En el día de la entrada en el signo de Escorpio, que irradia al Espacio la energía del 4.o Rayo, conectada con la Armonía a través del Conflicto, afirmamos solemnemente como Servidor Planetario, es decir, en nombre del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, la undécima de las 12 Afirmaciones de la Humanidad Una (Ver el artículo introductorio y las Celebraciones rituales en línea):
La Humanidad vence en nombre de la Armonía.
La Armonía cósmica
«Los siete planos de Manifestación divina, o siete planos mayores de nuestro sistema, constituyen los siete subplanos del plano cósmico inferior. Los siete rayos de que tanto se habla y que encierran tanto interés y misterio, son análogamente los siete subrayos de un rayo cósmico. Las doce Jerarquías creadoras son ramas subsidiarias de una Jerarquía cósmica. Forman sólo un acorde de la sinfonía cósmica. Cuando el séptuple acorde cósmico, del que somos humilde parte, resuene en sintética perfección, sólo entonces se comprenderán las palabras del libro de Job: «Las estrellas matutinas cantaban al unísono». La disonancia aún resuena y la discordia surge de muchos sistemas; pero con la sucesión de los eones surgirá una armonía ordenada y alboreará el día en que (si nos atrevemos a hablar de las eternidades en términos de tiempo) el sonido del universo perfecto resonará hasta los lejanos confines de la más remota constelación. Entonces se conocerá el misterio del «canto nupcial de los cielos».» (Iniciación Humana y Solar, Alice A. Bailey; p. 4)
El campo de batalla de los tres mundos.
«La evolución cíclica es el resultado de la actividad de la materia y de la Voluntad del Espíritu. Tiene lugar por la interacción de la materia activa y del Espíritu que moldea. Toda forma contiene una Vida. Toda vida tiende a unirse con la vida similar latente en otras formas. Cuando el Espíritu y la materia emitan la misma nota cesará la evolución. Cuando la nota emitida por la forma es más fuerte que la del Espíritu, tenemos atracción entre las formas. Cuando la nota emitida por el Espíritu es más fuerte que la de la materia y de la forma, tenemos al Espíritu que rechaza a la forma. Tenemos así la base del campo de batalla de la vida y sus miríadas de etapas intermedias, lo cual podría expresarse de la manera siguiente:
- El período en que domina la nota de la forma es el de la involución.
- El período en que el Espíritu rechaza a la forma es el de la lucha en el campo de batalla en los tres mundos.
- El período en que un Espíritu atrae a otro, y en el que abandona la forma, es cuando se huella el Sendero.
- El período en que domina la nota del Espíritu es el de la evolución en los planos superiores.
A la sincronización o ausencia de sincronización de las notas se puede atribuir todo lo que ocurre en los ciclos mundiales. Así se produce la armonía; primero, la nota fundamental de la materia: luego, la nota del Espíritu dominando gradualmente la nota inferior y monopolizando la atención, hasta que gradualmente la nota del Espíritu predomina sobre las otras.» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, Alice A. Bailey; p. 275)
El Rayo que rige el reino humano.
«Los esoteristas deben recordar siempre que cada reino de la naturaleza es una totalidad de vidas. Cada átomo de cada forma es una vida y estas vidas constituyen las células del cuerpo o vehículo de manifestación de un Ser. En cada reino de la naturaleza se encarna un Ser.
Así como las miríadas de vidas atómicas del cuerpo constituyen la expresión corporal del hombre y forman su apariencia, lo mismo sucede con la Vida mayor que informa el cuarto reino de sí misma. Esta apariencia, como ocurre con todas, está calificada por un cierto rayo, y también está determinada por el principio vital o aspecto espiritual. Así, cada forma se compone de innumerables vidas, que tienen en su interior la preponderancia de una determinada cualidad de rayo. Esta es una verdad oculta conocida. Estas vidas cualificadas producen una apariencia fenoménica y constituyen así una unidad, mediante la influencia del principio integrador, que está siempre presente.
El rayo que rige la totalidad del reino humano es el cuarto, de la Armonía a través del Conflicto. Puede afirmarse simbólicamente que el rayo egóico de la Vida que informa a la humanidad es el cuarto, y el de la personalidad es el quinto, del conocimiento a través del discernimiento, llamado Conocimiento Concreto o Ciencia. La Armonía a través del Conflicto, y la facultad de alcanzar el conocimiento mediante la elección discriminativa, son los dos rayos o influencias que fluyen a través de la humanidad y la arrastran hacia su destino divino. Son los dos factores predisponentes en los que el hombre puede confiar y de los que puede depender con certeza. Son la garantía de la victoria final, pero también de la agitación temporal y la dualidad. La armonía, que se expresa en la belleza y la fuerza creadora, se alcanza mediante la lucha, el esfuerzo y la tensión. El conocimiento que se manifiesta finalmente en la sabiduría se alcanza a través de la angustia de las elecciones que surgen más tarde. Sometidas a la inteligencia discriminatoria durante la experiencia de la existencia, producen en última instancia el sentido de los verdaderos valores, la visión del ideal, la capacidad de discernir la realidad tras la niebla que la oculta.
