¿Qué es la Luz? De hecho, el hombre aún no lo sabe. La ciencia académica también está a oscuras.
Con estos dos documentos sobre La Teoría de la Luz que publicamos:
La Teoría de la Luz; primera parte
La Teoría de la Luz, actualización; segunda parte
se presenta una nueva perspectiva, una nueva hipótesis de la esencia de la Luz. Los conceptos contenidos en estos son nuevos, y quizás verdaderos; de todos modos, ciertamente son preliminares.
Muchos fenómenos del Sistema Solar (por ejemplo, el sentido de las rotaciones planetarias, las órbitas de los satélites, los cometas, etc.) aún deben ser investigados; y pondrán a prueba la teoría esbozada aquí.
Esta nueva hipótesis muestra cuán lejos de poder comprender la Luz aún se halla la ciencia. Si en estas páginas se discuten y critican a menudo las opiniones científicas actuales, es solo para ilustrar la novedad de esta teoría, no para demolerlas.
Esta nueva teoría, que no se basa en el método experimental o empírico, no tiene el apoyo del pensamiento oficial, académico. Es, más bien, un placentero informe de una exploración libre, que no la intención de ser verdadera, salvo de forma relativa. O sea, esto no es un escrito científico y no pretende refutar ni convencer. Los pensamientos a los que se refieren son libres, llenos de asombro ante la belleza y la armonía de la creación. Están cargados de energía psíquica; estos pensamientos, una vez emitidos al Espacio, ayudan a conformar una nueva visión; pero no se oponen, no contestan, no son rebeldes.
Se podrá objetar que esta teoría no es más que un juego de hipótesis. Sea como sea, ¿y por qué no jugar? Sin instrumentos, ¿qué otro método de enfoque sería válido? Lo experimental —ensalzado durante siglos como insustituible, el único riguroso y confiable— llevó al barco de la ciencia a encallar, y tal vez al naufragio. ¿Cómo se puede pensar seriamente en conocer y comprender las leyes de la Inteligencia solar mediante dispositivos mecánicos, por muy ingeniosos que sean? El llamado método «experimental» es un buen ejemplo de esas luciérnagas que los de la Ilustración tomaron por faros. La ciencia del futuro no dependerá tanto de los instrumentos, hoy considerados indispensables, que agravan la mente.
Entonces, ¿qué es la Luz? La Luz es una Inteligencia divina; y esta facultad divina es ciertamente capaz de construir herramientas de diversas clases, pero son superiores a todo lo que se produce en el mundo concreto. Solo la Luz puede conocer y comprender la Luz.
La Luz es la energía que mueve las cosas y la conciencia; conduce al propósito. Quien no es esclavo de los prejuicios reacciona con sorpresa ante el primer anuncio de estas hipótesis, pero pronto reconoce que siempre lo ha sabido. Este es el sello de la verdad, siempre parcial y siempre más inclusiva. Las verdades que se «descubren» ya son conocidas por el corazón: lo nuevo es tan antiguo como el mundo.
A inicios del siglo XXI, estas teorías fueron intuidas por un gran iniciado, un emprendedor. Con audacia, él las ha dado a conocer al género humano; una acción que actualmente está en proceso. De hecho, estas hipótesis son revolucionarias y, sobre todo, innovadoras. Ellas nos abren nuevos campos de investigación y de pensamiento, en los que es posible moverse libremente; y nos incitan a emprender, con gozo e ímpetu, dicho estudio e investigación; nos invitan a tratar de subir sobre los hombros de este gigante, con el objetivo de poder vislumbrar verdades que aún deben ser conocidas y puestas a disposición de la Humanidad. Este es el propósito del trabajo que se lleva a cabo aquí.
Además, otro documento que hemos traducido recientemente es Reconstruir el Santuario de la Vida Humana. (Para acceder a más documentos, pulsar aquí.)