La Humanidad es Una

«La humanidad puede considerarse ese elemento (enzima) que el planeta necesita para alcanzar el propósito para el que fue creado.» (Primer Vértice, Perlas de Enzio, p. 5; escritos inéditos)

«Por la acción de la Séptima función, la forma aparece como un todo integrado y armonioso, aunque esté compuesto de partes aparentemente disímiles. Es un trabajo mágico, el suyo, porque resucita el Uno y lo introduce en el mundo manifestado. (…) Es precisamente mediante el trabajo de esta Función que un grupo incoherente e ineficaz de hombres se transmuta en una fuerza coherente de conjunto, vigorosa y unificada, capaz de grandes hazañas: una Comunión.» (Primer Vértice, Las palabras de Enzio, La Libertad, p. 8; escritos inéditos)

«El verdadero poder, absoluto, es la fuente de la libertad. En efecto, la Voluntad Suprema no encuentra oposición, por lo tanto es libre, y libres son, por lo tanto, los individuos, unidades menores que reflejan la Unidad total.»  (Ídem, p. 15)

De estas luminosas palabras de Enzio Savoini podemos derivar el concepto de que la Humanidad es Una, a pesar de las separaciones que aún existen en la Tierra y entre los hombres, a pesar de las guerras que aún están presentes en nuestro mundo, porque, a pesar de todo, existe una unidad subyacente que reúne a los hombres, diferentes entre sí, pero todos guardianes de una tarea que debe ser cumplida a través de la expansión de la conciencia humana, es decir, la unión del mundo de la materia con el mundo del espíritu, hasta alcanzar la conciencia cósmica, adhiriéndose a la ley de la gran Unidad del Cosmos, la esencia de todo lo que existe.

A partir de una multitud indistinta, la humanidad debe convertirse en una comunidad consciente de sí misma que aprenda a dirigirse con maestría en el mundo del pensamiento y del espacio.

Todo es Uno. Lo que existe está interconectado con todas las demás cosas internas y externas; la relación mutua entre todas las entidades es un precepto sagrado universal.

La conciencia expandida, que trasciende las fronteras ficticias de lo personal para sentir y vivir como una Humanidad, abarca realidades ya reconocidas en el Corazón, es la conciencia en grupo o conciencia crística que conducirá al culto del Espacio y del Infinito, como base de la nueva Religión Mundial que será, precisamente, la del Espacio y que conducirá a la síntesis, a la unidad en la diversidad y a las relaciones áureas entre todas las criaturas.

Los hombres están llamados a comprender el sentido más pleno de la existencia, preguntando al Espacio, estudiando sus leyes, produciendo gozo y belleza, no para sí mismos, sino por Amor y para servir al Bien Común, sentando las bases para comprender el poder del Servicio, que es un proceso infinito de liberación y es directamente proporcional a la expansión de la consciencia; quien sirve debe tener siempre las manos vacías para que las energías superiores puedan llenarlas.

En este mismo día, la Tierra se une a Neptuno, un planeta sagrado, el Dios del Agua y el Guardián de los Valores y de la Comunión que observa las Fuentes Cósmicas del servicio y de la liberación, impregnando todo el sistema y activando, con su poder de atracción, el deseo de Hermandad Universal.

A través de la influencia penetrante de Neptuno, la Tierra Le ayuda a fijar esta porción de Comunión universal en el Espacio y dirige su mirada hacia el signo de Piscis (el hogar de Neptuno), asociado al poder del Amor espiritual que libera y salva la conciencia, así como hacia la Constelación de Acuario (la perspectiva heliocéntrica sideral), las estrellas inspiradoras del misterio de la Vida universal encerrada en la materia.

El tercer Rayo de la Tierra, la energía de la Luz/Inteligencia creadora, y el sexto Rayo de Neptuno, de la Comunión y de los Ideales, crean una resonancia de octava (3×2=6), que estimula a los reinos de la Tierra a encontrar el modo de participar en la Comunidad solar como Sociedad humana solar.

Neptuno, siendo la más externa de las Luminarias sagradas, delimita la Comunidad solar y simultáneamente la extiende al Infinito, según la primera regla de toda comunión real; abre y cierra las puertas, borra las formas y conserva su memoria; demoliendo lo exterior hace eterna la esencia. Es el Archivero del Sistema Solar.

Estas influencias se propagan en los corazones de aquellos que se erigen, en el Planeta y en los Cielos, para proteger la unidad y la comunión del Todo, mediante la comprensión de la realidad ideal subyacente a la forma; ese fuego ardiente que brilla en el centro de todas las cosas, esa inmensidad en el corazón que es el único medio de reunificación y liberación.