Los estudiosos del esoterismo recordarán sin duda que el cuarto rayo tiene una relación natural con el cuarto reino, a su vez una manifestación inferior de la cuarta Jerarquía creadora.
(…) La manifestación humana en el cuarto globo de la cadena terrestre, y en esta cuarta ronda, es la causa de la terrible crisis a la que se enfrenta hoy la humanidad. El aspecto conflictivo de este proceso ha alcanzado su clímax, es más, ya lo ha sobrepasado en el lado de la expresión física. Toda la situación y la triple influencia que produce la manifestación de los hijos de Dios se resumen en las límpidas palabras del Antiguo Comentario, límpidas si recordamos que expresan la larga agonía de las pruebas humanas y la apertura de la puerta que admite al hombre en el quinto reino del ser espiritual. Así pues, incluyen en su significado la meta, el propósito y el proceso que permite al hombre alcanzarlos:
«Los Cuatro Sagrados descienden de sus lugares celestiales y se aventuran hacia la esfera de la Tierra. Desde el cuarto gran plano controlan la batalla.
«El Señor de Armonía, sentado en lo alto, derrama toda su vida y fuerza sobre el campo de conflicto. Ve el fin desde el principio, y no detiene Su mano aunque el dolor y la agonía sean profundos. La paz debe ser el objetivo. Debe lograrse la belleza. No puede entonces detener la vida y evitar que fluya.
«Los Cuatro del Medio, que han descansado ya de su campaña anterior, ciñen sus armaduras y se ocultan detrás de la forma externa. Abandonan la cuarta gran esfera de armonía y pasan al plano de la mente. Allí fortifican el templo del Señor, lo iluminan con luz y gloria, y luego vuelven sus ojos hacia la Tierra.
«Los Cuatro Inferiores toman formas en las vidas que no son humanas y los tres grupos de vidas que moran debajo del umbral. Tratan de vincular, mezclar, eslabonar y fusionar. El género humano ahora vive. Los cuatro superiores y los cuatro del medio se reúnen en los cuatro inferiores en el cuarto gran globo.
«La batalla prosigue. Cuando los tres grupos de los cuatro manifestados puedan verse mutuamente en la luz y cuando fusionen posteriormente sus fuerzas, la meta será alcanzada.
«En el cuarto globo de acción y en el ciclo mayor de la cuarta expresión se completará esta fusión. Los cuatro inferiores fusionados en los cuatro del medio abandonarán el triple mundo de conflictos y hallarán su morada, mientras estén en la forma, dentro de la cuarta esfera de donde vinieron los cuatro regentes superiores. Así se establecerá la regencia, se verá la gloria y se demostrará el poder de la jerarquía.
«En la cuarta raza (Atlante – A.A.B.) empezó el conflicto y nació la conciencia. En la quinta raza (Aria – A.A.B.) tendrá lugar la crisis de la batalla, y los cuatro inferiores y los cuatro del medio comenzarán a unir sus fuerzas. En la sexta raza se disipará el polvo de la batalla. Los cuatro inferiores, los cuatro del medio y los cuatro superiores cantarán al unísono la gloria de su Señor, la belleza del Amor de Dios y el prodigio de la hermandad del hombre. Este es su himno triunfal.» (Psicología Esotérica I, Alice A. Bailey; pp. 342-45)
El efecto en la Humanidad de la energía de la Armonía a través del Conflicto.
«El Principio de Conflicto es el factor principal que subyace en la evolución de la forma como campo de experiencia para el alma, en los cuatro reinos de la naturaleza: el humano y los tres subhumanos. Está basado en el factor intelectual de la discriminación, inherente en el más pequeño átomo de sustancia, que alcanza su expresión más plena en la humanidad evolucionada; los indicios de que ha realizado su propósito, en lo que a la humanidad concierne, residen en la recepción de la Iniciación de la Renunciación.» (Los Rayos y las Iniciaciones, Alice A. Bailey; p. 608)
«Será evidente que esta energía de rayo, que personifica el Principio de Conflicto, tiene un efecto peculiar y curioso sobre las relaciones. Esto se debe a la interrelación del Rayo de Armonía a través del Conflicto y el segundo Rayo de Amor-Sabiduría, siendo éste principalmente el rayo de las rectas relaciones humanas -en lo que concierne al cuarto reino de la naturaleza. La energía del amor rige las relaciones entre las almas y controla a la Jerarquía, el reino de las almas; la energía de la sabiduría debería regir todas las relaciones dentro del cuarto reino, el humano; algún día inevitablemente será así, de allí el énfasis puesto sobre la necesidad que haya personalidades fusionadas con el alma en el mundo actual, tal como lo postulan las verdaderas escuelas esotéricas.
