La Humanidad es Voluntad

Hoy nuestra Tierra —de cuyo Logos extraemos la vida, el movimiento y el ser— se une, en el inicio de Acuario, el signo del Servidor y del Servicio, a Plutón, el poderoso planeta de primer Rayo, conectado con la Voluntad y el Poder.

Plutón es el destructor de las viejas formas que ya no están en consonancia con las energías que surgen; por lo tanto, en los próximos 20 años en que transite en Acuario, el signo de la Nueva Era venidera, operará como el Agente del Propósito divino para limpiar el campo de aquellas estructuras mentales obsoletas que crean, dentro de la Humanidad, obstáculos al crecimiento de los primeros brotes de un nuevo pensamiento que debe producir, en el ciclo, el surgimiento de unas Nuevas Cultura y Civilización.

Los Discípulos del Mundo serán, pues, llamados a enfrentarse, con determinación y respeto, a ese aspecto de la Voluntad que, al destruir las formas, libera las vidas y anula la muerte.

«La energía de la voluntad es la más poderosa en todo el esquema de la existencia planetaria. Se la denomina la “Fuerza de Shamballa” y es lo que mantiene unidas todas las cosas en la vida; de hecho, es la vida misma. Es la fuerza vital o voluntad divina (que implementa la intención divina) por cuyo intermedio Sanat Kumara logra Su propósito.» (Los Rayos y las Iniciaciones, Alice A. Bailey; vers. ingl. p. 715)

Afirmar que la Humanidad es Voluntad, la energía peculiar de Shamballa, la energía a través de la cual el Señor del Mundo logra Su propósito, parece a primera vista desproporcionado cuando se observan los asuntos mundiales a través de la avalancha de noticias que nos llegan de los diversos canales de información, la mayoría de las cuales muestran la evidencia de los efectos perturbadores del impacto de esta tan poderosa energía sobre el egoísmo humano. Debemos entonces decidir recurrir a nuestros vehículos más sutiles para que podamos observar y escuchar el rugido del mundo con los ojos y oídos del corazón a través de los cuales podemos percibir la creciente intensidad del poder invocador de la Humanidad y el poder y dignidad de este nuestro glorioso tercer centro planetario, esa cuarta Jerarquía creadora de Mónadas humanas conocida como los Iniciados.

Entonces, en primer lugar, dejémonos tranquilizar por el Maestro del Agni Yoga que dice: «No hay obstáculos insuperables para la voluntad humana. Digo esto no como consuelo ni como valor, sino como una ley inmutable. (…)» (Agni Yoga, § 393)

En efecto, sabiendo que todo es Uno, conviene recordar que cada nivel de conciencia contiene a los inferiores y está contenido en los superiores, y así la Humanidad, dotada de los tres “vehículos periódicos” que hacen de ella lo que es: Mónada, Alma y Personalidad, es de hecho también partícipe de los dos grandes centros planetarios: Shamballa y Jerarquía, con los que se identifica progresivamente.

Además, nos dicen las Enseñanzas que la Voluntad solo se comprenderá plenamente en el próximo sistema solar, mientras que en el actual su impacto está mediado por la energía del Amor que este Sistema Solar debe alcanzar; entonces, es emocionante pensar que, al buscar identificarnos con esa energía, ya estamos preparando los desarrollos futuros que nuestras mentes ni siquiera pueden imaginar.

«La Voluntad rige la Vía que conduce a Shamballa y es la base de todo acercamiento, apreciación e identificación con el Ser. Esta Voluntad desarrollada se manifiesta como tensión, entendida en sentido esotérico. Implica las ideas de orientación, de determinación implacable, de capacidad de esperar y de mantener inalterables la intención y la orientación, pase lo que pase.» (Los Rayos y las Iniciaciones, Alice A. Bailey; vers. ingl. p. 46)

En el Lambdoma de las Ideas/Vida, hemos definido la Voluntad como “el Agente de la Vida” y a través de esa reverberación de Voluntad que podemos destilar de nuestras vidas es como comenzamos a construir el puente Antahkarana que conecta conscientemente primero la Personalidad con el Alma y luego el Alma con la Mónada.

Hoy, este trabajo consciente de construcción y de conexión con lo divino es llevado a cabo tenazmente por los Discípulos del mundo que, estimulados también por la proximidad del plazo jerárquico del 2025, se reconocen en una Entidad única, unida en el propósito, donde la diversidad de modos operativos representa otros tantos caminos luminosos que conducen a todos los Hombres de Buena Voluntad al centro común: a la Hermandad universal.  Su invocación y su ferviente esfuerzo comienzan también a evocar respuesta de ese Centro donde la Voluntad de Dios es conocida, que estimula las pequeñas voluntades de los Hombres.

Las chispas del Propósito divino, que la Jerarquía traduce en el Plan, de hecho ya están echando raíces en el Centro Humano a través del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, dentro del cual, aquellos que han asumido el honor y la carga, han formulado, en respuesta, un Plan de Amor y de Luz, alimentado por sus propias vidas e impreso en la conciencia común.

Según la Astrología Esotérica, el primer Rayo de Voluntad procede de la estrella Merak de La Osa Mayor y fluye hacia nuestro Sistema Solar a través de tres signos zodiacales: Aries, Leo y Capricornio.

