El Intelecto de Amor

Existen leyes en el cosmos que rigen las relaciones mutuas entre los seres.
Entre ellas está la ley de «Como es arriba es abajo» que garantiza las relaciones de analogía entre los planos de la realidad, visible e invisible, y establece, a lo largo de la cadena de la conciencia, la conexión entre la Jerarquía y la Humanidad.
«¿Cómo puede pensar la humanidad en acercarse a lo Más Elevado sin reconocer primero a los representantes fiduciarios terrenales de la Jerarquía? ¿Cómo puede establecerse esa conexión sin admitir la gran Cadena jerárquica? Su pensamiento está tan infectado de orgullo que todo el equilibrio cósmico se ve perturbado. Por lo tanto, en el camino hacia Nosotros uno debe adoptar todo lo relacionado con la Jerarquía como un ancla de salvación. Verdaderamente, ¡la Jerarquía es una Luz maravillosa para la humanidad! La Jerarquía vigila, ¡es como un gran Escudo! ¡Es lo que une los mundos!1

Del mismo modo, la ley que establece que «lo semejante atrae a lo semejante» es una garantía de contacto entre los Maestros y aquella parte de la Humanidad, el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, que se ha vuelto «magnética» a la llamada jerárquica y que, a su vez, se convierte en un imán para todos los hombres.
«Un solo principio, el Imán Cósmico o Amor, rige todas las atracciones entre semillas, átomos, corrientes, energías; actúa en todos los centros (espaciales) y mantiene invariable su ley: «lo semejante atrae a lo semejante».2

Y es precisamente el Magnetismo, la preciosa energía que Júpiter, vehículo del 2º Rayo, derrama en ondas vibratorias, lo que pone el sello a este día en el que, según la visión heliocéntrica, el Señor del Amor se encuentra, en las aguas amorosas de Géminis (también vehículo del 2º Rayo), con Venus, Regente esotérico del Signo y Maestro de la construcción correcta.
«Y puesto que a través de Géminis fluye el 2º Rayo, del Amor-Sabiduría, es evidente cuán cierta es la enseñanza esotérica de que el amor subyace a todo el universo. Dios es amor, se asegura, y ésta es una afirmación de valor tanto esotérico como exotérico. El amor divino que subyace a todo llega a nuestro sistema solar principalmente a través de Géminis, que con la Osa Mayor y las Pléyades forma un triángulo cósmico. Es el del Cristo Cósmico y es el símbolo esotérico oculto en la Cruz Cósmica. Es el triángulo eterno que preside la cuádruple apariencia fenoménica». 3

El Magnetismo y la Inteligencia amorosa, Buddhi y Manas, se encuentran y se fusionan; el Imán, o Amor cósmico, pulsa como un Corazón e irradia en el Espacio su Inteligencia luminosa y sabia, esa Inteligencia que ha construido los mundos y que está bien oculta en el corazón de cada ser esperando revelarse como Intelecto del Amor.
«El gran poder magnético es omnipresente. Es el primer aspecto de la sustancia y difunde la voluntad de amor por todas las extensiones del Espacio. Soles y planetas, flores y cristales están bañados por el Amor divino que, dejándolos libres, los guía en sus caminos, los reúne, los coordina. Cada entidad ama según su propia naturaleza, va donde quiere y encuentra siempre los caminos de su destino previstos y preparados por el campo magnético. En la inmensidad sin límites del Cosmos, el amante y el amado se buscan, se encuentran y se unen. Ya se trate de sistemas estelares, de polvo atómico o de formas de conocimiento, una única ley guía la unión final de todas las conciencias».4

Este encuentro de luces afecta profundamente al Espacio, la matriz que nutre y sostiene todo, y lo hace arder con el fuego del Amor perfecto y edificante.
Cada conciencia, educada y encendida por la llama del Bien común, alimentada por la Belleza y la Armonía, atraída por el poder amoroso de la Jerarquía se convierte a su vez en un imán capaz de gravitar cada vez más estrechamente alrededor del Corazón solar, inmerso en el campo magnético del amor divino, hasta fundirse en el Uno.
El Intelecto de Amor es, pues, un amor de inteligencia, que ve, observa, comprende, discrimina, ama, y amando, construye.
El Intelecto de Amor es una conquista, la conquista de un corazón discriminador, valiente y «sonoro», fundido con un intelecto igualmente audaz y sabio.
Un corazón y un intelecto capaces de elevarse más allá del polvo de lo habitual para aterrizar en las orillas luminosas del Infinito, donde cesan las disensiones del dualismo y triunfa la Unidad.
«He aquí la plenitud: la fusión universal. Cuando el Cosmos sea perfecto e íntimamente regido por el amor, la fusión será total y triunfará la unidad del SER».5

En esta tensión hacia el Uno, la Humanidad se vuelve hacia la Jerarquía como un ancla de salvación en el peligroso mar del devenir; más allá de la niebla del deseo incansable, más allá de las ilusiones de la mente inferior, más allá de la ceguera del pequeño yo, la Humanidad comienza a vislumbrar la luminosa «cordada» de conciencias que conduce al camino de retorno, liberando al hombre de las oscilaciones del mundo formal.
«¿Cómo vive la Hermandad? ¿Cómo funciona? Desde Nuestra Morada lanzamos hilos creativos a los corazones, como inspiraciones para la humanidad».6
Tomemos, pues, estos hilos brillantes y recorramos el camino vertical, el camino que nos conecta con el Espíritu.
Siguiendo interiormente los pasos de danza de Júpiter y Venus, bañados en la luz de Géminis, las luces de la intuición y la mente se fundirán demostrando la unidad esencial de todas las cosas más allá de la aparente polaridad manifiesta.

«… agotados los cálculos más complejos, sólo queda una vía de salvación, la que pasa por el corazón.»
(Corazón, § 418)


Notas
1-Colección Agni Yoga, Jerarquía, § 338
2-E. Savoini, Comentarios sobre Infinito I, Nueva Era, 2003, p. 158 (solo en italiano)
3-A.A. Bailey, Astrología Esotérica, Ing. 348
4-Savoini, Comentarios sobre Infinito I, Nueva Era, 2003, p. 67
5-Savoini, Comentarios sobre Infinito II, Nueva Era, 2003, p. 167
6-Colección Agni Yoga, Jerarquía, § 29


 

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