Podría decirse que el Principio de Conflicto, que actúa regido por el cuarto rayo y controlado por el segundo, tendrá por resultado -en lo que concierne a la humanidad- el establecimiento de rectas relaciones humanas y el acrecentamiento del universal espíritu de buena voluntad entre los hombres. Únicamente los pensadores descarriados e incultos dejarían de ver que estos dos resultados del conflicto, engendrados en la actualidad, constituyen los dos factores más deseables, para los cuales deben trabajar todos los hombres de buena voluntad. La afluencia de energía a la humanidad favorece tales esfuerzos y el Principio de Conflicto se ha desempeñado tan eficazmente, que todos los hombres desean la armonía, la paz, el equilibrio, la correcta adaptación a la vida y a las circunstancias y rectas y equilibradas relaciones humanas.» (Los Rayos y las Iniciaciones, Alice A. Bailey; pp. 611-2)
«La demanda, o la oración o el deseo que surge de las masas, por la aparición de un Libertador y el establecimiento de correctas relaciones humanas, así como el trabajo de todas las personas con mentalidad espiritual de todas las naciones y credos, serán algunas de las actividades que conducirán al despertar de la conciencia crística en los corazones de los hombres. Hoy en día, estos tres factores están presentes, pero aún no tienen el poder de demostrar su eficacia inmediata. Sin embargo, este triple núcleo de factores determinantes ya está firmemente establecido; en este hecho hay una base segura para un sano optimismo.
Cabe señalar que el Principio de Conflicto está fuertemente motivado por estos mismos factores. El ensombrecimiento de todos los discípulos e iniciados y la consiguiente estimulación de su naturaleza y entorno deben producir inevitablemente conflicto; la efusión del estimulante amor de Dios en los corazones de los hombres debe producir igualmente e inevitablemente conflicto; la línea divisoria entre los hombres de buena voluntad y las naturalezas insensibles de los que no están influidos por esta cualidad aparecerá clara, útil y constructivamente. También será obvio que cuando Cristo establezca «el centro o punto focal del Propósito divino» en algún lugar definido de la Tierra, su irradiación y poder de ejecución también producirán el conflicto necesario que precede al esclarecimiento y renuncia de lo que obstaculiza.
Pero en las tres esferas de actividad previstas por el Cristo, llegará un momento en que el conflicto será reemplazado por la armonía esto se debe a que la energía de la armonía a través del conflicto está bajo el gobierno o la influencia de la energía del segundo Rayo de Amor-Sabiduría. En lo que concierne a la humanidad en su conjunto, el conflicto de ideas y deseos emocionales es ahora tan agudo, que acabará llegando a su fin y los hombres se volverán con alivio y un intenso deseo de escapar a más agitación, hacia las correctas relaciones humanas; esto constituirá la primera decisión humana importante, que conducirá a la ansiada armonía. La actitud de las masas tenderá entonces a la armonía de forma saludable, gracias a la labor de los hombres y mujeres de buena voluntad que hacen efectivo “el flujo del amor de Dios en el corazón de los hombres”.
Hemos llegado ahora a un punto en el que la inevitabilidad del retorno de Cristo está establecida científicamente y según la ley; esto constituye una llamada que Él no puede ignorar y que debe obedecer. El cuarto rayo de Armonía a través del Conflicto opera (en lo que concierne al proceso iniciático) a través del corazón o lo que los esoteristas llaman “el centro cardíaco”, el punto focal a través del cual puede fluir la energía del amor. Cuando Cristo encuentre Su punto focal en la Tierra, será como un pequeño centro cardíaco a través del cual la energía de amor de la Jerarquía podrá fluir eternamente. La armonía (producida por el Principio de Conflicto) provoca una alineación de modo que el amor que brota del Corazón de Dios penetra en los corazones de los hombres; así la Jerarquía (que es el centro del corazón o el lugar de nuestro planeta donde predomina el amor) entra en relación con la humanidad; así el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo (que pone en acción el amor de Dios y está iluminado por la Mente de Dios) también entra en relación con los hombres y mujeres de buena voluntad de todos los países.
Su tarea es hacer que los corazones de los hombres respondan y sean receptivos al amor de Dios; que es otra forma de decir receptivos a la conciencia de Cristo.
Este alineamiento se está realizando ahora; se logrará automáticamente cuando se reconozca universalmente la eficacia del Principio de Conflicto para producir la liberación. Por lo tanto, el corazón de los hombres, el corazón del planeta, la Jerarquía, y el corazón de la Jerarquía, el Cristo, estarán en un estado de contacto positivo; cuando este canal esté abierto y sin obstrucciones, entonces vendrá el Cristo. Nada puede detener Su aparición y, de acuerdo con la ley, Él no puede dar la espalda a la oportunidad que se le da.
Así, finalmente, el Señor del Amor, en respuesta al grito invocador de la humanidad estimulado por el Principio del Conflicto, debe “proceder de nuevo al alto lugar del sacrificio y caminar públicamente entre los hombres de la Tierra”. Su corazón, encarnando el amor de Dios, es atraído desde el corazón del planeta (la Jerarquía) al corazón de la humanidad, y el camino de Su retorno al servicio en la Tierra permanece inalterable y sin obstáculos. También en este caso, de acuerdo con la ley, hay motivos para un profundo optimismo que puede desarrollarse correctamente.» (Los Rayos y las Iniciaciones, Alice A. Bailey; pp. 617-19)