La Cuna de las Ideas

En el nivel heliocéntrico, la fecha de hoy está marcada por la entrada majestuosa de Júpiter en Aries, la cuna de las Ideas.
Por motivo del Plenilunio de Aries, hace poco escribimos que las Ideas son Energías y Entidades vivas, son potencias creadoras que producen precipitados e impregnan el cuarto nivel espacial, el búddhico.
Paradójicamente, para empezar a contemplarlos es necesario realizar un acto realmente sencillo: «Se mira al cielo, que es la primera Idea. Es el mundo de las Ideas, que moran en él y se nutren de él. El estudio de las Formas conduce a las Ideas, que son sus Causas y sus Modelos. (…) Las Ideas y las Formas no son entidades en contraste, sino simétricas; y ambas pertenecen a la Realidad divina del Cosmos. Las primeras son la unidad, la esencia; las segundas, la multiplicidad y el devenir. Aquellas actúan por voluntad directa; estas, por el deseo. Existe la Idea de Forma y existen Formas mentales llamadas Ideas o Ideales. (…) Dicho con otras palabras, el Cielo es, en consecuencia, la Protoidea. Si no las acogiera, las Ideas no existirían. Las Ideas solares puras viven en sus regiones ilimitadas (como la Idea de Belleza, de Justicia, de Verdad, de Energía…). (…) Según la lección de Platón, ellas son absolutas, perennes, luminosas e inmutables; sin embargo, son relativas en este este sistema solar.» [1]

En esta ocasión, creemos que es importante acudir directamente al pensador en cuestión, Platón, que dio a la humanidad ideas revolucionarias, que las extrajo directamente de su fuente.
Todos sabemos que Platón fue un filósofo, pero seguramente no todos saben que esta palabra significa “un enamorado de la sabiduría”. La sabiduría es la inteligencia divina del Amor.
La palabra griega philos debería ser mejor especificada aquí: significa “amante, enamorado”. Su raíz indoeuropea es *DHI-, que está compuesta por los siguientes elementos sonoros: “[hi] transmitir [d] energía, nutrir, amar”. De la misma raíz procede la palabra latina filius, ‘hijo’, literalmente ‘nutrido’, ‘amado’. [2]

En una de sus Cartas, el mismo Platón define como fuego ese ardor filosófico que caracteriza a los Pensadores sinceros. [3]
Platón, y antes de él Sócrates y Pitágoras, todo ellos filósofos, fueron, por lo tanto, mentes que “pensaban por amor”, y se inspiraron en él.
La idea es el eje de la filosofía de Platón, que la trató en muchos de sus Diálogos. Es especialmente muy adecuado para la celebración de la fecha de hoy, por la mención de Zeus/Júpiter, el siguiente pasaje que evoca una imagen sugestiva: «Lo divino es belleza, sabiduría, bondad y cualquier otra virtud afín. (…) Y he aquí Zeus, el poderoso lider de los cielos, encabezando la pareja alada, es el primero en proceder; y ordena todas las cosas, previendo todo. (…) En este lugar mora esa esencia incolora, informe e intangible, que solo puede ser contemplada por el intelecto, el piloto del alma, esa esencia que es la fuente de la verdadera ciencia.» [4]

Esta esencia es la idea, lo que es en sí, así identificada por Platón, que solo es accesible por medio de la mente abstracta, que Platón define como ora nous, ora diánoia, el intelecto, el “piloto del alma”. La estrecha relación entre el nous, la mente abstracta, y el alma se nos revela también de forma un tanto sorprendente por la etimología: nous deriva de la raíz indoeuropea *NA-, compuesta por los sonidos «[a], ‘iniciación’, [n] del aliento vital de las Aguas cósmicas», que expresa la idea de “origen del nacimiento y del pensamiento”.
«Fueron las Aguas “divinas” (…) las que “generaron todas las cosas móviles e inmóviles de la creación”, (…) y las que poseían “la gran felicidad del conocimiento perfecto”, (…) “pues conocían el origen del cielo y de la tierra” (…)»: es así como escribe el lingüista Franco Rendich, quien añade que la raíz *NA- está estrechamente relacionada con la de ‘alma’, *AN-, que expresa la idea de ‘respiración’, de ‘aliento vital’.