El reino humano, como sabemos, debe conectar el Cielo y la Tierra, cooperando con los centros celestes en la creación universal para acceder al progreso infinito manifestado por la espléndida belleza y el ordenamiento de las potencias superiores.

La humanidad solar mira al Cielo para adaptar su sonido interior y su trabajo exterior a la Música de las Esferas, la activa la dirección y el signo de la Comunión y, en armonía con los Maestros celestes, asocia las comunidades planetarias a las solares, posibilitando así el diálogo entre todos los centros y con el Todo.

La energía empleada por los grupos de discípulos que trabajan siguiendo estas líneas de actividad es la Luz del alma, pues la luz es sustancia y su trabajo consiste en crear el gran sendero de luz entre la personalidad y la Tríada Espiritual.

Estos nuevos grupos van en aumento; y esta fase es muy importante porque es un señal de la Nueva Era, de unas nuevas cultura y civilización que aborrece el odio y la actitud separativa y que en su lugar fomenta la integración grupal y esa comunión entre los miembros que da lugar a la colaboración telepática necesaria para formar una red de luz, un punto útil para revitalizar espiritualmente el cuerpo etérico de la humanidad en su conjunto.

«Este gran modelo cósmico —los puntos activos aparentemente separados pero realmente conectados— parece ser el camino elegido en todos los niveles por la Entidad ordenadora para extraer armonía del caos. Allí donde existe desorden, la Voluntad de Armonía establece centros resonantes conectados de forma jerárquica y compone una Red pulsante que reafirma o satura las regiones espaciales presas del caos. Los flujos de energía, atravesando el Espacio, inducen campos de atracción que a su vez frenan y estabilizan las oscilaciones irregulares y generan otros centros más pequeños, en un proceso infinito y cada vez más victorioso. Esta disposición, si es necesaria en nivel cósmico, debe serlo también en nivel humano, o el nivel microcósmico. Parece razonable pensar, por lo tanto, que si se quiere espiritualizar la opinión pública en su gran océano inestable, donde la energía está en las garras del Caos, hay que disponer las  estrellas y las constelaciones, las galaxias y los cúmulos estelares, todos conectados por correlaciones correctas y equilibradas. Con su pulsante irradiación, esta red de Faros, o puntos de orden, enfriará tanto la agitación como la formación de la opinión pública. La mentalidad colectiva humana, así impregnada de luz, será menos fácilmente zarandeada por olas y tormentas provocadas artificialmente, será menos cambiante y, poco a poco, se volverá clara y reflexiva.» (Formar una opinión pública espiritual, Enzio Savoini, 1971, pp. 7-8; escritos inéditos)

Tal Red fomenta la capacidad de hacer un trabajo en grupo, un trabajo en el que la Jerarquía está eternamente comprometida (…); de esta manera se logra una cierta comprensión de la ley espiritual y de la naturaleza del Reino de Dios para el establecimiento de un nuevo orden en la Tierra.

«Lo creado por la ley única y universal del Universo no es dividido en pedazos por la ordenanza de la energía cósmica. La unidad se manifiesta en todo el espacio y esta ley se repite en todas las expresiones de la vida.» (Infinito I, § 52, Agni Yoga)

El Universo es independiente como lo son las entidades que lo componen y esto significa libertad para todos según las prioridades jerárquicas.

«El Uno es el único perfectamente libre y justo. Los muchos son libres para poder volver al Uno. Atraviesan pantanos, encuentran graves obstáculos, se oponen unos a otros, pero las mismas dificultades les conducen, poco a poco, a la meta. La confusión es precisamente una de las lecciones de la libertad; enseña a colaborar en lugar de competir, a servir en lugar de servirse. Una sociedad confusa está cerca de la libertad, que da la salvación pero es amada cuando falta. La libertad es, pues, ese poder que deja libres a todas las criaturas y las conduce irresistiblemente hacia su meta.» (Las palabras de Enzio, Libertad, E. Savoini, p. 3; escritos inéditos)

En todo el espacio se manifiesta la Unidad, una regla que se confirma en todas las manifestaciones de la vida y el Cosmos crea y construye según la correspondencia para que la comunión sea inevitable.

La Humanidad debe realizar su obra conformándose al comportamiento del Cristo que difundió su amor por el mundo, concentrando su vida en la vida divina; la Humanidad debe desprenderse de todo lo que es personal para ser la vida del Todo y entrar en el reino en el que no puede haber separación sino solo amor.

