La Ley del Renacimiento o la Ley de la Reencarnación

(Para el novilunio de Virgo, la gran “Madre de los Ciclos”, publicamos este artículo de Philippe A. C.)

La ley del renacimiento o reencarnación es una ley fundamental de nuestro universo. Debe considerarse en el contexto de la existencia de los ciclos, que son el respiro de la evolución de las entidades conscientes en todos los planos de manifestación: «La aparición periódica rige (…) tanto los Rayos como los reinos de la naturaleza y las formas que contienen; determina incluso la actividad de Dios. Los rayos se encarnan, desaparecen y se reencarnan, al igual que todas las vidas en la forma. La reencarnación, o la actividad cíclica, subyace a toda apariencia y actividad fenoménica. Es un aspecto de la vida pulsante de Dios. Es la exhalación e inhalación del proceso de existencia y manifestación divina.» (Psicología Esotérica I, Alice Bailey; vers. ingl. pp. 266-7)

La Ley del Renacimiento o la Reencarnación concierne, pues, a todas las entidades de conciencia, desde el hombre hasta el Logos solar, pasando por el Logos planetario. [1] [2] En efecto, «todo el Sistema Solar encarna la conciencia de una Entidad procedente de planos situados más allá del anillo solar infranqueable (…); la manifestación es periódica y (…) la Ley del Renacimiento es el método de evolución en relación con el hombre, un Logos planetario y un Logos solar.» De ahí el énfasis puesto en el Proemio de La Doctrina Secreta sobre los tres principios fundamentales:

– el Principio inmutable e ilimitado,

– la periodicidad del Universo,

– la identidad de todas las almas con la Superalma.» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, Alice Bailey; vers. ingl. p. 238)

«En el transcurso del tiempo, la Tierra misma se reencarna; los lugares pasan al Pralaya [3] y emergen a la manifestación, almacenando en su interior simientes que con el tiempo se encontrarán en una vibración similar y volverán a introducir modos de expresión y formas semejantes.» (Cartas sobre la Meditación Ocultista, Alice Bailey; vers. ingl. p. 297)

Para la humanidad en particular debe entenderse como el corolario de la Ley de la Evolución[4] y, como tal, debe vincularse a la Ley de Causa y Efecto. De hecho, por lo que respecta al grupo humano:

«(…) todas las almas encarnan y reencarnan siguiendo la Ley del Renacimiento. De ello se deduce que cada vida no es solo una recapitulación de la experiencia pasada, sino también una asunción de viejas obligaciones, una reanudación de antiguas relaciones, una oportunidad de saldar viejas deudas, de devolver y avanzar, un despertar de cualidades profundamente arraigadas, el reconocimiento de viejos amigos y viejos enemigos, la resolución de injusticias aborrecibles y la explicación de lo que condiciona al hombre y hace de él lo que es. (Psicología Esotérica I, Alice Bailey; vers. ingl. p. 300)

La Ley del Renacimiento representa, por tanto, un gran reto para la humanidad: está en el corazón de los problemas humanos y comprenderla correctamente podría ser la clave para resolverlos:

«La Ley del Renacimiento esconde el secreto de la crisis actual. Grupos de egos se reúnen para agotar cierto karma acumulado en el pasado. Los hombres han cometido graves faltas en el pasado. El castigo y la transmutación son las consecuencias naturales. La violencia y la crueldad cometidas en el pasado producen una cosecha de duro karma, pero depende de ustedes transmutar los viejos errores.» (Tratado de Magia Blanca, Alice Bailey; vers. ingl. p. 115)

Esta Ley implica, pues, la comprensión de la evolución de la conciencia como resultado de un impulso grupal y no a nivel puramente individual, que es una ilusión. [5] Incorpora a las entidades de conciencia en la encarnación como una oportunidad (los tibetanos también la llaman “Ley de la Oportunidad”) para abordar colectivamente los legados de la Ley de Causa y Efecto y las perspectivas que ofrece la Ley de la Evolución.

Esta Ley es de particular importancia para la Nueva Religión Mundial porque estará en el corazón de la enseñanza universal dada por el Cristo. «Esta doctrina será una de las notas fundamentales de la nueva religión universal; arrojará luz sobre los problemas de este mundo y nos permitirá comprenderlos mejor. (…) [En Su reaparición] El Cristo enseñará a los hombres el método por el cual esta posibilidad puede convertirse en un hecho consumado, mediante el regreso constante del alma encarnante a la escuela de la vida en la Tierra, para experimentar allí el proceso de perfección del que Él fue el ejemplo supremo. Este es el significado y la enseñanza de la Reencarnación. «(Los Problemas de la Humanidad, Alice Bailey; vers. ingl. p. 117).