Consecuentemente, el Origen cósmico, el Pensamiento, el Alma son conceptos íntimamente entrelazados en su esencia sonora.
Siguiendo la narración del Ṛgveda, el lingüista añade que «Además de haber dado al hombre el an-ima [de la raíz an, ‘respirar’], a través de Vāc, la Palabra, su hija, las Aguas cósmicas habían dado nombres a los dioses; (…) la palabra «nombre», nāman en indoeuropeo y sánscrito, significaba, de hecho, “el pensamiento [man] de las Aguas divinas []”.» [5]
Asimismo, otra afinidad etimológica realza la íntima conexión en la palabra «idea», entre la luz y lo divino. La raíz indoeuropea de la palabra, *ID-, compuesta por los sonidos “luz [d] en movimiento [i]”, para expresar el “movimiento de la luz”, está estrechamente relacionada con la raíz *DĪ-, que indica el concepto de divinidad. Veamos el término griego dīos, que significa tanto ‘celeste’ como ‘divino’; theós, ‘dios’; el latín dies, ‘día’; dius, ‘del cielo’, ‘luminoso’, ‘divino’.
Añadamos otra cita de la Astrología Esotérica, tomada del tratamiento del signo de Aries, particularmente importante por la correspondencia entre la luz y el sonido: «(…) la idea se asemeja a la Palabra de Dios.» [6].

Y es precisamente esta palabra, este logos, que Zeus/Júpiter, como padre de los dioses, esparce magnéticamente por el espacio solar.
Como hemos dicho, el poder de Júpiter, que sitúa hoy su morada heliocéntrica en Aries, es tanto que crea vórtices energéticos en la sustancia, que son capaces de expandirse y dilatarse, de atraerse, fusionarse y, finalmente, sintetizarse, en un proceso cíclico del que surgirá triunfante el Cristo/Zeus cósmico, el Salvador que pronunciará la Palabra perdida.

Esta palabra, que la mitología recuerda bajo la forma del poder legislativo y ritual propio de Zeus, es la onda vibratoria del Amor que entrelaza el Espacio y que, en virtud de la fuerza constructiva que lo anima, es capaz de modelar las formas a partir de la Idea primigenia que proporciona el Modelo: «Júpiter (…) es la fuente solar del Amor y la Sabiduría.» [7]
Júpiter en Aries destaca precisamente la conciencia de las Ideas, esa claridad interior que permite captar lo divino que brilla en los arquetipos eternos y se repercute en el mundo formal, instando a cada conciencia a identificarse plenamente con lo que ama.

Y el corazón es la imagen que se revela como la más representativa del amor sabio y omniabarcante de Júpiter, un corazón que late rítmicamente, atrae magnéticamente, gobierna con sabiduría y discernimiento toda la manifestación, iluminándola con su “luz celeste”. «Se enseña que Dios es amor y Júpiter es amor magnético. Por lo tanto, es el Ser del Sistema.» [8]
Desde este Ser, en este Ser, también nosotros podemos contemplar las Ideas y concretizarlas través de ellas; también nosotros podemos hacer surgir esa parte del logos que nos impregna y nos hace cocreadores en un cosmos de conciencias creadoras y luminosas; habiendo puesto nuestro corazón en el fuego de Aries y en el templo de Júpiter, también nosotros podemos convertirnos en imanes del amor.

«El amor divino está en el Centro.
Llama continuamente a cada corazón.
No se puede escapar de su poder magnético
.» [9]


Notas:

[1] Primer VérticeL’uomo sulla terra e nel cielo, ed. Nuova era, 2020, pp. 31-2 [libro no traducido al castellano].
[2] Franco Rendich, Dizionario Etimologico comparato delle lingue classiche indoeuropee. Indoeuropeo- Sanscrito-Greco-Latino, Palombi Editori, 2010, p. 188.
[3] Platón, Obras Completas, Letra VII, Vol. 8.
[4] Ob. cit., Fedro, Vol. 3.
[5] Franco Rendich, Dizionario Etimologico comparato delle lingue classiche indoeuropee. Indoeuropeo- Sanscrito-Greco-Latino, Palombi Editori, 2010, p. 198
[6] Astrología Esotérica, A. A. Bailey, p. 86, £Ed. Fundación Lucis; vers. ingl., p. 100.
[7] Primer VérticeIl Sistema solare nello spazio, ed. Nuova era, 2018, p. 113 [libro no traducido al castellano].
[8] Primer VérticeL’uomo sulla Terra e nel cielo, ed. Nuova era, 2020, p. 177 [libro no traducido al castellano].
[9] Primer VérticeIl Sistema solare nello spazio, ed. Nuova era, 2018, p. 115 [libro no traducido al castellano].


 

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