Los antiguos griegos denominaban a Mercurio con el apelativo Στίλβων (Stilbon), «el brillante», mientras que Venus, como estrella de la mañana, se llamaba Φωσφόρος (Phosphoros), «la portadora de luz».
Por lo tanto, la luz es el elemento primario que une a las dos Luminarias y que hoy, con motivo de su conjunción heliocéntrica (1) en la sustancia fértil de Tauro, se enciende con mayor intensidad, porque está animada por el impulso ígneo de Vulcano, que la difunde por el Espacio del Sistema Solar como «movimiento rítmico del Fuego». Un ritmo ígneo que sostiene en la Humanidad el trabajo de modelar una Nueva Cultura; el futuro que los hombres forjarán con la fuerza del pensamiento creador para generar frutos de bien debe estar tejido con esta luz.
«El pensamiento es el Señor de todo lo que existe; al fulgurar, genera la belleza» (2): Y nuevamente, ¿cómo se despierta la facultad creadora?: Deseando la Belleza.» (3)
¡Y qué mejor imagen que el resplandor de la luz para delinear los contornos de la Belleza, el canon de toda manifestación posible según la «regla del arte»!
«La belleza te ilumina», con una voz radiante sugiere la Enseñanza. (4)
En repetidas ocasiones hemos subrayado que la Belleza, como rostro de lo Absoluto que se vierte en lo finito y en la materia, provoca en nosotros un momento de «discontinuidad», o más bien «una experiencia trascendental» (por contradictorio que parezca).
Esta discontinuidad es una explosión de luz pura, es la llama de la intuición que nos reconecta con el Origen, es el poder del fuego creador que impulsa toda conciencia encendida a la acción: «El yogui actúa, y su acto se transforma en belleza». (5)
Una acción con estas características es el garante y el modelo de toda construcción recta; es el sello sobre las piedras que sostendrán el Templo de la Humanidad. La Nueva Cultura nacerá de la unión amorosa entre Venus y Mercurio, entre la fuerza constructiva de la luz y el reflejo armonioso de esa luz transparente en las mallas de la manifestación.
El arte de vivir, un fruto radiante de Mercurio, se entrelazará con el arte áureo de las correctas relaciones, un don resplandeciente de Venus, que llevará a la Humanidad a expresar su resplandor en el mundo manifestado a través del trabajo artístico: «Reitera la Belleza, una y otra vez, incluso con lágrimas si es necesario, hasta que logres la meta». (6)
Quizás la Belleza no debería ser contada, ni explicada ni teorizada, sino solo experimentada en todo su poder deslumbrante que es capaz de hacernos trascender lo finito. La Belleza merece el silencio y la contemplación, merece ser «respirada» como el aire que nos mantiene vivos, merece ser encarnada como nuestra esencia más verdadera, la que nos hace humanos y divinos al mismo tiempo.
«Toda la fealdad se pierde en los rayos del arco iris. Todas las cadenas se desengarzan con la libertad de la Belleza. ¿Con qué palabras abordar el concepto de universo? ¿Cómo explicar la evolución de la forma? ¿Cómo elevar la conciencia al estudio de los Principios? ¿Cómo estimular a la humanidad hacia el conocimiento científico de los mundos? Toda comprensión nace en la Belleza.» (7)
Para celebrar la suprema belleza de este ardiente encuentro de luces, dejemos que hable el arte, un reflejo mundano del Cielo.
«Mi Modelo es el Cielo. Lo copio en mí mismo, punto por punto, de luz en luz.»
Este artículo se ha escrito en correspondencia con la conjunción heliocéntrica entre Mercurio (4.o Rayo) y Venus (5.o Rayo) en la 5.a cualidad de Tauro. La próxima conjunción heliocéntrica sucederá el 15 de septiembre del 2021.
Notas:
- Agni Yoga, § 29
- Agni Yoga, § 67
- Agni Yoga, § 546
- Agni Yoga, § 207
- Hojas del Jardín de Morya I, §252
- Hojas del Jardín de Morya II, § V, 1
Nota: Este artículo ha sido traducido del original en italiano; consultar aquí.