Plenilunio de Aries, El Misterio de la Vida

Hoy celebramos el cuarto de los 12 Festivales de la nueva Religión Mundial, el Plenilunio de Aries (a las 20:57, horas CET). Es el festival orientado a afirmar la Voluntad de iniciarse en el poder ígneo de las Ideas, y a fijar a través de la conciencia de la Humanidad-Discípulo el Misterio de la Vida, puesto que la Vida es y representa el impulso ígneo del movimiento de la energía primaria que impregna cada átomo del universo. [1]

En esta fecha resuena poderosamente la Idea de Vida, que inerva el Espacio, el contenedor de la Vida, y lo fecunda. Los dos principios supremos, los dos Orígenes sagrados de la Manifestación, son la imagen de ese Misterio que genera el fulgor de la Luz y siembra en la sustancia esas chispas de Fuego que, a su vez, serán las simientes ígneas de todo lo que es.

Aries, el vector zodiacal de este impulso vital, es «la voluntad o el poder que se expresa en el gran proceso creador» [2]. A través de ella se adquiere la voluntad de hacer, la capacidad de crear, la unión lograda por medio de la fuerza de la voluntad; a través de ella, la Vida se derrama cíclicamente para llenar todo lo que existe para que la Vida sea cada vez más abundante y palpitante en cada fragmento de lo Real.

De nuevo, en lo que concierne a la humanidad, a través de Aries se desencadena el proceso de iniciación que obliga al alma a entrar en la tierra ígnea, y la purifica a través de la encarnación; su misterio más ígneo «es el de los inicios, los ciclos y las oportunidades que surgen de ellos. En la tercera iniciación se empieza a comprender la vida del espíritu, el aspecto supremo; hasta entonces, el iniciado ha manifestado primero la vida de la forma y luego la del alma interior.» [3]

Por último, Aries es el «hogar de las Ideas divinas» y conduce desde el plano formal, en el que el alma se sumerge al inicio del ciclo evolutivo, hasta la dominación de estas mismas formas a través del gobierno ejercido por el plano mental superior. A través de la claridad de la «razón pura», las Ideas son captadas en su esencia y reflejadas sin distorsión, convirtiéndose en el impulso ígneo que subyace al impulso de manifestar y de manifestarse.

Para enseñarnos el uso de la voluntad y de la mente iluminada está el alado Mercurio, el regente esotérico del Signo (para los discípulos e iniciados), quien, apoyado al principio por la fuerza impulsiva de Marte (regente exotérico del Signo), guía al hombre en su camino alrededor de la rueda zodiacal y «a través del conflicto le permite alcanzar la armonía. Ilumina la mente y es un intermediario entre el alma y la personalidad (…). Esto inevitablemente produce oposición entre los pares de opuestos y un conflicto prolongado. Pero otorga la victoria y disipa la ilusión al iluminar la mente inferior.» [4]

Su tránsito por los signos del Zodíaco es muy rápido y aparentemente inadvertido; pero el poder de su luz permite ascender al plano donde moran las Ideas y desde donde se puede vislumbrar el Fuego de Vulcano, la fuente de la Vida, que se oculta de los que están ciegos al Misterio y, al mismo tiempo, lo revela a los que han sabido «mantener su mente en la Luz».

*

Hoy, pues, en el día de la Luna Llena, fecundados por el rayo disparado en el destello iniciático del Equinoccio, unidos idealmente a todos los que en todo tiempo y lugar trabajan por el Bien común, invocamos y evocamos como único Servidor Planetario la:

Voluntad de iniciarse en el poder ígneo de las Ideas.

 Las ideas son Energías reales y Entes vivos, son potencias que producen precipitados e impregnan el cuarto nivel espacial (el búddhico).

Para llegar a contemplar las Ideas y «ser pensado» por estas supremas potencias creadoras, se requiere un acto sencillo pero sublime: «Se eleva los ojos al Cielo, que es la primera idea. Es el mundo de las Ideas, que viven allí y se alimentan de él. El estudio de las Formas conduce a las Ideas, que son sus Causas y Modelos. El estudio de las Ideas, en aras del equilibrio y la simetría, revela el proceso por el que aparecen las Formas. Las Ideas y las Formas no son entidades en conflicto, sino simétricas; y ambas pertenecen a la Realidad divina del Cosmos. Las primeras son la unidad, la esencia; las segundas son la multiplicidad y el devenir. Aquellas actúan por medio la voluntad directa; estas lo hacen a través del deseo. Existe la Idea de Forma y existen Formas mentales llamadas Ideas o Ideales. (…) Por consiguiente, dicho con otras palabras, el Cielo es la Proto-Idea. Si no las acogiera, las Ideas no existirían. En sus ilimitadas regiones viven las Ideas solares puras (como la Idea de Belleza, de Justicia, de Verdad, de Energía…).  Estas son sin partes, pero copresentes en la eternidad del Ser solar. Se afirma que juntas son el Cielo mismo, la espacialidad indiferente, o que son aspectos de una misma Realidad. Según Platón, son absolutas, perennes, luminosas e inmutables; sin embargo, son relativas en este sistema solar. Otros Pensadores sublimes (otros Logos estelares) ejercen su poder directivo en otros sistemas espaciales; pero nada puede decirse ni pensarse acerca de su actividad, pues los hijos del Sol solamente podrán trascenderlo y asomarse al Cosmos exterior cuando estén a la altura de su esplendor.» [5]

«En el Sistema Solar, los siete grandes músicos (las siete Luminarias) componen y tocan según la partitura general, y yuxtaponen las Ideas eternas para formar intervalos tonales vivos y absolutos. Esta visión dinámica —pero regular, innovadora y creadora—, si se la acoge en el corazón, abre poco a poco el cofre de los secretos del Cielo.» [6]

«El poder del liderazgo no reside en la corona, ni en el pueblo, sino en la inmensidad cósmica de las Ideas.» [7]

La Voluntad de iniciarse en el poder ígneo de las Ideas y en su inherente poder creador, que se expresa en Aries a través del regente esotérico Mercurio, se expande en la conciencia del Discípulo-Humanidad:

El Misterio de la Vida.

