La Evolución dévica

Hoy celebramos, según la visión heliocéntrica, la conjunción de Mercurio/Hermes, Señor de la Armonía y Belleza, y Venus/Afrodita, la Señora de la Proporción Áurea, publicando este artículo sobre la evolución dévica: «(…) las dos grandes evoluciones (humana y dévica) encuentran su unidad como grupo en el plano búdico y fracciones de ambas Jerarquías se unen y fusionan para formar el cuerpo del divino Hermafrodita. Inicialmente, en ciertos puntos determinados, las dos Jerarquías pueden aproximarse temporalmente. En el plano búdico se produce la alianza definitiva y permanente.» (Alice A. Bailey Tratado sobre el Fuego Cósmico /329)

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Los deva son la totalidad de la energía de la sustancia y la sustancia misma. (Alice A. Bailey – Tratado sobre el Fuego Cósmico /620)

Las unidades humanas y dévicas de un planeta forman el cuerpo vital de un Logos planetario, mientras que la totalidad de las vidas menores de un planeta (desde los cuerpos materiales de los hombres y de los devas hasta los demás reinos de la naturaleza) forman Su cuerpo material, y son divisibles en dos tipos de vidas:

  1. Las que están en el arco evolutivo, como en el reino animal.
    b. Las que están en el arco involutivo, como en la totalidad de todas las formas materiales elementales dentro de Su esfera de influencia. Todas las vidas involutivas, forman los vehículos del espíritu de la entidad planetaria, que es la totalidad de las esencias elementales en involución. Su posición, en relación con el Hombre Celeste, es análoga a la de los diversos elementales que se combinan para formar la estructura de los tres cuerpos del hombre, el físico, el astral y el mental, y es, como todos los seres en la manifestación, de naturaleza triple, pero involutiva. Por lo tanto, el hombre y los devas (distinguiendo los devas de los constructores menores) constituyen el Alma de un Hombre Celeste. Las otras vidas forman Su Cuerpo. […] Un grupo manifiesta el fuego de la materia y el otro grupo el fuego de la mente, pues los devas son la personificación de la mente activa universal, aunque el hombre es considerado manásico en un sentido diferente. El hombre construye puentes en la esencia, los devas construyen puentes en la materia. (Alice A. Bailey – Tratado sobre el Fuego Cósmico /301-2)

Numerosos seres (que los cristianos llaman ángeles y los orientales devas) son miembros activos de la Jerarquía*. Muchos de ellos pasaron por la etapa humana en épocas muy remotas y ahora trabajan en las filas de la gran evolución dévica paralela a la evolución humana. Esta evolución incluye, entre otros, a los constructores del planeta objetivo y a las fuerzas que mediante su trabajo producen las formas, tanto conocidas como desconocidas. Los devas que cooperan con la Jerarquía se ocupan, por lo tanto, del aspecto forma, mientras que los demás miembros de la Jerarquía se ocupan del desarrollo de la conciencia dentro de la forma. (Alice A. Bailey – Iniciación Humana y Solar /36)

«La Jerarquía puede considerarse como la totalidad de las fuerzas del quinto reino de la naturaleza existente en nuestro planeta. Se entra en este reino en virtud del pleno desarrollo y del dominio del quinto principio, la mente, y mediante su transmutación en sabiduría, que es literalmente inteligencia aplicada a todos los estados del ser mediante el empleo plenamente consciente del amor discernidor.» (Alice A. Bailey – Iniciación Humana y Solar /21)

Los agentes de la voluntad divina

Para comprender más plenamente la función de las fuerzas dévicas, el hombre debe llegar a una cierta comprensión de las fuerzas de su cuerpo etérico, que a su vez son consecuencia de su punto de comprensión, la comprensión demostrada por su naturaleza y actividad astral (emocional) y mental. Estas indican su punto de desarrollo.

