El Guía de la Jerarquía

Las últimas palabras de Cristo a los apóstoles fueron:

«He aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de la edad, o ciclo.» (San Mateo, 28:20)

(…) En aquel entonces, hablaba como el Guía de la Jerarquía espiritual, expresando Su divina voluntad (fusionada ahora con la voluntad de Dios) para instruir y compenetrar continuamente al mundo de los hombres con Su conciencia influyente. Esta grandiosa afirmación fue enviada en alas de la energía de Su desarrollada voluntad, Su amor omnincluyente y Su mente inteligente, una afirmación que hizo posibles todas las cosas.»

(La Reaparición del Cristo, A. Bailey; p. 29; vers. ingl., p. 29)

El símbolo de la Gran Logia Blanca: la Jerarquía.

El símbolo del cuadrado con el punto en el centro, conocido en la tradición masónica, representa “la Logia”. Aquí el punto se matiza con las palabras sánscritas para Maitreya Sangha,  la “Comunión de Maitreya” (conocido por los discípulos cristianos como el Cristo, el Avatar que el mundo espera).

La Iglesia del Cristo y Su actividad futura.

«¿Qué es esta Iglesia de Cristo? Es el conjunto de todos aquellos en los que se ha manifestado, o está a punto de manifestarse, la vida o la conciencia crística; es el conjunto de todos aquellos que aman a sus hermanos y hermanas, ya que el amor al prójimo es una facultad divina que hace de uno un miembro de la comunidad del Cristo. No es la aceptación de un hecho histórico o de un credo lo que nos pone en relación con el Cristo. Son ciudadanos del reino de Dios quienes que buscan deliberadamente la luz  y —a través de la disciplina espontánea— llegan a la presencia del Iniciador Único. Este grupo universal (compuesto por hombres encarnados y no encarnados) reconoce que “los hijos de los hombres son un solo ser” y que la revelación es continua y siempre nueva, y que el Plan divino se está llevando a cabo en la Tierra.

Hoy hombres en la Tierra que saben que el reino de Dios se revelará a través de aquellos que han comprendido su divinidad en el crisol de la vida cotidiana y a través de su inspiración y enseñanza.

Estos conocedores trabajan activamente bajo la influencia directa del Cristo para conducir a la humanidad de las tinieblas a la luz y de la muerte a la inmortalidad.

Estas son grandes verdades fundamentales que distinguen al Cristo, al Buda y a la Iglesia de Dios tal como se expresan tanto en Occidente como en Oriente; son las únicas verdades importantes. En el futuro, los hombres dirigirán su mirada al Cristo y no a las instituciones humanas, como la Iglesia y sus dignatarios. Se le verá en Su realidad, trabajando a través de los discípulos, los Maestros de Sabiduría y Sus seguidores que trabajan desapercibidos —y generalmente no reconocidos— entre los bastidores del mundo. Entonces se sabrá que Él está activo en el corazón humano y también en las calles abarrotadas del mundo y no en las grandes catedrales o en la pompa del alto clero.

Este estudio de la actividad futura del Cristo se basa necesariamente en tres supuestos:

  1. Que Su reaparición es inevitable y segura.
  2. Que Él siempre ha trabajado activamente a través de la Jerarquía espiritual del planeta, de la que Él es el Guía, por el bien de la humanidad.
  3. Que cuando vuelva entre nosotros impartirá ciertas enseñanzas y liberará ciertas energías. Los hombres ignoran, u olvidan fácilmente, que Su venida requiere un período de intensa preparación por Su parte. El Cristo también trabaja según la ley y está subordinado a diversos factores, como todos los seres humanos, aunque en menor grado.

Su reaparición está condicionada y determinada por la respuesta de la humanidad y Él debe tenerla en cuenta.

Su actividad también está subordinada a las fases de ciertos ciclos espirituales y a las influencias que provienen de las fuentes que existen en los niveles superiores a aquellos en los que Él opera normalmente. Como los acontecimientos humanos afectan a Su actividad, así sucede con las grandes “determinaciones” y “resoluciones profundas de la voluntad de Dios”.»

(La Reaparición del Cristo, A. Bailey; pp. 60-2; vers. ingl., pp. 65-7)

El Cristo como el Guía de la Jerarquía reconocido en el futuro.

«Mucho se he comprendido ya en la familiarización del público acerca del concepto de la Jerarquía.

