4.5 – 5.4 Diseño y Canon

Extraído del Lambdoma de La Génesis de las Ideas:

4.5 Diseño: El Diseño es el trazado radiante del Pensamiento.

5.4 Canon: El Canon es el Principio armonizador.

Esta polaridad de Ideas expresa y realiza la correlación primaria entre:

4.4 Modelo: El Modelo es el reflejo de la Vida.

5.5 Manifestaciones: La Manifestación es el surgimiento del Diseño divino.

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En el nivel del Pensamiento abstracto, se intenta comprender y vivir la correlación cuatripartita entre Modelo, Manifestación, Diseño y Canon, que podemos definir como una cuadratura del círculo, en el centro entre el Mundo de las Ideas (círculo) y el Mundo de las Formas (cuadrado).

Las Ideas son Energías reales y Entidades vivas; son las potencias que producen los precipitados; dirigir nuestra contemplación y reflexión a estas Fuentes de acontecimientos y cosas eleva nuestra vibración y percepción de la existencia.

«(…) El hombre saca conclusiones de los hechos de la vida, pero confronta la evidencia con las manifestaciones ya pasadas. Este condicionamiento de la vida, solo con lo ya experimentado, determina esa lentitud de progreso a la que se adapta el hombre. Desvincular las ideas del curso de la vida lo detiene y hace que su avance sea problemático.

La vida se compone de una eterna sucesión de ideas y energías cósmicas. ¿Cómo podría adoptar el concepto de Infinito el espíritu que no haya proyectado su pensamiento en el ámbito de las ideas?  (…)» [1]

«Más allá de toda existencia finita y de las causas secundarias, de todas las leyes, ideas y principios, existe una Inteligencia, o Mente, (νους), el primer principio de todos los principios, la Idea suprema en la que se basan todas las demás ideas;  (…) la sustancia última, de la que todas las cosas derivan su ser y su esencia, la Causa primigenia y eficiente de todo el orden, la armonía, la belleza, la excelencia y la bondad que impregnan el Universo.» [2]

Entonces, el Principio —el uno y el trino— se identifica como la referencia o el Modelo (4/4) que refleja la Vida en la manifestación.

El Modelo es activado por el Pensamiento (1/5) divino, el poder que lleva a cabo la Vida, a través de su incesante Vibración (2/5) o el estremecimiento de la Sustancia, y orientado por su dirección vital, ese Rayo que lo proyecta en el Espacio como Plan (3/5).

El Pensamiento graba en él su propio trazado radiante, el Diseño (4/5) del que emerge la Manifestación (5/5), por cuyo medio la Vida se desarrolla y condiciona el infinito según el Canon (5/4), el principio armónico del Modelo.

La Manifestación, sea dual, múltiple y multiforme, aunque se desarrolle en las innumerables variantes del Uno, sigue siendo unitaria.

El Modelo se reconoce en el nivel en el que el mundo de las Ideas y el de las formas entran en contacto y se relacionan correctamente:  el hombre está llamado a situarse en el nivel intuitivo, el cuarto nivel de la expresión divina, para realizar su tarea, que es ser el puente entre el Cielo y la Tierra, reflejando uno en el otro y viceversa.

«Trabaja, pues, no por el gozo, sino hacia el gozo, por un impulso interior e irresistible de ayudar y servir, no para ser objeto de recompensa y gratitud, sino porque así es tu necesidad urgente, después de haber percibido la visión, sabiendo muy bien que tu parte en el trabajo es manifestar, aquí abajo, ese fragmento de visión.» [3]

«No puede haber forma objetiva en la Tierra, ni siquiera en el Universo, si su prototipo astral no se forma primero en el Espacio. Desde Fidias hasta el más humilde artesano de cerámica, un escultor siempre ha tenido que crear primero un modelo en su mente, luego trazarlo en un dibujo bidimensional y solo luego reproducirlo en una figura tridimensional objetiva. Y si la mente humana es la demostración viva de tales etapas sucesivas en el proceso de la Evolución, entonces cómo puede ser de otra manera cuando se trata de la Mente de la Naturaleza y sus poderes creadores.» [4]

El Modelo lleva en sí el valor universal de la armonía, que es medida, relación, rectitud, proporción, equilibrio, verdad, belleza (…); una vez lograda, elimina conflictos, distancias y cualquier tipo de separación. Cada Idea es una unidad de referencia que enfoca e identifica el Modelo (4/4), el reflejo de la Vida.