Los devas son los agentes de la voluntad divina, pues son una consecuencia del punto de comprensión de nuestro Logos planetario tal como existe fuera de los siete planos de nuestra esfera de existencia, el plano físico cósmico. Están condicionados por sus vehículos cósmicos astral y mental. Son precisamente los agentes de la Mente Universal, aunque no son mentales en el sentido en que entendemos este término.

A veces se les considera fuerzas ciegas, pero solo porque se inspiran en niveles de conciencia divina que están más allá de los límites de la conciencia humana, por elevada que sea o considerada en el sentido más amplio.

El agente que los gobierna en la manifestación es el Triángulo de Energía al que damos el nombre: los «Tres Budas de Actividad». Así pues, están estrechamente relacionados con el tercer aspecto de la divinidad. Son esencialmente «el ojo dentro del Triángulo», el símbolo familiar para muchos hoy en día. Son la expresión, en actividad, del «Ojo que todo lo ve»; a través de ellos Dios ve, y a través de ellos y de la energía dirigida a través de ellos, dirige el proceso creador. Están bajo el dominio total de los tres Budas de Actividad, que son los prototipos cósmicos de los Señores de los tres rayos mayores, pero no en el sentido que normalmente se entiende cuando los rayos se consideran en relación con el hombre. Ellos son la correspondencia de estos tres rayos y son responsables de todo el universo manifestado, pero solo dentro de los límites del tercer aspecto, la expresión de la Mente Universal.

Proceden del plano mental cósmico, al igual que la energía que distingue al segundo aspecto procede del plano astral cósmico. Dios es mente. Dios es funcionamiento inteligente. Dios es actividad creadora. Estas son las cualidades de la evolución de los devas. Dios es amor. Dios es relación. Dios es conciencia. Estas son las tres cualidades de la evolución Crística. Esta última procede dentro de la esfera de influencia creada por el tercer aspecto. Dios es vida. Dios es fuego. Dios es puro ser. Estas son las cualidades del aspecto espiritual, el aspecto omnipotente de la Divinidad. Estos tres aspectos se concentran y encuentran un campo de expresión en los niveles de los planos etéricos cósmicos y en los niveles de los planos etéricos conocidos por la humanidad en los tres mundos. La Ley de Correspondencia es infalible cuando se comprende y aplica correctamente. (Alice A. Bailey – Rayos e Iniciaciones /179-180)

Los verdaderos constructores

Los devas constructores son los Ah-hi, o Mente Universal. Contienen el plan logóico en su conciencia, y poseen por naturaleza el poder de realizarlo en el tiempo y en el espacio, pues son las fuerzas conscientes de la evolución.

No solo encarnan el Pensamiento divino, sino que son aquello a través de lo cual se manifiesta, siendo también su actividad actuante. Son esencialmente movimiento. Los constructores menores son más particularmente la forma material que ha sido activada, y con sus cohortes constituyen  la sustancia de la materia (considerando como sustancia lo que subyace a la materia).

Producen la concreción y dan forma a lo abstracto. Los términos dévicos «rupa» y «arupa» son relativos [Rupa, con forma o cuerpo; Arupa, sin forma o cuerpo. En general, el término rupa se aplica a todas las formas en los tres mundos, mientras que el término arupa se aplica a todas las formas por medio de las cuales se manifiestan las existencias en los cuatro niveles superiores del Sistema Solar y en los niveles abstractos del plano mental], pues los niveles sin forma y las vidas sin forma solo son tales desde el punto de vista del hombre en los tres mundos; las vidas sin forma son las que funcionan en el cuerpo etérico del Logos, formado de la materia de los cuatro planos superiores del Sistema Solar. Desde este punto de vista, el plano mental sugiere una consideración interesante: sus tres subplanos superiores son positivos y centralizan la fuerza positiva del plano. Esta centralización de las fuerzas positivas influye en la sustancia negativa de los cuatro planos inferiores, y produce:

  1. La formación, en los niveles causales, de centros de fuerza que son grupos egóicos en sus diversas divisiones.
  2. La concretización de la sustancia, es decir, la construcción del cuerpo físico denso del Logos.