(…) La información sobre la Jerarquía debería seguir las siguientes líneas:

  1. Poner el énfasis sobre la evolución de la humanidad y particular atención a su meta, la perfección. No es la perfección idealista del místico visionario, sino el control del instrumento, el hombre en encarnación, por el alma interna e influyente. Debería acrecentarse más el conocimiento de la constitución del hombre.
  2. Enseñar la correlación del alma individual con todas las almas y al mismo tiempo reconocer que el tan esperado reino de Dios es simplemente la aparición en la Tierra de hombres controlados por el alma, que en la vida cotidiana pasan por sus diversas etapas.
  3. Por el reconocimiento de esta correlación puede deducirse de la realidad de la Jerarquía espiritual y acentuarse la normalidad de Su existencia. Será evidente el hecho de que el reino siempre ha estado presente, pero no reconocido, debido a que relativamente pocas personas pueden expresar aún su cualidad.
  4. Cuando este reconocimiento se haya generalizado, la idea (permanentemente presente en este momento en la conciencia humana en todas partes) y el buen sentido, testimoniarán la realidad de la Presencia de Quienes alcanzaron la meta; la demostración de Su divinidad será considerada normal, constituyendo un objetivo universal y es la garantía de la comprensión futura de la humanidad; entonces podrán ser demostrados los distintos grados de la expresión divina, abarcando desde el discípulo en probación, a través de los discípulos, hasta Quienes lograron la maestría y ascendieron hasta el Cristo, incluyéndolo.
  5. Así, gradualmente, la idea o el concepto sobre la existencia corpórea de los Maestros será inculcado y paulatinamente será aceptado; se desarrollará una nueva actitud hacia el Cristo que incluirá todo lo mejor que el pasado nos ha dado, pero que integrará a los hombres para que consideren en forma más sensata y aceptable todo el problema.
  6. Llegará el momento en que se aceptará la presencia en la Tierra del Cristo como Guía de la Jerarquía y Regente del reino de Dios; los hombres comprenderán también la verdad de la actual afirmación revolucionaria de que en ningún momento Él los ha dejado.
  7. Se pondrá también acrecentadamente el énfasis sobre el Plan en desarrollo y los hombres tendrán que reconocerlo por el estudio de la evolución de la familia humana, la detenida consideración de los procesos históricos y el análisis comparativo de antiguas y modernas civilizaciones y culturas. El hilo del propósito será observado y seguido siglo tras siglo, integrando no solo la historia en un solo y completo relato de la revelación de las cualidades divinas por intermedio de la Humanidad, sino integrando con ella y en ella, todas las filosofías mundiales, el tema central de todo arte creador y el simbolismo de la arquitectura y de las conclusiones de la ciencia.

(…) Las ideas que el público inteligente puede aceptar y aceptará son: un Cristo presente y vivo, conocido por quienes Lo siguen, que es un fuerte y hábil ejecutivo y no un dulce y sentimental sufriente; que nunca nos ha abandonado, sino que durante dos mil años ha trabajod por intermedio de Sus discípulos, hombres y mujeres inspirados de todos los credos, religiones y convicciones religiosas; que no acepta fanatismo ni devoción histérica, sino que ama a todos los hombres persistentemente con inteligencia y optimismo; que ve en todos la divinidad y que comprende las técnicas del desarrollo evolutivo de la conciencia humana (mental, emocional y física, que producirá civilizaciones y culturas apropiadas en una determinada etapa de la evolución) —el público inteligente puede aceptar y aceptará estas ideas—.

Ese público se preparará y trabajará para establecer esas condiciones en el mundo, en las que el Cristo podrá actuar libremente entre los hombres, en presencia corpórea; entonces, no necesitará permanecer en Su actual retiro, en Asia Central. También puede aceptar y aceptará fácilmente la unidad de todos los credos, cuando sea presentada correctamente la correlación que existe entre el Buda y el Cristo; entonces la imagen de un Cristo que exige una posición excepcional, excluyendo a los demás hijos de Dios, desaparecerá en la maravilla de la verdadera sucesión apostólica, en la que a muchos hijos de Dios, de distintos rayos, diferentes nacionalidades y variadas misiones, se los verá históricamente conduciendo a la humanidad por el sendero del desarrollo divino y acercándola a Dios, la Fuente.

Temporariamente, la realidad del Dios inmanente absorberá la atención de los verdaderos instructores espirituales y la realidad de la divina inmanencia que se hará sentir con toda perfección a través del Cristo y otros Representantes divinos, relegará momentáneamente a segundo plano la enseñanza del Dios trascendente. Se ha puesto indebido énfasis sobre esta verdad principal, excluyendo la más cercana y práctica verdad del Dios en cada hombre, en cada forma y reino de la naturaleza; mucho daño ha producido la carencia de énfasis sobre Dios inmanente. Más adelante, cuando se haya aceptado la verdad del Cristo que mora en cada hombre y se revela en forma perfecta por medio del Cristo histórico y Sus grandes Hermanos en el transcurso de las épocas, la enseñanza del Dios trascendente, que es el misterioso secreto que custodia Shamballa, será revelado y acentuado. Entonces, la Humanidad reconocerá las dos mitades de un Todo perfecto.

