«Combatir es como construir.» (1) En estos momentos críticos, la Humanidad está librando una ardua batalla, a saber, la de construirse, o reconstruirse, según esos Cánones que la harán cada vez más parecida al Modelo eterno que vive en el corazón del Uno.
Todo hombre anhela comprender, y poner en acción, el propósito por el que se encarnó, para desempeñar verdadero su papel en el mundo, hecho de comprensión, ardor y libertad. Todo hombre recorre los más variados caminos para llegar al centro de sí mismo y desde ese lugar de fuego expresar su pura esencia.
“Expresar es trabajar” (2), y esto nos permite afirmar que “cualquier obra expresiva, si es armoniosa, produce belleza”. (3)
En el mundo corriente, cada uno tiene un trabajo, una profesión, una ocupación que le hace formar parte del consenso civil y que a menudo adquiere el valor de una identificación; cuando pensamos en nosotros mismos, a menudo lo hacemos en función del trabajo que realizamos, de las responsabilidades que asumimos diariamente, del poder, grande o pequeño, que esta ocupación confiere a la naturaleza y a los demás. ¡Y cuántas veces «luchamos» por tener un trabajo, nos sacrificamos por el trabajo, elevamos el trabajo a la categoría de deidad a la que ofrecemos cualquier sacrificio!
Pero hay un Trabajo al que estamos llamados en cuanto agudizamos los «oídos del Corazón» (4) y respondemos al Llamamiento del Espíritu que llama incesantemente a los Obreros para la construcción del Templo humano y cósmico. Y en esta situación no hay competencia, ni preparación, ni recomendación que valgan: debemos escuchar la voz sutil de la conciencia y aprender a sincronizarnos con la energía que vibra dentro y fuera de nosotros.
Llega el momento en el que el hombre comprende que el fuego que arde en su interior tiene un nombre, tiene un sonido, tiene un color; que este fuego arde de acuerdo con las luces celestes; que este fuego, en final, da forma a su vida y le lleva a reconocerse como parte de un todo mayor al que desea prestar Servicio.
«Un servidor perfecto es quien realiza al máximo de su capacidad lo él que cree que es la voluntad del Maestro y la obra que debe realizarse en cooperación con el plan de Dios. Luego, habiendo hecho su parte, prosigue con su trabajo independientemente del resultado de su acción. Sabe que ojos más sabios que los suyos ven el fin desde el principio, que una percepción más profunda y amorosa que la suya sopesa los frutos de su servicio, que un juicio más profundo que el suyo evalúa la fuerza y el alcance de la vibración establecida y la adapta según el motivo.» (5)
El hombre comprende finalmente que hay un Trabajo más elevado y que el Trabajo se convierte en su vida y su vida en un Servicio.
«Aquellos seres que han conformado la conciencia menor, la abandonan para identificarse con conjuntos mayores, sirven espontáneamente: el Sol es el ejemplo fulgurante.» (6)
De esta manera, al igual que en el mundo corriente pero con una voluntad mucho más elevada, el hombre asume sobre sí la carga de un fuego, un sonido, una luz, es decir, de un «tarea» que realiza en armonía con su parte más profunda, con su verdadera naturaleza y, en virtud de esta respuesta profunda, se pone a trabajar por el Bien común.
«Cuando el hombre comprende la comunión con el mundo y la ayuda que puede prestar, se transforma completamente.» (7)
De este modo, esta «tarea» se convierte en la representación simbólica, el canon, de la construcción del Grupo Humano según modalidades conscientes, ordenadas y colaboradoras. Los hombres pueden hallarse juntos, guiados por un gran Proyecto, un Plan planetario, y cada uno puede ofrecer su Trabajo según la función «sutil» de la que es portador y que gradualmente brilla más y más en él y le hace responder a la única «verdadera regla del Cielo, que es el Servicio». (8)
Así continúa el Trabajo, así el Templo se eleva hacia el Cielo, así los hombres se vuelven una Humanidad Una.
En este momento en que Mercurio, el Señor del Modelo, y Venus, la Maestra de la Construcción áurea, están en conjunción heliocéntrica en Virgo, este canto común resuena en el Espacio; es el canto de los Constructores que levantan el Templo de la Humanidad. Para celebrar este Trabajo común, se decidió ofrecer al Espacio una flor de Belleza, un vídeo que ilustra poéticamente el Trabajo de cada hombre, trabajo que será compensado con el gozo, el salario de los Constructores de la Nueva Cultura.
Luces, colores y símbolos para representar las 42 Funciones o «Tareas» del Plan, ese «Proyecto de Amor y Luz» de 49 Metas para afirmar y sembrar, partiendo del plano mental superior (causal), como prototipo del Trabajo grupal armonioso que espera a la Nueva Humanidad. (Consultar el documento Afirmar el Plan Planetario)
«El gozo lo inunda todo. A la luz del Sol, la Obra crece y toma forma.
Los Constructores y los Guerreros se unen.
Es la fiesta del trabajo luminoso, del avance, del ritmo, de la victoria. (…)
Ligeros como niños, los Constructores dan la espalda al Templo.
Observan los espacios celestes, vacíos de formas, donde todo es Uno.» (9)
- Rituali 1992, Rito di Scorpio, Enzio Savoini; documento inédito.
- Primer Vértice, L’uomo sul pianeta e nel cielo, Ed. Nuova Era, 2020, p. 105.
- Ídem.
- Corazón I, Agni Yoga.
- Cartas sobre Meditación Ocultista, A. A. Bailey, p. 252, Fund. Lucis; vers. ingl., p 348.
- Primer Vértice, L’uomo sul pianeta e nel cielo, Ed. Nuova Era, 2020, p. 109.
- Comunidad, §267, Agni Yoga.
- Primer Vértice, L’uomo sul pianeta e nel cielo, Ed. Nuova Era, 2020, p. 109.
- Ricostruire il santuario della vita umana, Enzio Savoini; documento inédito, 1976.
Nota: Este artículo ha sido traducido del original en italiano; consultar aquí.