En el plano físico del Sistema Solar puede observarse un proceso similar en relación con el cuerpo físico del hombre, su manifestación concreta. En este caso, el cuarto subplano es el punto focal de la fuerza positiva. En ese plano se hallan situados los centros etéricos del hombre que, en el proceso evolutivo y en el trabajo de dirigir las fuerzas, tienen con su cuerpo físico una relación análoga a la que los grupos egóicos del plano mental tienen con el cuerpo físico denso del Logos. Esta es una profunda indicación esotérica.

En las palabras «prana y cuerpo etérico» (o fuerza vital y forma) tenemos la clave del misterio de los Pitris solares y lunares, y un indicio del lugar que ocupa el cuerpo físico en el esquema de las cosas. (Alice A. Bailey – Tratado sobre el Fuego Cósmico /615-17)

Los Devas del Fuego, los Grandes Constructores

He dividido los grupos de devas y de elementales en constructores evolutivos e involutivos: los que son fuerzas positivas en sí mismas y los que son fuerzas negativas, los trabajadores conscientes y los inconscientes.

(…) Los Constructores mayores son el aspecto positivo de la sustancia o fenómeno eléctrico, mientras que los Constructores Menores son su aspecto negativo.

Dos tipos de fuerza están representados en las actividades de estos dos grupos y es su interacción e influencia mutua lo que produce la Luz, es decir, el Sistema Solar manifestado.

En su totalidad, son la sustancia como un todo, la forma activa inteligente, conformada con el propósito de proporcionar un hogar a una vida subjetiva central.

Son también la totalidad de los Pitris, o los Padres del género humano, considerado como la raza misma, el cuarto reino de la naturaleza, el Hombre Celeste en manifestación física. Este es un punto importante a destacar. Las actividades de estos devas en relación con la Autoconciencia (que es la característica distintiva de la humanidad) pueden estudiarse mejor tanto en su conjunto como considerando los grupos, las razas y la vida del esquema, la manifestación de uno de los Hombres Celestes.

Al comparar el trabajo de los Devas con su vida individual, el estudiante puede llegar a confundirse por hacer una ajustada yuxtaposición.

Los Constructores mayores son los Pitris solares, mientras que los Constructores menores son los antepasados lunares. Me gustaría explicar aquí el significado oculto de la palabra «antepasado» cuando se utiliza esotéricamente. Significa literalmente el impulso que activa la vida. Es la actividad subjetiva que produce objetividad, y se refiere a esos impulsos emanantes que provienen de cualquier centro positivo de fuerza y que atraen el aspecto negativo hacia la línea de esa fuerza, produciendo así algún tipo de forma. La palabra «antepasado» se utiliza en relación con ambos aspectos.

El Logos solar es el impulso iniciador o el Padre del Hijo en Su encarnación física, un sistema solar. Es la totalidad de los Pitris en el proceso de proporcionar la forma. La unión del Padre (fuerza positiva) y la Madre (fuerza negativa) produce la llama central denominada forma, el cuerpo de manifestación del Hijo. Un Hombre Celeste se encuentra en una posición similar en relación con un esquema planetario. Es el germen central de vida y fuerza positiva que, en el transcurso del tiempo, se manifiesta como un esquema planetario o encarnación del Logos planetario. De forma similar, el hombre es la vida o energía positiva que, mediante la acción sobre la fuerza negativa, crea los cuerpos de manifestación a través de los cuales puede brillar o irradiar.