La simple verdad del Dios inmanente 
es la clave para la Jerarquía y Su reaparición en la Tierra en forma física y la consiguiente materialización del reino de Dios entre los hombres. Esta es la clave para el proceso evolutivo y la eterna esperanza de todas las formas en todos los reinos de la naturaleza. Esta es la verdad central, la verdad convincente y la verdad reveladora, que subyacerá en toda información acerca de la Jerarquía y será divulgada por la generación venidera de discípulos. Si esta verdad es real y posible de demostrar, entonces se probará la realidad de la Jerarquía y será establecida la autenticidad de la eterna existencia del reino de Dios en la Tierra.»

(La Exteriorización de la Jerarquía, A. Bailey; pp. 486-8; vers. ingl.; pp. 588-591)

La decisión del Cristo de regresar.

«Recordemos que la crisis que produjo la tensión a la que Cristo se sometió voluntariamente, concierne a toda la Jerarquía porque está implicada en ella como un todo. La razón es simple: Cristo y sus discípulos no conocen otra experiencia que la de la conciencia del grupo. Las actitudes y experiencias separadas les son ajenas, pues su estado de conciencia es inclusivo y, en modo, alguno exclusivo.

Por lo tanto, al utilizar términos humanos para interpretar las reacciones divinas del Cristo y de Sus discípulos, debe entenderse que la crisis a la que se debe la tensión de la Jerarquía y el futuro retorno del Cristo no es actual, sino del pasado. La tensión resultante domina ahora las actividades de la Jerarquía y de los numerosos grupos de colaboradores. El “punto de decisión”, como ella lo llama, se alcanzó en el período comprendido entre la luna llena de junio de 1936 y la luna llena de 1945* . Por lo tanto, abarcó el período relativamente corto de nueve años y terminó con la decisión del Cristo de reaparecer o regresar en presencia visible a la Tierra lo antes posible y mucho antes de lo que se había determinado.

En junio de 1945, en el momento de la Luna llena (día tan significativo en la experiencia espiritual del Cristo), en forma definida y consciente Él se hizo cargo de sus deberes y responsabilidades como Instructor y Guía durante el ciclo solar de Acuario. Es el primero de los grandes Instructores del mundo que abarca dos ciclos zodiacales, Piscis y Acuario.»

(La Reaparición del Cristo, A. Bailey; pp. 74-5; vers. ingl., p. 82)

«Esta decisión se tomó necesariamente tras consultar con el Señor del Mundo, el guardián de la voluntad de Dios. Los Maestros y los iniciados superiores también participaron con plena comprensión y cooperación, pues su ayuda era indispensable. Debían estar necesariamente unidos al Cristo en pensamiento, en cooperación de mente, pues Su retorno marca un gran acercamiento entre la Jerarquía y la humanidad y un gran acontecimiento espiritual. Sin embargo, esa fue una decisión del Cristo y no solo una crisis en Su experiencia, sino también un clímax en la manifestación de Su divinidad.»

(La Reaparición del Cristo, A. Bailey; vers. ingl., pp. 68-9)

Qué sabemos de la próxima venida del Cristo.

«Todo lo que sabemos hoy es que el Cristo unirá o fundirá en Sí mismo tres principios divinos: cuando reaparezca, “se verá la luz que siempre ha existido, se comprenderá el amor que nunca cesa y el resplandor profundamente oculto irrumpirá en el Ser.” Entonces tendremos un mundo nuevo que manifestará la luz, el amor y el conocimiento de Dios en un crescendo de revelación.»

(La Reaparición del Cristo, A. Bailey; vers. ingl., p. 94)

La educación y el gobierno, dos campos de la obra del Cristo.

«Es un error creer —como algunos lo hacen— que el principal trabajo de Cristo será realizado por medio de las iglesias o de las religiones mundiales. Lógicamente trabajará a través de ellas si las condiciones lo permiten y si existe un núcleo vivo de verdadera espiritualidad dentro de las mismas, o cuando su demanda invocadora sea suficientemente poderosa para llegar hasta Él, entonces empleará en lo posible cualquier canal mediante el cual podrá expandir la conciencia del hombre y lograr la correcta orientación. Sin embargo, sería más exacto afirmar que actuará como Instructor mundial y que las iglesias constituirán solo uno de los medios que empleará para instruir. Todo lo que ilumine la mente de los hombres, cualquier propaganda que tienda a traer correctas relaciones humanas, la forma de adquirir verdadero conocimiento, los métodos para trasmutar el conocimiento en sabiduría y comprensión, todo cuanto expanda la conciencia de la humanidad y los estados subhumanos de percepción y sensibilidad, todo lo que disipe el espejismo y la ilusión, destruya la cristalización y modifique las condiciones estáticas, estará comprendido en las actividades prácticas de la Jerarquía que Él supervisa.

