La Exactitud de la Correlación

El don y la enseñanza que nos ofrece la meta de este año 5.7 del Plan, “Liturgia creadora del grupo y del trabajo”, es el sello de sacralidad en el espacio interior y exterior. Estamos aprendiendo a reconocer la necesidad de la liturgia en cada ente de la creación, desde el microscópico hasta el universal, e intuimos el entrelazamiento de las correlaciones exactas, guiadas por el principio de cooperación mutua entre los componentes de cada organismo, cada uno animado por su propia vida. (*)

Nos gustaría destacar aquí un aspecto litúrgico importante: la exactitud.

«Todas las intervenciones del 7 poseen algo mágico; portan en sí el aroma de un mundo superior. (…) un poco de rigor y exactitud es suficiente para elevar la dignidad de las cosas y los hechos que el 5 construye para la gloria del UNO.» [1] Y, al contrario, estamos muy conscientes del riesgo que supone cualquier desequilibrio o inexactitud en el ritmo natural de un organismo, tanto en él como en su “universo local”.

 La Enseñanza del Agni Yoga menciona este valor en numerosos pasajes:

«(…) Es necesario comprender exactamente cómo el fuego del microcosmos resuena con el mayor del Macrocosmos. ¿Puede ser poca cosa el esfuerzo para servir en el Fuego?»

Exploremos, pues, la palabra ‘exactitud’: deriva del adjetivo “exacto” [3], del latín exactus, que es el participio pasado del verbo exigere. Es asombrosa la cantidad de sentidos que posee este verbo latino; por eso solo el contexto puede aclarar su significado. He aquí algunos: ‘expulsar’, ‘arrojar’, ‘pasar de un lado a otro’, ‘llevar a cabo’, ‘exigir’ (incluidos los impuestos), ‘supervisar la ejecución de una obra pública’, ‘examinar’, ‘medir’, ‘dirigir según una norma’. El verbo también llama la atención por la fuerza que expresan sus distintos sentidos.

Exigere se compone del prefijo ex- y del verbo agere: ex- indica el espacio y el tiempo de origen, la causa primera, la relación (conforme a); agere significa ‘conducir’, ‘guiar’, ‘impulsar’, ‘avanzar’, ‘construir’, ‘vivir’, ‘actuar’, ‘realizar’. Según el lingüista Franco Rendich, el étimo indoeuropeo del verbo se compone de dos elementos sonoros: “iniciar [un] movimiento recto hacia delante [j]”, “avanzar”, “empujar hacia delante”, “conducir”, “cazar”. El sánscrito aj, ‘guiar’, y el griego ago, ‘conducir’, ‘avanzar’, agós, ‘guiar’, derivan de la misma raíz. También son interesantes los siguientes términos latinos derivados del étimo: agito, “poner en movimiento”; agonis, ‘lucha’; actio, ‘acción’; actus, ‘impulso’; cogitocum + ago—, “impulsar hacia delante la mente”, “pensar”. [4]

También observamos que ajana en sánscrito es uno de los epítetos de Brahma, que significa “el que empuja hacia delante”, y que en latín, uno de los epítetos del dios Sol es indiges —*endo + agens—, “el que guía desde dentro”.

Las distintas piezas del mosaico compuestas por las lenguas examinadas nos dan, por tanto, para la raíz *AJ-, la idea de “guía”, “empujada”, con una potente nota de sacralidad. Al agregar el prefijo ex- en latín, el concepto expresado se convierte en “guía desde los orígenes”.

Recordemos de nuevo la definición de la palabra que se encuentra en el documento “El Lambdoma del Espacio” [no traducido al castellano]: «La exactitud es la Regla del Infinito», que se encuentra en el Vórtice 4.1, y que significa el guía del Origen (1.er Rayo) reflejado en los mundos manifestados (4.o Rayo).

Nos referimos ahora a la cita mencionada inicialmente en el Meta 5.7 del año en curso, recordando que un componente importante de la liturgia es la solemnidad, que (…) «se asemeja a una sonrisa más que a un ceño fruncido; expresa el gozo calmo y sereno.  (…) es el aroma del Vórtice 5.7; y su valor puede ser apreciado y comprendido mejor si se observan los acontecimientos del mundo actual, que están desprovistos de toda sacralidad.» [5].