(…) Los Constructores menores son el aspecto negativo, y son atraídos a la acción en formación grupal por la influencia de la fuerza positiva, o por la acción de las Mentes conscientes del Sistema Solar. (Alice A. Bailey – Tratado sobre el Fuego Cósmico /612-14)

Los Elementales de Fuego, los Constructores Menores

Será evidente que al considerar a los devas Constructores, grandes y pequeños, del Sistema Solar, nos hemos limitado hasta ahora a aquellos que son agentes operativos en los tres mundos de actividad humana. Nos hemos ocupado brevemente de los Constructores del arco evolutivo, las entidades mayores que, o bien ya han pasado por el reino humano y por lo tanto han dejado atrás esa etapa de la evolución en ciclos anteriores, o bien son en este momento los «agentes solares» de la manifestación humana. Todas estas formas de existencia divina representan en su propio lugar aspectos de fuerza positiva. Consideremos ahora a los constructores menores de los tres mundos, aquellos que representan el aspecto negativo de la fuerza que se halla en el arco involutivo y que por lo tanto son los receptores de energías e influencias. Están sometidos a la energía, y mediante la actividad de los Constructores mayores son impulsados en diversas direcciones en el espacio, construyéndose con ellos las diversas formas. La energía que actúa sobre ellos emana, como es bien sabido, del segundo aspecto, y en su totalidad forman la gran Madre.

(…) Los sabios deben recordar que se trata de sustancia involutiva o materia atómica. Esta materia atómica es sustancia viva, pues cada átomo es una vida diminuta que palpita con la vitalidad del tercer Logos. Como estas vidas son energía negativa, responden a su opuesto polar (por la Ley de Atracción y Repulsión) y con ellas pueden construirse formas que son expresiones del segundo Aspecto. Finalmente, las formas mismas se vuelven negativas y responden a otro tipo de fuerza, convirtiéndose en receptores de la vida del primer Logos, cuando se alcanza el cuarto reino o reino humano.

Este Tratado intenta demostrar que en el cuarto reino se reúnen los tres fuegos:

  1. el fuego de fricción o Aspecto negativo de Brahma, el tercer Aspecto;
  2. el fuego solar, o Aspecto Vishnu positivo-negativo, el segundo Aspecto;
  3. el fuego eléctrico, o Aspecto Shiva positivo, el primer Aspecto.

El hombre en los tres mundos recapitula consciente o inconscientemente el proceso logóico y se convierte en creador, trabajando en la sustancia mediante el factor de su energía positiva. Quiere, piensa, habla, y da como resultado la forma de pensamiento.

La sustancia atómica es atraída por el enunciador. Las diminutas vidas que componen esa sustancia se ven forzadas, por la energía del pensador, a adoptar formas activas, vitalizadas y poderosas. Lo que el hombre construye es una creación benéfica o maléfica, dependiendo del deseo, motivo o propósito subyacente.

Es esencial esforzarse por llevar a practicar lo que aquí se enseña; es inútil que el hombre estudie los grupos de constructores menores, sus funciones y sus nombres, si no se da cuenta de que tiene una estrecha relación con muchos de ellos, siendo él mismo uno de los grandes constructores y un creador en el esquema planetario. Los hombres deben recordar que, por el poder de sus pensamientos y de sus palabras, producen efectos definidos sobre otros seres humanos que actúan en los tres planos de la evolución humana y sobre todo el reino animal. Los pensamientos separativos y malignos del hombre son en gran parte responsables de la naturaleza salvaje de las bestias y del carácter destructivo de ciertos procesos de la naturaleza, incluidos ciertos fenómenos como las plagas y el hambre.

Es inútil que el hombre conozca los nombres de los que forman «la hueste de la voz» si no comprende su relación con este hueste, si no aprende su responsabilidad de ser un creador benéfico, que actúa según la ley del amor y no se ve impulsado al acto creador por un deseo egoísta o una actividad incontrolada.

Los elementales del plano físico

Debe recordarse que los Devas que hemos considerado son los que originan el impulso y manipulan la energía de su propio grado y plano. Por lo tanto, conectados a ellos están los receptores de fuerza, es decir, la multitud de vidas de naturaleza elemental que forman la totalidad de la materia de un plano. Estas son impulsadas en ondas de energía mediante el impulso del Aliento y ,a través de la acción vibratoria, hacia todas las formas tal como se nos presentan en el plano físico.