El Cristo estará restringido por la cualidad y la calidad de la demanda invocadora de la humanidad, la que a su vez estará condicionada por la etapa de evolución que haya alcanzado.

Durante la Edad Media y anteriormente, las iglesias y escuelas de filosofía proporcionaron los principales canales para comprender Su actividad subjetiva, que no sucederá cuando esté aquí en forma objetiva y real. Esto es algo que las iglesias y organizaciones religiosas harían bien en recordar. En la actualidad, Su interés y atención están puestos sobre dos nuevos campos de esfuerzo: primero, en el campo de la educación mundial y, segundo, en complementar inteligentemente esas actividades que corresponden al sector gubernamental en sus tres aspectos: estadístico, político y legislativo. El hombre común ya se da cuenta de la importancia y responsabilidad que tiene el gobierno; por lo tanto, la Jerarquía comprende que antes de poder establecer el ciclo de la  verdadera democracia (tal como existe esencialmente y que, al final, se manifestará) es un imperativo la educación de las masas sobre la formación de un gobierno cooperador, la estabilización económica a través de la correcta participación y la honesta interacción política. La larga separación existente entre política y religión debe terminar; esto puede lograrse ahora debido al alto nivel de inteligencia alcanzado por las masas y a que la ciencia ha acercado tanto a los hombres, que lo que sucede en algún lugar remoto de la Tierra se convierte en algo de interés general en pocos minutos. Esto posibilita en forma excepcional el futuro trabajo del Cristo.

Es una necesidad que, al prepararnos para su reaparición, Lo reconozcamos espiritualmente; nadie sabe en qué nación aparecerá. ¿Quién puede decir si será inglés, ruso, negro, latino, turco, hindú, o de cualquier otra nacionalidad? Quizás profese la fe cristiana, hindú o budista, o no profese credo alguno; tampoco vendrá a reestablecer ninguna de las antiguas religiones, incluso la cristiana, sino a restablecer en los hombres la fe en el Amor del Padre, la realidad de la vivencia del Cristo y la íntima correlación subjetiva e inquebrantable de todos los hombres. Estarán a su disposición todos los sistemas mundiales de comunicación y relación, lo que contribuye a hacer más excepcional Su oportunidad; y para esto Él también debe prepararse.

Otro factor inusitado que caracterizará Su venida, no solo será la expectativa general, sino el hecho de que hoy se sabe o enseña mucho acerca del Reino de Dios o la Jerarquía espiritual del planeta. En todas partes existen miles de personas que se interesan por la existencia de esa Jerarquía, creen en los Maestros de Sabiduría, los discípulos del Cristo y no les sorprenderá la aparición de este grupo de hijos de Dios rodeando a Su Mentor, el Cristo. (…)»

(La Reaparición del Cristo, A. Bailey; pp. 19-21; vers. ingl., pp. 17-9)

El Cristo y el futuro Guía de la Jerarquía.

«La idea comúnmente aceptada de que debe regresar como un guerrero todopoderoso, triunfante e irresistible, carece de fundamento. Sin embargo, un hecho que descansa sobre una base segura es que Él, al final, conducirá a Su pueblo (la Humanidad entera) a Jerusalén, —pero no a la ciudad judía—, sino al “Lugar de Paz” (este es precisamente el significado del nombre ‘Jerusalén’). Un examen atento de la situación mundial y de la imaginación revelará al pensador sincero cuán ardua es la tarea que ha emprendido. Pero Cristo ha vuelto una vez más “su rostro a Jerusalén” (Lucas 11:51); aparecerá de nuevo y conducirá a los hombres hacia una civilización y un estado de conciencia en los que las correlaciones justas y la cooperación mundial para el bien de todos serán la nota dominante. A través del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo y de los hombres de buena voluntad, Él completará Su propia fusión con la Voluntad de Dios (las cosas del Padre) de tal manera que la voluntad eterna de bondad será transformada por los hombres en buena voluntad y correlaciones justas. Entonces Su obra estará terminada y será libre de dejarnos para no volver jamás, confiando el mundo en las manos del gran Servidor espiritual que será el nuevo Guía de la Jerarquía, la Iglesia invisible.

(La Reaparición del Cristo, A. Bailey; vers. ingl., p. 57)


 

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