La Humanidad representa el amor de la naturaleza divina y es la conciencia consciente de un Todo divino que, en su naturaleza septenaria, expresa el amor y la vida de la Realidad Una.

«Aceptemos el amor como un estímulo para expandir la conciencia. Sin amor, el corazón no arderá, no será invencible, no será capaz de sacrificarse. Así, seamos agradecidos con cada receptáculo de amor porque el amor subyace en la frontera del Nuevo Mundo, donde el odio y la intolerancia han sido desterrados. El camino del amor se despliega con la intensidad de la energía cósmica. Así, en este sendero los hombres encontrarán su lugar en el Cosmos. Ya no serán hojas secas, sino que como lotos de llamas, encontraran semejanza con el Mundo Supremo.» (Corazón, § 243, Agni Yoga)

El alma impregna toda forma y constituye la conciencia de Dios mismo; ella es, desde cierto punto de vista, un aspecto del cuerpo, pues hay un alma en cada átomo de cualquier cuerpo en todos los reinos de la naturaleza. El alma sutil, el resultado del contacto entre el espíritu y la materia, existe como una entidad distinta de la naturaleza corpórea y, cuando está separada, constituye el cuerpo etérico o la contraparte del cuerpo físico. Es la totalidad del alma de los átomos que componen el cuerpo físico. Es la verdadera forma, es el principio cohesivo en toda forma.

El desarrollo de la Conciencia Crística, que debe implantarse tanto en el individuo como en la Humanidad, es la vía para resolver el problema de la quimera de la separatismo que provoca el individualismo, las guerras, el racismo y las inquietudes de todo tipo. El Reino de Dios puede manifestarse en la Tierra, a condición de que tomemos conciencia de nuestra divinidad, que debemos ser capaces de expresar para abandonar el actual modelo de vida construido sobre el egoísmo y la prevaricación. Debemos invocar la luz que hay en nosotros y dejarnos guiar por ella sin temor a fracasar en la tarea, puesto que otros la han realizado admirablemente.

«Todo verdadero esfuerzo está saturado del Fuego del espíritu, cuyo poder creador participa en la ígnea construcción del Cosmos. ¡Cómo aislarse de esa inmensa obra creadora, cuando el hombre mismo es el ejecutor activo de la Voluntad Universal! Por lo tanto, es necesario entrar en consonancia con las Fuerzas superiores, pues que sin esforzarse hacia ellas no se puede manifestar la verdadera capacidad de creación. La humanidad debe comprender las Fuerzas superiores y observar la Voluntad superior.» (Jerarquía, § 72, Agni Yoga)

Escuchar la voz de la conciencia significa ser capaz de hacer el silencio para captar las impresiones que vienen del alma porque, a través de la mente, guía al cerebro humano con impulsos altamente espirituales; ya no es la personalidad la que prevalece, sino la parte divina que habita en cada uno de nosotros.

«Solo se vence adhiriéndose a la Jerarquía, no cabe duda. Solo la comprensión de Su gran ley abrirá los ojos de la humanidad. ¿Por qué entonces no participar del poder constructivo? Nuestros discípulos deben estar imbuidos de la clara comprensión de la Jerarquía. Se construye solo cuando los Portadores del Fuego transmiten Nuestra Voluntad y los discípulos la aceptan. Cada verdadero constructor conoce la ley de la Jerarquía. (Jerarquía, § 73, Agni Yoga)

Esta “movilización” se ha dirigido, en primer lugar, a los discípulos de la Humanidad que han respondido ocupando subjetivamente el lugar del Fuego, en el centro entre la Jerarquía y la Humanidad, designándose a sí mismos como la Presencia Humana Central como simiente de la Humanidad Una y como Servidor planetario para poder relacionarse con el Gobierno real del planeta en belleza y con el lenguaje del corazón.

La Humanidad es Una y la Enseñanza es despertar a la gente a esta realidad: una sola humanidad purificada, iluminada y fusionada.

«La próxima raza constituirá la fusión del Todo; y el reconocimiento mundial de la Humanidad Una es un prerequisito esencial de la siembra. El establecimiento de este reconocimiento universal será una de las principales tareas de la reaparición del Cristo y de la Jerarquía que Le asiste. (Los Rayos y las Iniciaciones, A. A. Bailey, p. 659)

«En el camino del compromiso ardiente no hay miedo,

el Fuego del corazón ilumina el camino de la verdad.

La Verdad eterna reside en la belleza del espíritu.

El espíritu la conoce.»

(Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 350, Agni Yoga)


 

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