Por lo tanto, con respecto a la manifestación en el plano físico, los devas pueden dividirse en tres grupos.

  1. Los transmisores de la voluntad de Dios, que originan la actividad en la sustancia dévica. Son los grandes constructores con sus diversos grupos.
  2. Los manipuladores de la energía activada. Son las miríadas de trabajadores que operan con la fuerza, transmitiendo a su vez el impulso a la esencia elemental. Son constructores de menor grado, pero se encuentran en el mismo arco evolutivo que el primer grupo.
  3. Los receptores de la fuerza, la totalidad de la sustancia viva de un plano. Estas vidas son pasivas en manos de los constructores de grado superior.

Los tres grupos a considerar son: a) los elementales de la materia más densa; b) los elementales de la materia líquida; c) los elementales de la materia gaseosa.

Al estudiar estos tres grupos debemos tener en cuenta que no estamos tratando con los transmisores, sino con los manipuladores y receptores de energía. (Alice A. Bailey – Tratado sobre el Fuego Cósmico /887-90)

Vida y evolución de los Devas

Consideraremos ahora los niveles etéricos del plano físico, es decir, sus cuatro subplanos superiores. Estos niveles etéricos no son más que gradaciones de materia física de tipo más enrarecido y refinado, pero no por ello menos físico. En muchos manuales se les denomina:

  1. el primer éter, o materia atómica;
  2. el segundo éter, o materia subatómica;
  3. el tercer éter, o materia super etérica;
  4. el cuarto éter, o simplemente materia etérica.

El cuarto éter es el único reconocido hasta ahora por los científicos, y es el objeto de sus investigaciones actuales, aunque no se den cuenta de ello.

En el subplano atómico se encuentran los átomos físicos permanentes de toda la humanidad y los átomos correspondientes del reino dévico. Los Devas no se desarrollan como la raza humana. Se reencarnan en grupos y no como individuos, aunque cada grupo está compuesto de unidades, no tiene el carácter del alma grupal involutiva. El alma grupal en el sendero involutivo y el alma grupal en el sendero evolutivo son diferentes; una está avanzando hacia la diferenciación y está compuesta de entidades animadas por una vida global; la otra se ha diferenciado y cada entidad es una unidad separada de la vida una, completa en sí misma, a la vez que es una con el todo.

En los cuatro niveles etéricos se puede entrar en contacto con muchos tipos de vida, pero por ahora trataremos solo de la vida dévica, recordando que la evolución dévica es tan importante como la humana. Los Devas son numerosos, de naturaleza involutiva y evolutiva, y de todos los grados y tipos.

(…) En los niveles etéricos físicos hay devas de todo tipo y color; pero el color predominante es el violeta, de ahí el término tan empleado de «devas de la sombra». Con la entrada del rayo ceremonial color violeta se producirá entonces la amplificación de la vibración violeta, siempre inherente a estos niveles, y de ahí la gran oportunidad de establcer contacto entre los dos reinos. Es con el desarrollo de la visión etérica (que es una facultad del ojo físico humano) y no con la clarividencia como este conocimiento mutuo puede tener lugar. Además, con este Rayo vendrán también los que pertenecen al mismo, dotados del don natural de la visión etérica.

Con frecuencia nacerán niños que verán etéricamente con la misma facilidad con que los seres humanos ven físicamente; a medida que se desarrollen gradualmente condiciones armoniosas a partir del actual caos mundial, los devas y los humanos establecerán amistad.

A medida que los dos planos físico y astral se unen y fusionan y experimentan la continuidad de conciencia en ambos, al principio será difícil para los seres humanos distinguir a los devas del plano astral de los del físico. Al comienzo de este período de reconocimiento, los seres humanos entrarán en contacto principalmente con los deva color violeta, ya que los de los grados superiores están haciendo precisamente el intento de entrar en contacto con los seres humanos. Estos devas de las sombras son de color púrpura oscuro en el cuarto nivel etérico, de un púrpura más claro muy parecido al violeta en el tercer nivel etérico, violeta claro en el segundo, mientras que en el subplano atómico tienen un maravilloso color lavanda transparente.