Junto con ese valor, también cuidamos, con ánimo confidente, la exactitud, que es la resuelta determinación de atender los principios rectores en nuestro trabajo, siguiendo estrictamente las direcciones celestes y manifestando las reglas en nuestra vida diaria.

Hay que añadir que en el mundo actual, mientras que el valor de la solemnidad es a menudo tergiversado o relegado a ámbitos restringidos y encubiertos, el valor de la exactitud es muy apreciado, tanto en el plano práctico como en el abstracto, dado que, por ejemplo, las matemáticas y las diversas disciplinas que aplican el «método científico» se definen como «exactas», a diferencia de las llamadas «ciencias humanas». [6]

Sin embargo, también aquí la exactitud se ve a menudo privada de su conexión sagrada original con las leyes cósmicas universales y se limita a los procesos de investigación y medición relacionados con el conocimiento y los exámenes «científicos», así como con diversos instrumentos y tecnologías, que, sin embargo, debemos reconocer que son muy apreciables y útiles en sus campos específicos de aplicación.

Pero reiteramos que confinar el concepto de exactitud a ciertos ámbitos —perpetuando así la brecha entre la cultura científica y la humanística— es un  indicio de una actitud presuntuosa y separadora que contribuye a mantener muros de prejuicios entre los ámbitos del conocimiento y la cultura. Solo desarrollando una visión profundamente litúrgica —que es precisamente la meta final del septenio dedicado a la nueva cultura y la nueva civilización— puede abordar estas escisiones, sustituyendo la visión especializada de las fronteras por la visión unitaria de la correlación entre todas las criaturas.

Como un acto litúrgico, a fin de que el trabajo sea más orgánico y armonioso, este año celebramos la entrada en los distintos signos del Zodíaco, desde Capricornio hasta Sagitario, mediante la participación en Rituales, publicados en estas páginas, de acuerdo con el ritmo planetario y solar. En una de ellas, dedicada a Géminis, leemos: El Cielo no tiene edad y no conoce la distancia. Por lo tanto, conecta todas las cosas que son, han sido y serán, en cada lugar. (…) Es la Vida de todas las correlaciones. (…) El Cielo es Número, Correlación y Sonido. Sus obras son exactas.

En estas concisas palabras brilla como un diamante la correlación entre todo lo que existe y también la idea de exactitud, que en el concepto de «correlación» realiza la unión del número y el sonido. Entonces, si es cierto que el Universo está escrito en caracteres matemáticos, pensemos en las correlaciones que subyacen a toda la creación. Consideremos también que la Armonía, que es capaz de explicar la infinita complejidad del Universo a través de la generación del sonido creador, es fundamentalmente una ciencia de correlaciones.

La idea de «correlación» nos conduce a interpretar la realidad con un nuevo alfabeto y código de lectura, basado en la infinita pero exacta red de correlaciones; y eso parece tan fundamental que nos impulsa a explorar su etimología, dado que arrojar luz sobre su raíz sonora revela su esencia. Y la búsqueda no decepciona.

El sustantivo ‘correlación’ está formado con raíces latinas, y significa “establecer una relación recíproca entre dos o más cosas”. Sus componentes léxicos son el prefijo con– (todo, junto), relatio (acción y efecto de llevar algo a la mente otra vez), más el sufijo –ar. Cuando uno relaciona —lleva el conocimiento de— una cosa con otra, forma una conexión metal.

El lingüista Franco Rendich escribe: «El objetivo último de la civilización en la que se formó la lengua materna del sánscrito era hacer a los seres humanos espiritualmente puros, una condición necesaria para alcanzar la inmortalidad.» Del sonido p se desarrolló la palabra griega pyr, ‘fuego’, y todos los términos que expresan purificación. La palabra ‘fuego’, proviene del latín focus; y este término se vincula con una raíz indoeuropea *behok– (quemar). [7]

Ar/or/ur es una raíz que significa ‘moverse hacia’, ‘adherirse’, con la idea sintética de ‘trabajar’, ‘adaptar’, ‘adherirse’, para expresar el movimiento de unir. Se trata de una raíz primaria, tan importante que dio nombre al pueblo indoeuropeo o “ario”: “que va hacia la unión”. Da la base a palabras fundamentales como ‘origen’, ‘horizonte’, ‘oriente’, ‘arte’, ‘arar’, ‘orar’, ‘ordenar’.