En resumen, El Tibetano señala algunas afirmaciones sobre esta Ley para prepararnos a comprenderla:

  1. «La Ley de la Renacimiento es una importante ley natural del planeta.
  2. Es un proceso iniciado y regulado por la ley de la evolución.
  3. Está estrechamente relacionada y condicionada por la Ley de Causa y Efecto.
  4. Es un proceso de desarrollo que permite al hombre elevarse desde las formas más groseras del materialismo irreflexivo hasta la perfección espiritual y la percepción inteligente, en virtud de las cuales se convierte en miembro del reino de Dios.
  5. Justifica las diferencias que existen entre los hombres y junto con la Ley de Causa y Efecto (llamada en Oriente Ley del karma), las diferencias de circunstancias y actitudes ante la vida.
  6. Expresa la voluntad del alma y no es el resultado de una decisión de la forma. Es el alma que habita en cada forma la que se reencarna, eligiendo y construyendo vehículos físicos, emocionales y mentales adecuados a través de los cuales aprende las lecciones necesarias cada cierto tiempo.
  7. La Ley del Renacimiento (en lo que respecta a la humanidad) actúa en el plano del alma. La encarnación está motivada y dirigida desde su nivel, el plano mental.
  8. Las almas encarnan en grupos, cíclicamente, de acuerdo con la ley y para poner en práctica las correctas relaciones con Dios y entre los hombres.
  9. El gradual desarrollo regulado por la ley del renacimiento está condicionado en gran medida por el principio mental, pues «como un hombre piensa en su corazón, así es». Estas pocas palabras requieren una atenta consideración.
  10. Por la Ley del Renacimiento el hombre desarrolla lentamente la mente; esta comienza entonces a dominar las emociones y, al final, revela el alma, su naturaleza y la esfera de vida.
  11. En esta etapa del desarrollo el hombre comienza a caminar por el Sendero de Retorno y gradualmente se vuelve, después de muchas vidas, hacia el reino de Dios.
  12. Cuando, gracias a la mente desarrollada, a la sabiduría, al servicio activo y a la comprensión, el hombre ha aprendido a no pedir nada para el yo separado, renuncia al deseo de vivir en los tres mundos y se libera de la ley del renacimiento.
  13. Ahora posee conciencia de grupo, es consciente del grupo al que pertenece y del alma viviente en todas las formas, y ha llegado a la “plenitud de Cristo” (Efesios IV, 13).

Ninguna persona inteligente tratará de ir más allá de esta amplia generalización. Cuando el Cristo reaparezca, poseeremos un conocimiento más realista y verdadero, sabremos que estamos eternamente vinculados con las almas de todos los hombres y definidamente relacionados con aquellos que reencarnan con nosotros, que aprenden las mismas lecciones y pasan las mismas experiencias y experimentos que nosotros. Este conocimiento comprobado y aceptado regenerará las fuentes mismas de nuestro vivir humano. Sabremos que las causas de nuestras dificultades y problemas provienen del hecho de que no reconocemos esta Ley fundamental con sus responsabilidades y obligaciones; entonces aprenderemos gradualmente a regir nuestras actividades mediante su exacto poder restrictivo. La Ley del Renacimiento encierra en sí el conocimiento práctico que los hombres necesitan hoy para conducir recta y correctamente sus vidas en los aspectos religioso, político, económico, comunal y privado, estableciendo así correctas relaciones con la vida divina que existe en todas las formas.» (La Reaparición del Cristo, Alice A. Bailey; pp. 118-120)

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[1] «Logos planetario. Así se llama generalmente a los siete espíritus superiores que corresponden a los siete arcángeles de los cristianos. Todos ellos han pasado por la etapa humana y ahora se manifiestan a través de un planeta y sus evoluciones, así como el hombre se manifiesta a través del cuerpo físico. Un Espíritu planetario superior, actuando en cualquier globo, es en realidad el dios personal de ese planeta.» (Iniciación Humana y Solar, Glosario, Alice Bailey)

[2] «Logos solar. El Logos solar es más grande que el hombre, porque es la suma de todas las evoluciones del Sistema Solar, incluyendo la humana, que se halla en un punto medio en relación con las otras evoluciones.» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, Alice Bailey; vers. ingl. p. 203)

[3] «Pralaya. Período de oscuridad o reposo —planetario, cósmico o universal— lo opuesto a Manvantara.» (La Doctrina Secreta, Helena P. Blavatsky, Glosario Teosófico).

[4] Ley de la Evolución: «Esto, tal como se entiende comúnmente, concierne a la forma, que poco a poco se adapta para exponer o expresar la energía egóica, y luego la monádica. [Detrás de la evolución está la Ley] de la Perfección [que] concierne a las energías internas que causan el proceso evolutivo.» (Curación Esotérica, Alice Bailey; vers. Ingl. p. 659)

[5] Véase: Psicología Esotérica II, Alice Bailey; vers. ingl. p. 431.


 

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