(…) el logro de estos devas del plano físico consiste en servir a la humanidad de alguna forma. Tienen mucho que dar y hacer por la humanidad, y con el tiempo se hará evidente para la unidad humana lo que debe dar para el perfeccionamiento del reino dévico. Actualmente está en marcha una gran aceleración de su evolución, al igual que la de la familia humana. (Alice A. Bailey – Tratado sobre el Fuego Cósmico /910-14)

Los ángeles se acercarán a la humanidad

Tal vez sea interesante señalar que cuando venga Aquel a quien los ángeles y los hombres esperan, y cuya obra es inaugurar la nueva era, completando así lo que comenzó en Palestina hace dos mil años, traerá consigo a algunos de los grandes Ángeles, así como a algunos de los Maestros. Los Ángeles siempre han estado activos en la historia bíblica y volverán a entrar en la vida de los seres humanos con mayor poder que en los últimos tiempos. Se les ha hecho un llamamiento para que se acerquen una vez más a la humanidad y con su vibración más elevada y sus conocimientos superiores unan sus fuerzas a las del Cristo y Sus discípulos para ayudar a la raza. Por ejemplo, tendrán que comunicar muchas cosas en relación con el color y el sonido, y el efecto de estas dos fuerzas sobre los cuerpos etéricos de los hombres, animales y flores. Cuando la raza aprenda lo que ellos enseñan, se erradicarán los males y las enfermedades físicas. El grupo de ángeles o devas violetas que opera en los cuatro niveles etéricos será particularmente activo y trabajará en los cuatro grupos principales de hombres en encarnación en un momento dado. En cualquier período hay cuatro rayos dominantes, y uno de ellos es más poderoso que los otros tres. Esta idea está simbolizada en las cuatro castas de la India y verán que estas cuatro castas se encuentran universalmente en todo el planeta.

Estos cuatro grupos de ángeles son un conjunto de servidores consagrados al servicio del Cristo, y su trabajo consiste en entrar en contacto con los hombres para instruirlos en determinadas líneas.

a. Enseñarán a la humanidad a ver etéricamente, y lo harán elevando la vibración humana con la interacción de la suya propia.
b. Instruirán sobre el efecto del color en la curación de las enfermedades, y en particular sobre la eficacia de la luz violeta para aliviar los males humanos y curar las enfermedades del plano físico que se originan en el cuerpo etérico.
c. Además, los pensadores materialistas del mundo probarán que el mundo superconsciente existe y que es posible conocer a los ángeles y a los seres humanos que no están en encarnación física y no poseen cuerpo físico, y que se puede entrar en contacto con ellos.
d. Instruirán a los seres humanos en el conocimiento de la física superhumana de manera que el peso pueda ser transmutado. El movimiento será más rápido, la velocidad irá acompañada de la ausencia de ruido y de fricción, eliminando así la fatiga. En el dominio humano de los niveles etéricos reside la superación de la fatiga y el poder de trascender el tiempo. Hasta que esta profecía se haga realidad y sea reconocida como tal, el significado de las palabras precedentes permanecerá oscuro.
e. Enseñarán a la humanidad a nutrir adecuadamente el cuerpo y a extraer el alimento necesario del éter circundante. La humanidad centrará su atención en el cuerpo etérico, y el funcionamiento y la salud del cuerpo físico serán cada vez más automáticos.
f. También enseñarán a los seres humanos, individualmente y como raza, a expandir la conciencia para incluir la superfísica. Al hacer esto, el tejido separador (el velo del templo) que divide el plano físico del mundo invisible será reconocido por los científicos como un hecho de la naturaleza. Se reconocerá su finalidad. Finalmente será destruido por el hombre que descubra cómo penetrarlo. La fecha es inminente. (Alice A. Bailey – Exteriorización de la Jerarquía /508-9)


 

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