o acontecimiento». Esto significa que en ellos está anclado y almacenado todo el conocimiento de la humanidad desde el principio y que caracterizan e influyen en todas las formas físicas e incluso en nuestro comportamiento. Las cosas que aprendemos, pensamos y decimos también influyen en los demás a través de la resonancia mórfica.

La expresión entrelazamiento cuántico se refiere al fenómeno físico, observado en laboratorio, de conectar en un campo todas las partículas subatómicas que componen la materia. La materia está, pues, conectada a un campo, y este la dota de sus propias características. Nosotros experimentamos lo que proyectamos en el campo, de manera consciente o inconsciente. La combinación de nuestros pensamientos y emociones crea una emisión energética que afecta al campo en el que estamos inmersos y que, como un espejo, nos devuelve —amplificado— el mismo patrón energético.

Los descubrimientos más recientes en biología parecen convalidar la hipótesis de un mecanismo por el que energías «ordenadoras» aún desconocidas operan sobre la materia orgánica, organizándola y fomentando de grado en grado la conciencia en ella. La conciencia está presente, en diferentes niveles, en toda la sustancia del universo; se desarrolla sucesivamente en el curso de la evolución, en el paso a través del reino mineral, vegetal, animal; en el hombre, una síntesis de este largo proceso evolutivo, alcanza su nivel más avanzado en nuestro Planeta.

Esto nos lleva a la equivalencia entre energía y materia. Toda sustancia visible es energía condensada, es decir, energía en niveles de vibración más bajos que el «espíritu». Solo en estas condiciones esta energía puede manifestarse concretamente en el espacio-tiempo y permitir la existencia de formas de vida perceptibles tal como las conocemos.

Esta energía desciende a través de diferentes niveles:

«La cerilla enciende el papel (el plano mental, el intelecto); este enciende las ramitas (el plano astral, el corazón), y estas encienden la leña gruesa (el plano físico). Por lo tanto, todo comienza en la cima, con el espíritu; luego, pasando de cuerpo en cuerpo, el fuego acaba llegando al plano físico. No es posible una realización real en el nivel físico hasta que uno haya comenzado a trabajar con el espíritu que da el impulso desde arriba.» (Pensamientos cotidianos, O. M. Aïvanhov)
«Pero mientras esperan alcanzar esa etapa de evolución —a la que llegarán dentro de millones de años—, los seres humanos deben concentrar todos sus esfuerzos en la Tierra, para hacerla vibrar en armonía con el mundo divino. (…) la evolución de la humanidad pasa por el dominio y la espiritualización del plano físico.» (Pensamientos cotidianos, O. M. Aïvanhov)

Al final, veremos con creciente claridad que la energía es la vida, y la vida evoluciona a través de la conciencia: «Todo es mente», se afirma en el Dhammapada.

 Todo es Mente

Ya en la primera mitad del siglo XX, la observación del universo «mental» por parte de J. H. Jeans (1877-1946) parecía coincidir con la intuición de los místicos, confirmando el dicho de Virgilio: «Mens agitat molem».

«(…) el universo empieza a parecernos más un gran pensamiento que una gran máquina; la aparente objetividad de las cosas se debe a su existencia en la Mente. (…) la Mente ya no se presenta como una intrusa accidental en el reino de la materia, sino que empezamos a sospechar que debemos considerarla más bien como la Creadora y Gobernante del reino de la materia. (…) el antiguo dualismo entre Mente y Materia parece casi desaparecer (…), resolviéndose en una creación y manifestación de la Mente. (The Misterious Universe, 1930, J. H. Jeans)

Aún más explícito fue J. B. Haldane (1892-1964), genetista de Oxford:

«(…) el mundo material, que ha sido considerado como un mecanismo ciego, es en realidad un mundo espiritual, que está visto de forma imperfecta y parcial. El único mundo real es el espiritual. La verdad es que ni la materia ni la fuerza ni ningún otro factor físico conoce el factor central del universo, solo la Mente.» (The modern Review, J. B. S. Haldane)

Einstein desarrolló la teoría de campo unificado de la energía, que afirma que una única energía es la creadora de todas las formas de la materia y que, por lo tanto, todo lo que existe en la diferenciación es la manifestación de una única energía creadora indiferenciada y original; y Jung lo creía: «Formamos parte de una memoria colectiva a la que todos recurrimos; inconscientemente todos estamos conectados a todo lo demás y a todos los demás seres (…).

En tiempos aún más recientes, el concepto de la unidad del universo se ha visto cada vez más confirmado por la teoría del «holomovimiento» de David Bhom (1980), la hipótesis del cerebro holográfico de Karl Pribam (1971) y la causalidad morfogenética de Rupert Sheldrake (1981).

En su libro “A New Science of Life”, el fisiólogo vegetal británico Rupert Sheldrake propone la idea de que los sistemas se rigen no solo por las leyes de la física, sino también por campos organizadores invisibles que él denomina «campos morfogenéticos» (de morphè, ‘forma’ y genos, ‘engendrar’, ‘producir’). Una parte de la comunidad científica reconoce estos campos con los términos «noosfera», «mente extendida» o campos de información. Estos campos también se conocen con otras definiciones como: Matriz, Crónica del Akasha, Anima Mundi, Alma Colectiva o Inconsciente Colectivo (C. G. Jung)

«La realidad primigenia es el espacio como un fundamental, solemne y original campo de in-formación y de energía: y nosotros formamos parte de él. Somos una variación en su interior, unas estructuras superpuestas dentro de ella. Toda la vida lo es. Todo el cosmos lo es. Formamos parte de un holograma, un holograma de la biosfera, y a través de este holograma nos comunicamos. Y es accesible. (Boletín de Buena Voluntad Mundial, junio del 2006, Ervin Laszlo)

Por consiguiente, existe una unidad fundamental entre el hombre y el Universo y una Conciencia-energía que actúa en el Todo (véase también el libro de Peter Russell, The global Brain Awakens): el universo es un todo en el que todas las partes están interconectadas.

«El mundo es una tela cuyos hilos están hechos de éter; allí estamos entretejidos con todas las criaturas. Todo lo sensible proviene del éter, que lo contiene todo; todo es éter cristalizado. El mundo es una inmensa alfombra; poseemos el mundo entero en cada respiración porque respiramos el éter en el que todo está constituido y porque “somos” el éter.»  (Understanding Islam, Frithjof Schuon)


Nota: Este artículo ha sido traducido del original en italiano; consultar aquí. Este artículo se publica en correspondencia con la conjunción de Júpiter (2.o Rayo, Señor del Espacio solar) y Mercurio (4.o Rayo, Señor de la Armonía y de la Mente intuitiva) en el signo de Acuario, la Nueva Era, cuyos síntomas ya estamos sintiendo y viviendo.

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