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Para lograr la belleza, no basta con componer las figuras según reglas armoniosas, como tampoco basta con copiar una obra magnífica para construir de forma sublime, sino que es necesario que todos los pensamientos, deseos, motivaciones y acciones de quienes crean sean coherentes entre sí y con el objetivo universal. Solo si se dan estas circunstancias, la obra del hombre perdurará y operará en el Espacio con el poder constructivo de su fuego.

El cuarto nivel, el central, no es un lugar de paz, sino un estado en el que la armonía se logra a través del conflicto: la humanidad se encuentra todo el tiempo en un entorno así, y es difícil que los humanos logren un verdadero equilibrio, pero como cuarto reino de la naturaleza, tenemos la tarea de bajar a la Tierra esa armonía que, sin la acción humana, no podría lograrse.

«Entre el 4 y el 5, la creación está en juego»: el Modelo refleja la Voluntad del Creador/Logos según su propio Canon constructivo y la proyecta en la Manifestación  través de un Diseño ejecutivo.

El Cuatro se encuentra con el Cinco, que en el Sistema Solar se expresa a través de Mercurio y Venus:

Mercurio, expresa el cuarto Rayo; y es ese Guía que camina con seguridad por la cuerda floja sobre el abismo espacial, «con cautela, con belleza, y balanceándose». Él es el equilibrio entre lo no manifiesto y lo manifiesto y es el gran Maestro de la imitación del Maestro y la Armonía.

Debido a su alta frecuencia, es el acelerador de la evolución y su gran don es la Belleza; al ser regidas por Mercurio, todas las Ideas son bellas. En la gran Obra solar, Mercurio tiene la tarea de reflejar el Mundo superior (el tercer nivel) en el quinto, el mental.

Venus expresa el quinto rayo, el principio del intelecto; ejerce la magia de la quinta emanación, es decir, la misteriosa facultad de crear el dualismo; las fórmulas se precipitan como Formas y estas comienzan a manifestar su contenido.

El encuentro entre estas dos Luminarias centrales es la premisa esencial para el surgimiento de las apariencias, en lo que respecta al Plan del Sistema [tanto solar, como planetario o humano], porque una es imitativa (4) y la otra constructiva (5) para manifestar la ley del Modelo según los cánones de la Belleza, esas «fuentes inalterables de sentido infinito».

No hay nada que pueda prescindir de un modelo y no hay ningún modelo desconectado de la fuente suprema, la Vida, de la que es el reflejo y el puente que, al conectar lo alto y lo bajo, permite la Evolución de la conciencia, que se recorre implacablemente descendiendo a la forma y luego ascendiendo hacia el Uno.

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En la base del clasicismo está la regla que subyace al equilibrio, y el nudo indisoluble del arte griego es el Canon que permite a los artistas unir la armonía y el movimiento de sus eternas obras de arte. El Canon se basa en el principio fundamental del pondus, término latino que conlleva el valor de stathmòs, “de equilibrio”, un equilibrio dinámico porque la estatua tiene su estabilidad incluso cuando está en movimiento.

El equilibrio dinámico se convierte en una condición indispensable, que repercutirá a lo largo de la historia del arte, trascendiendo el tiempo, hasta el punto de ser considerado fundamental, incluso por artistas como Vasily Kandinsky que, con el pondus de elementos visuales en el cuadro, sienta las bases del arte abstracto. Por tanto, en el arte hay una búsqueda continua del equilibrio, de un canon que aporte armonía a la figura representada.

Por consiguiente, el canon griego conduce a la proporción, en medida y peso, de las partes con el todo, y se ha definido aquí como un principio armonizador que, aplicado a las diferentes obras, las hace adecuadas a su función. Siguiendo un determinado canon, se crean acciones armoniosas, proporcionadas a un único criterio de valor.

