Hoy celebramos la conjunción entre Júpiter, Luminaria que transmite el Amor-Sabiduría solar, y Mercurio, el Mensajero solar que refracta la luz central del Sol en el Espacio, reflejando en los corazones el Modelo de modelos, la Armonía universal, el Arte de vivir en la verdad, la bondad y la belleza; el intervalo entre el Amor y la Armonía.
Consideramos aquí el intervalo como esa entidad psíquica, viviente, que se genera por la relación entre dos sonidos, aunque el concepto puede ampliarse infinitamente, aplicandose a todos los campos que el hombre puede percibir. Si consideramos todas las relaciones como intervalos podemos pensar del mundo de los intervalos como el mundo de la Conciencia, intermediaria entre Sustancia y Espíritu.
“Intervalo significa Conciencia. En el Espacio infinito y viviente, todas las cargas elementales de Fuego (los Puntos) están en correlación con todas las demás. Este campo infinito de relación es la conciencia universal…”1
Esta Conciencia es una correlación entre el aspecto subjetivo, interior y real y el aspecto objetivo, exterior e ilusorio, entre el Fuego vital y la forma, y guarda en sí el Arte Real de los intercambios armónicos entre todas las criaturas, hijas de la Vida y del Espacio.
Es este Espacio vivo e infinito la Sustancia primordial e inteligente de la que todo está hecho. Es el Cáliz que contiene la Vida, el Fuego manifestándose en múltiples criaturas como pétalos de luz exhalando el perfume del Amor. Y el Amor teje relaciones siempre más aureas y armoniosas, reduciendo las distinciones y devolviendo progresivamente lo múltiple al Uno. El Corazón cósmico que palpita en sístoles y diástoles distribuye abundantemente el flujo sonoro y luminoso de la Vida. Se le denomina también la Madre del Mundo, el campo magnético universal, el Amor cósmico, la Octava absoluta.
“Amor es relación, interacción y la unión entre Dios y Su universo, el hombre y Dios, el hombre y su propia alma. Se pone de relieve el móvil y la relación. El resultado impulsor de esa relación es la creación y la manifestación de la forma a través de la cual la divinidad pueda expresarse y llegar a ser. El espíritu y la materia se unieron y vino a la existencia el universo manifestado. El amor es siempre productivo y la Ley de Atracción es fructifera. El hombre y Dios se unierón bajo la misma gran Ley y nació el Cristo (el Principio crístico, Buddhi, Amor-Sabiduría), demostración y garantía de la realidad de la divinidad humana.”2
“Cada hijo de Dios puede decir: He nacido del amor que el Padre siente por la Madre, del deseo que siente la vida por la forma. Por lo tanto expreso el amor y la atracción magnética de la naturaleza de Dios y la respuesta de la naturaleza de la forma y soy la conciencia misma, consciente de la Deidad o Vida”.3
Contemplar el cielo nocturno en el que nuestros Hermanos y Hermanas mayores danzan en correlaciones armónicas irradiando su esencia impregnados de Voluntad al Bien, nos permite reconocer el Modelo por el que la Vida se transmite desde el Uno hasta la multiplicidad de formas de la manifestación: recibir y dar, invocar y evocar, correlaciones aureas.
“Pensad en las estrellas que siempre dan su luz a la humanidad.
Sed como ellas y dad amor, sabiduria y conocimiento”4
Porque el Amor es el Silencio en el que la cualidad, coloreando todas las formas, canta, tejiendo con sus melodias las relaciones, o intervalos, entidades psíquicas reales con capacidad de reaccionar e influenciar al entorno, de la misma manera que un intervalo sonoro transmite su poder y cualidad en el espacio infinito; simetrías y resonancias desplegando la vida en las aguas fecundas de la manifestación.
La Enseñanza habla frecuentemente de “relaciones” sugiriendo que existe una forma de realizar la Unidad, la amorosa comunión entre todas las relaciones, un canon recto, de equilibrio y belleza, una proporción aurea, que reproduce el sonido de la Armonía universal.
Los griegos, grandes maestros de la Belleza, empleaban el término Armonia para expresar el “perfecto equilibrio” en el ser humano, tanto en lo referente a su estado físico como espiritual, lo que producía una elevada forma de vivir.
“A vosotros os es revelado el milagro de crear la armonía de la vida”5
Esta idea de Armonía se encuentra en el corazón mismo del pitagorismo. La música era el método de elevación y purificación del alma y al mismo tiempo objeto de contemplación intelectual que revelaba, con sus congruencias expresables mediante relaciones numéricas, la armonía más profunda del cosmos.
La doctrina pitagórica de la Armonía de las Esferas es la quintaesencia de la belleza, que explica el Cosmos divino, armonizado precisamente de forma maravillosa por medio de la concordancia de las proporciones aritméticas y musicales interpretadas por los cuerpos celestes (vehículos de expresión de la Inteligencia cósmica) con sus movimientos; tonos musicales armoniosos cuya combinación producía una maravillosa melodía permanente: «La Música de las Esferas».
Según relata Jámblico (Vida Pitagórica XV.65, pp.52–53):
«Sirviéndose de un poder divino, inefable y difícil de comprender, Pitágoras aplicaba sus oídos y concentraba su mente en la sublime sinfonía del universo, él sólo escuchando y entendiendo, según sus manifestaciones, la universal armonía y concierto de las esferas y de los astros que se mueven en ellas. Esta armonía produce una música más plena e intensa que la terrenal por el movimiento y revolución sumamente melodioso, bello y variopinto, producto de desiguales y muy diferentes sonidos, velocidades, volúmenes e intervalos.»
Kepler basó en ella su inspiración en la búsqueda de la armonía del movimiento planetario, y en efecto, una ferviente combinación de mística pitagórica y meticulosa experimentación le permitió encontrar sus famosas Leyes.
También Leibnitz considera en su obra Monadología que “el universo tiene la suficiente armonía para que todas las especies y elementos que lo forman puedan existir y coexistir tanto individual como colectivamente con o sin influencias entre ellos”
Porque “La Compasión no es un atributo. Es la Ley de Leyes, la Armonía eterna, el Yo del Alaya, la Esencia Universal ilimitada; una esencia universal infinita, la luz de la Justicia eterna y la adaptabilidad de todas las cosas, la Ley del Amor eterno”6
Así, en el campo infinito del Espacio, del Principio crístico o Amor-Sabiduría manifestado en el Universo, los corazones ardientes contemplan e imitan para amar el Infinito y sus ilimitadas simetrias, atraídos por esa energía impulsora del ascenso incesante que resuelve los desacuerdos, convirtiéndolos en partes armónicas que se abrazan en ardiente síntesis, produciendo un nuevo sonido, más sutil, más cercano al Centro.
¡Que la Humanidad, fusionando el cielo y la tierra, refleje la belleza del Infinito!
Estoy en el corazón del Cristo.
Amo las simetrias espaciales infinitas.
Notas:
- El Sonido Creador
- A. Bailey, Psicología Esotérica I, p. 288, Colección Lucis.
- A. Bailey, Psicología Esotérica I, p. 42, Colección Lucis
- La Llamada, 323, Colección Agni Yoga
- La Llamada, 43, Colección Agni Yoga
- P. Blatvasky, La Voz del Silencio