  • «Aries es la constelación por la que las condiciones de inicio fluyen hacia nuestro Sistema Solar. Incorpora la voluntad de crear aquello que manifestará la voluntad de bien.
  • Leo es aquella desde la que llueve sobre la humanidad y el planeta la voluntad de lograr o tener éxito. En esencia, es la autodeterminación. Primero es la afirmación del yo menor, la personalidad, el individuo consciente de sí mismo. Luego la del Yo, el alma, el individuo consciente del grupo, del todo mayor del yo como su componente integrado y unificado. Es la Voluntad de Bien demostrada en los procesos iniciáticos.
  • Capricornio es la constelación a través de la cual llega la Voluntad victoriosa que libera de la forma e inicia el reino en el que se expresa la voluntad (y no el alma) de lo divino.

En resumen: Aries, el Iniciador, Leo, el Yo, y Capricornio, el agente transfigurador.» (Extractos de Astrología Esotérica, A.A. Bailey, vers. ingl., pp. 620-1)

Este ternario de energías zodiacales de gran poder configura el camino que conduce a los individuos, a los grupos y al conjunto de la Humanidad hacia la Iniciación y los Misterios.

«Los Misterios son inseparables de la Voluntad, es decir, del Poder. Confieren poder porque enseñan el uso de la Voluntad. A la inversa, el candidato se cualifica como tal precisamente cuando comienza a comprender el misterio. El paso del Umbral se realiza por un acto de la propia Voluntad, no porque uno sea atraído por una fuerza benévola superior. En ese umbral, las fuerzas se subliman en energías, lo que implica el abandono del deseo como fuerza motriz, sustituido por el libre albedrío responsable. ¿Cómo enseñar al alumno la diferencia entre una vaga aspiración, por sincera que sea, y el uso de la Voluntad? ¿Cómo poner en sus manos la llave de esa Puerta que el mero deseo es incapaz de abrir? En ese momento, cuando el discípulo está casi preparado, se pone de manifiesto la habilidad del Maestro, que entonces está llamado a dar lo mejor de sí mismo. Debe conducir al discípulo del uso semiconsciente del deseo, que solo actúa en el mundo del devenir, al ejercicio práctico de la Voluntad, que vive en el mundo del ser. Esto se logra en el Umbral, donde el alumno se detiene hasta que ha aprendido. La lección es fundamental, pero se expresa en pocas palabras: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”.» (Enzio Savoini, Dispense del 3° Settennio. Misterios, escrito inédito, solo en italiano, junio de 2001)

Y de nuevo:

«(…) Se afirma que el hombre tiene éxito en sus esfuerzos cuando funde los suyos con la Voluntad superior. Se supone que el poder del Maestro es limitado, pero en realidad Él también tiene Su propio Maestro; por lo tanto, la Voluntad superior es la armonía de una multitud de conciencias. Cuando Nosotros proponemos construir juntos el futuro, Nosotros queremos decir que Tu Voluntad esté de acuerdo con la Nuestra. ¡Incluso las mejores estructuras se arruinan si la voluntad inferior socava sus cimientos! (…) El Maestro puede crear un futuro mejor, pero el alumno debe comprenderlo y aceptarlo. (…) (Supramundano I, § 185 Agni Yoga)

Como dicen las Enseñanzas, «el Reino de los Cielos debe ser tomado por la fuerza»: primero la fuerza del Deseo, luego la de la Aspiración, y después la de la Voluntad, la energía que el Maestro del Agni Yoga llama “la cuerda del arco de la conciencia“. Y el camino es siempre el mismo, en todos los niveles; lo Mayor crece mientras lo menor mengua, identificándose con Aquello. Así, en un proceso de evolución increíblemente simple, aunque aparentemente no fácil, se cumple y se es admitido en el Gran Servicio, que presupone el coraje de trabajar creativamente para el Infinito, en el gozo del autosacrificio: «¡Hágase Tu voluntad!»

Entonces el vínculo con la Jerarquía se hace indisoluble y la puerta al Mundo ígneo de la Iniciación se abre con el impulso de la Voluntad de Bien del Servidor del mundo que va conscientemente a ocupar ese “lugar de fuego”, en la cúspide de la gran Pirámide, donde el Cielo y la Tierra, los poderes solares y humanos se tocan y se establece la Unión.

Entonces podremos afirmar con clara conciencia que la Humanidad es Voluntad.

«(…) El Cosmos y nuestra voluntad simbolizan la afirmación del Ser. Y el libre albedrío no es más que una gran oportunidad para expresar el espíritu humano. Cuando el Fuego del Espacio dirige la conciencia hacia el Infinito, aumenta la impetuosa corriente de energía. Cuando se abandone el aislamiento, la fusión consecuente se volverá hacia el Infinito. En todo el Espacio el pulso es uno y una es la Ley Universal para todo lo que existe. Toda la vida y todo el Espacio están designados para crear. Los mundos lejanos son nuestro camino. Son nuestra fuente de luz. Son las perspectivas de la poderosa visión de la Madre del Mundo. El espíritu humano que desee expandirse acabará por encontrarlos. Digamos que lo inalcanzable puede ser alcanzado y la pobreza transmutada en riqueza. Por lo tanto, dirijamos la voluntad hacia el Infinito, hacia toda su belleza.» (Infinito I § 61, Agni Yoga)


 

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