Los Ideales de Unidad y Armonía

El Ideal de Unidad

«La Unidad absoluta es el ideal supremo, el último solucionador de todo problema, porque anula las separaciones que los causan. Reúne a los individuos en familias, y estas en pueblos, razas, especies, sociedades, hasta la unión general. Para expresar su poder ilimitado y todas sus virtudes se manifiesta infinitamente y es adorada.

Platón

De hecho, la adoración corresponde a la Unidad, que es el Bien sagrado, el refugio seguro. Es adorada de diferentes formas y con diferentes cultos, primitivos o evolucionados; pero la adoración, como tal, es un acto único. De la cima sagrada del Uno descienden los diversos ríos religiosos que riegan las conciencias.

La búsqueda del ideal induce a leer el contenido de las formas, a adentrase en su significado; es una ascensión, tiende hacia arriba, mira hacia la Unidad. La sexta virtud la busca y la halla en las cosas y acontecimientos.

La Unidad está en todas partes; por lo tanto, es una comunión general. La historia cuenta de muchas comunidades establecidas bajo una Regla, pero hasta ahora no se han unificado las distintas Reglas; impedidos por sus diferencias, no han aprendido la sexta virtud, que une lo diferente. Cada una profesa su propia sacralidad, aunque limitada y orgullosa; pero la Unidad solo se establece cuando se renuncia a las distinciones formales.

La sexta virtud actúa poderosamente sobre la historia social y, a pesar de las apariencias contrarias, conduce a la sociedad humana a reconocerse como unitaria. Arrasa las fronteras, derriba los diques, las vallas, los límites, etc.

Los hombres la utilizan con violencia y devastan lo que querrían unificar; pero el Seis, por su naturaleza, une con amabilidad, gana sonriendo, sin forzar nunca. El reino de los Cielos es de los mansos.» (Extraído de PARTIZIONE DELL’UNITA’, Enzio Savoini; escrito inédito, año 2002)

La Armonía del Infinito

«(…) la armonía de la vida refina los sentimientos. La armonía es el único factor indispensable; acompaña a todo lo que es sutil y elevado. Pero el hombre la busca fuera y la descuida en la esencia de las cosas. Por ejemplo, un salvaje vive entre la belleza de la naturaleza, pero está lejos de la armonía. Un ciudadano que está oprimido por el ruido de su entorno es incapaz ni siquiera de pensar en ella. E, incluso, un filósofo erudito puede verse abrumado por la necesidad de mantenerse a sí mismo.

De este modo, uno se olvida de la ley fundamental de la armonía.

No se percibe que la forma de adquirirla está en el arte de pensar. Para poder comprenderla, se necesita una profunda contemplación. En verdad, este es el único arte que refina los sentimientos. Pero, ¿cómo uno puede hacer que sea suya, cuando a veces la poseen los analfabetos y se les escapa a los más doctos? ¿Cómo enseñar eso? Para muchos, esto no será más que un aforismo torpe. ¿Cómo explicar que nuestra filosofía se basa en la Idea del Infinito? Este ideal hace que las tribulaciones terrenales sean soportables y solucionables. No teman pensar en la Armonía. Aplíquenla a todos los aspectos de la vida: cualquiera puede adquirir mucho de eso en sí mismo. Denomínenla como quieran: La Armonía es de todos. Quien cultiva el arte de pensar, tarde o temprano la hace suya.»

(Extraído del Sutra 341, “Supramundo” [alias Supramundano], La Vida interior”, Vol. II, Agni Yoga)


(Publicado hoy, con motivo de la conjunción heliocéntrica de Neptuno con Venus en Piscis)

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