Esto nos lleva inevitablemente a la sección áurea, la proporción divina, y a la confirmación de la correlación entre el macrocosmos y el microcosmos, entre el todo y la parte, entre la parte mayor y la parte menor, replicando infinitamente y en el Infinito.

«En la armonía ilimitada se encuentra toda la obra creadora del Universo. Solo ella revela las esferas superiores al planeta. Solo la armonía establece la serie de aspiraciones a los mundos lejanos. Este concepto, el de los mundos lejanos, debe ser aplicado a todo lo que aspira a la perfección. Esta es la razón por la que nuestras armonías son tan poderosas. El fuego de los centros es armonía; el fuego del espíritu es armonía; el fuego del corazón es armonía.» [5]

El artista siempre ha tenido que crear primero un modelo en su mente, luego representarlo en un diseño, según un Canon, y, al final, manifestarlo en una figura objetiva. Si el hombre puede hacerlo es porque imita la obra infinita de la Mente universal, alineándose así con el criterio de belleza utilizado por la Vida para expresarse en las obras de la naturaleza.

«No existe un diseño finito o primordial, salvo en relación con la materia organizada.  El proyecto es Kyen, una causa que surge de una causa primigenia. El diseño latente siempre ha existido en el único átomo eterno —no nacido—, o punto central, que se encuentra en todas partes y en ninguna (…).» [6]

En la base del Universo manifestado está el Pensamiento (1.5), el poder realizador de la Vida, que refleja su Luz causal [La Luz, Primera parte y Segunda Parte] en el Espacio a través del Modelo, expresando así el Plan que es la proyección del Pensamiento divino y encarna el Propósito del Señor del Mundo.

Por lo tanto, el Propósito divino emerge a través de un Plan-Diseño rítmico, progresivo, ordenado y potente; el Propósito imprime su Diseño en el Plan, siguiendo el Canon, el trazado radiante del Pensamiento, con el consiguiente surgimiento de la Manifestación que se realiza en diferentes niveles, desde el más sutil hasta el más denso, gracias a los Pensadores, hasta precipitarse en la infinidad de formas en las que se encierra la Vida por un tiempo; luego, se llega a la inversión del movimiento en la que se inicia el proceso de abstracción y liberación que devuelve las partes al Uno.

La Manifestación en la Tierra diseña este Plan en todos los niveles; y en lo que a nosotros respecta, debemos interpretarlo y expresarlo de forma cada vez más armoniosa.

«Los modelos de vida son cambiantes; y cambian a medida que el hombre progresa hacia la divinidad. También varían con el destino del individuo, según la edad, el temperamento y el entorno, y también según el grado de evolución alcanzado. El modelo que se ha de lograr hoy no es el de hace mil años, ni será el mismo dentro de mil años.» [7]

La Idea o raíz de toda manifestación se hunde en espacios ilimitados de Realidad y horizontes de Pensamiento. Según la Tradición esotérica, esa Raíz común de la Sabiduría Eterna de la que se han desarrollado todos los misterios, religiones y civilizaciones de la historia humana, el universo entero, es una manifestación y un símbolo condicionado de la única Realidad Absoluta que lo contiene.

«Existe un solo Principio inmutable e ilimitado, una sola Realidad Absoluta que precede a todo Ser manifestado y condicionado. Está más allá del conocimiento y alcance de todo pensamiento y expresión humanos.

El Universo manifestado se halla contenido en esta Realidad Absoluta y es el símbolo que la condiciona. En esta Seidad única reside su emanación coeterna y coetánea, o radiación inherente; la causa de su manifestación periódica.» [8]

Las Enseñanzas nos dicen que, en lo que respecta a nuestro Sistema Solar, además de los siete Rayos, colaboran en su construcción doce Jerarquías creadoras (en concomitancia con los 12 signos del Zodíaco y los planetas reconocidos por la Astrología); siete de ellos están «manifiestos y con una expresión planetaria». Estas Jerarquías son la vida y la sustancia de todo lo que existe.