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La Vida es.

«Los hombres y las otras criaturas viven; pero muy pocos se preguntan qué es, en verdad, la Vida. La más importante de las preguntas, de la que todo depende, casi nunca se hace; de modo que pasan los días y los años sin que los vivos sepan y quieran saber por qué. La vida es el Misterio; pero es la energía más evidente y preciosa, la más común y extendida.

He aquí el enunciado del teorema:

«La Vida es la energía que se genera a sí misma.»

El teorema es elevado y simple, y demuestra la eternidad de la Vida, su divinidad omnipresente, su crecimiento cíclico y perenne. No ha sido compuesta, ni siquiera descubierta, por quien está escribiendo, que se reconoce incapaz de tal vigor mental. Es mejor considerarlo como un don de lo alto. Lo importante es lanzarlo al Espacio en beneficio de las criaturas autoconscientes: «La Vida se genera a sí misma.» [8]

 «La VIDA ÚNICA, eterna, invisible y, sin embargo, omnipresente, sin principio ni fin y, aun así, periódica en sus manifestaciones regulares, entre los períodos en los que reina el oscuro misterio del No-Ser; inconsciente y, sin embargo, Conciencia absoluta; irrealizable y, no obstante, la única Realidad autoexistente; en resumen, “un Caos para los sentidos, un Cosmos para la razón”. Su único atributo absoluto, que es EL MISMO Movimiento eterno e incesante, se llama en términos esotéricos el “Gran Aliento”, que es el movimiento perpetuo del universo, en el sentido de Espacio ilimitado y siempre presente. (…)» [9]

«El Fuego eterno impregna todas las formas y a través de él se une con la energía ígnea superior. Así, la savia universal opera, y opera continuamente. Esta sustancia misteriosa que siempre se renueva no puede ser denominada de otra manera. Todo lo que se manifiesta sirve para regenerar la Sustancia eterna.» [10]

*

En esta Luna Llena —momento en el que la Vida y el Fuego irradian su poder creador y transfiguran las formas, elevándolas a la gloria de la Luz, vibrando en sintonía con la pulsación de la Vida que eternamente se manifiesta y perpetuamente permanece igual, y tendiendo la mano para captar los rayos de luz que emanan de las Ideas— caminemos, con ardiente confianza y perfecta inocuidad, por el puente celeste que une el Sol, la Tierra y la Luna, que es la imagen de esa unión armoniosa capaz de trazar senderos luminosos a través del Espacio.

«El vigor creador del corazón unificado salvará al mundo e inaugurará un nuevo Ciclo.

Por este motivo Nuestro corazón está tan tenso, al unísono con el flujo impetuoso del Fuego; así la esencia vital manifiesta su propio Derecho.

La tensión es grande; un gran Misterio está ocurriendo en el Mundo.

 Afirmo la gran Verdad cósmica.

 Ese Misterio es el mismo Ser.» [11]


Notas:

[1] Este año 6.1, el primero de un período de siete años consagrado a la Idea de una Nueva Religión Mundial, pretendemos celebrar las fechas de los Plenilunios, las «puertas» sagradas de alineación y sincronización entre los tres símbolos celestes de la manifestación humana (Sol/Alma, Tierra/Personalidad, Luna/Cuerpo) y la manifestación planetaria (Jerarquía planetaria, Humanidad, Reinos inferiores), asociándolos con 12 Misterios e Ideas/Formas, correspondientes a las energías causales de cada Signo del Zodíaco, en virtud de que, para la perspectiva esotérica, el Corazón del Cielo es el Gran Maestro de Maestros.

«La sucesión de los Misterios encarnados en cada signo del Zodíaco será esclarecida por el Cristo, porque la conciencia de la humanidad actual exige algo más exacto y más real espiritualmente que la astrología moderna, o el pseudoocultismo tan difundido hoy.» (La Reaparición de Cristo, A. A. Bailey, p. 111, Ed. Sirio; vers. ingl., p. 127.

[2] Astrología Esotérica, Alice A. Bailey, vers. ingl., p.  92.

[3] Ídem, p. 387.

[4] Ídem, p. 100.

[5] Primo Vertice, L’uomo sul pianeta e nel cielo, ed. Nuova era, 2020, p. 31 (solo en italiano).

[6] Ídem, p. 25.

[7] La Comunidad de la Nueva Era, § 84, Agni Yoga.

[8] Dispense del 3° Settennio. L’anno del Quattro, E. Savoini; scritto inedito, enero del 2004 (solo en italiano).

[9] La Doctrina Secreta, “Cosmogénesis”, H. P. Blavatsky.

[10] El Mundo del Fuego II, § 400 [alias El Mundo Ardiente II].

[11] El Mundo del Fuego III, § 182 [alias El Mundo Ardiente III].


 

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