En el término también se destaca la doble preposición; una de ellas expresa la idea de retroceso y la otra la de avance, para intensificar la idea del dinamismo de la travesía, de las polaridades y de la tensión de la finalización del pasaje.

Si la raíz sonora expresa la idea del movimiento del fuego que abre una brecha entre dos polaridades, el sánscrito pi-par-mi, ‘llevar más allá’, ‘salvar’; el griego, perào, ‘cruzar’; el latín, porta, ‘puerta’, ‘paso’; portus, ‘puerto’ “que salva”.

Recordemos de nuevo que en el documento “El Lambdoma Generador” [no traducido al castellano] la definición es: La Correlación es la síntesis ígnea de las polaridades. (3.6)

Nosotros mismos, como unidad de conciencia, somos una correlación entre el Espíritu y la Materia. Reflexionemos otra vez que esta idea de cruce expresada por la raíz *PṚ-/*PAR-/*POR- está profundamente arraigada en el lenguaje, considerando lo siguiente:

–    Por ejemplo, el adjetivo ‘importante’ significa literalmente “conducir hacia dentro”, “abrir un paso”, “provocar una apertura”. ¿Somos capaces de recordarlo, como prueba de fuego de la verdadera “importancia” que damos a nuestra correlación con nosotros mismos y con los demás, con las cosas y los ideales?

–    Todos los términos que expresan el concepto de experimentar, de experiencia.

–    En las palabras derivadas del griego, en muchos casos el prefijo “para” conserva el uso indoeuropeo de “más allá”, “además”: el mismo término ‘palabra’ deriva del latín “para-bola”, tomado del griego parabolé, compuesto da parà + ballo, ‘lanzar’: “un lanzamiento que cruza”.

Concluyamos con un pensamiento del Agni Yoga [8]:

El Cosmos se basa en la reciprocidad de las relaciones. La atracción es una fuerza motriz, además de cohesiva. Solo por su virtud, en verdad, gobierna la gran ley. Los cuerpos materiales están regulados por las fuerzas de atracción y la misma ley gobierna todo el mundo espiritual. Solo ella impregna la vida de un impulso creativo. (…)


[*] Hoy, como ocurre a intervalos de unos tres meses, se produce la conjunción heliocéntrica entre Mercurio y Neptuno, asociada a la armonía del lenguaje.

[1] Primer Vértice, Le Mete lontane, ed. Nuova era, 2017, p. 139.

[2] El Mundo del Fuego II, § 455 [El Mundo Ardiente II]

[3] “Exactitud” es un “sustantivo derivado de un adjetivo” o “sustantivo de cualidad”, porque trata como una entidad a la cualidad expresada por el adjetivo de referencia.

[4] Franco Rendich, Dizionario Etimologico comparato delle lingue classiche indoeuropee. Indoeuropeo- Sanscrito-Greco-Latino, Palombi Editori, 2010, pp. 94-95,

[5] Primer Vértice, Obra citada anteriormente, pp. 138-139.

[6] En la actualidad, incluso las ciencias exactas y naturales se definen como “ciencias duras” (siguiendo la expresión inglesa hard science), contrastándolas con las disciplinas de humanidades, a veces definidas como “ciencias blandas” (soft science), sobre la base de que solo las primeras podrían registrar datos cuantitativos, recolectados con medidas experimentales repetibles, elaborados con fórmulas matemáticas y capaces de predecir fenómenos verificables.

 [7] Franco Rendich, Obra citada anteriormente, pp. 221, 245-246.

[8] Infinito II, § 27

Nota: Este artículo ha sido traducido del original en italiano; consultar aquí.

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