Entre las jerarquías creadoras manifiestas, el ser humano es el «creador menos consciente», una mónada o vida que, a través de la evolución, ha adquirido conciencia de sí misma en el nivel individual, capaz de reflejar las realidades de la creación y la manifestación en su interior. En la escala jerárquica de los creadores conscientes del Sistema Solar, la mónada o unidad humana está indicada, de hecho, en el tercer grado, después del Logos solar y del planetario.

En el proceso de la Creación, la asunción de la forma física marca un ciclo importante y decisivo: es el punto más bajo del descenso que la Vida hace en la manifestación, que, debido al peso de su envoltura y a la lentísima vibración consecuente, encuentra un límite que debe ser superado por medio de la activación de la conciencia que, al comprometerse en el ciclo de la existencia, pretende aligerar la forma para liberar gradualmente la Vida.

«La naturaleza es la apariencia del cuerpo físico del Logos; y las leyes de la naturaleza son las leyes que gobiernan los procesos naturales de ese cuerpo. La Vida de Dios, Su energía y vitalidad se encuentran en cada átomo manifestado; Su esencia mora en todas las formas. A esto lo llamamos Espíritu, pero Él mismo no es esas formas, así como el hombre sabe que no es sus cuerpos. El hombre sabe que es una voluntad, un propósito, y a medida que progresa en la evolución, ese propósito y esa voluntad se definen cada vez más conscientemente. Lo mismo ocurre con el Logos planetario y el Logos solar. Viven dentro —y sin embargo están fuera— del esquema planetario o del Sistema Solar.» [9]

Para lograr una nueva cultura humana y, consecuentemente, una nueva Religión Mundial esotérica, según el trabajo del actual año 6.1, la síntesis energética 4.5-5.4 es de gran importancia, pues es aquí donde actúan las virtudes divinas, que llevan a cabo la parte del Plan jerárquico que dará vida, conciencia y forma a la civilización de la era de Acuario.

El cuatro produce imágenes sin figuras, el cinco dispone su ejecución formal; y la colaboración entre ellos es perfecta porque el primero imita las figuras y el segundo las crea, dando lugar a un gran flujo de precipitados que aparecerán en el mundo concreto, y que así lo modificarán.

El hombre tiene la oportunidad de participar activamente en la creación de su propio futuro estado cultural que dará nacimiento a la próxima civilización planetaria. Las dificultades son muchas porque, como la construcción de la Obra es puramente mental, no será aceptada por todas aquellas conciencias que solo creen en lo concreto y solo de forma confusa admiten la posibilidad del poder constructivo de la mente.  Sin embargo, todo esto está ocurriendo porque las Enseñanzas y la ayuda superior nos están preparando para esta forma más elevada de actividad humana, dejando de recurrir a los triviales métodos concretos que actúan sobre los efectos actuales, en lugar de ayudar a conformar las causas.

«El amor fue el motivo que impulsó la manifestación, y es el amor el que mantiene todo en sucesión ordenada; el amor conduce todo por el camino de regreso al seno del Padre; el amor, al final, perfecciona todo lo que existe.» [10]

Del Cielo a la Tierra, de la Tierra al Cielo.


Este artículo se publica en correspondencia con el alineamiento heliocéntrico, Mercurio en conjunción con Venus, sagrados para el 4.o y 5.o Rayos.

[1] Infinito I, Agni Yoga.

[2] La Doctrina Secreta, “Antropogénesis”, H. P. Blavatsky.

[3] Reflexiones, Compendio de textos, A. A. Bailey.

[4] La Doctrina Secreta, “Cosmogénesis”, H. P. Blavatsky.

[5] Infinito I, Agni Yoga.

[6] Le parole di Enzio, Armonia, Enzio Savoini, texto enédito, pág. 20.

[7] Cartas de H. P. Blavatsky a Sinnet.

[8] Reflexiones, Compendio de textos, A. A. Bailey.

[9] Tratado sobre el Fuego Cósmico, A. A. Bailey, p. 33, Ed. Fundación Lucis; vers. ingl., p. 3.

[10] De La Manifestación.


 

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