No hay Amor más grande que el Amor

«Las Fuerzas celestes dan testimonio con Nosotros.
Se ha decretado dar a conocer la nueva Palabra a los pueblos, a saber:
Amor.» (Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 384, Agni Yoga)

El Amor rige el Universo.
El Amor como impulso creador, como abrazo radiante de Luz, como comprensión perfecta por cada latido de Vida.
El Amor es el sentido y la razón de toda vida, aquello que justifica su existencia; sin Amor en todo el Sistema Solar no habría movimiento ni luz y nada llegaría a existir.

«En toda la Creación subyace un gran impulso, una tensión hacia la manifestación. Es exactamente el mismo impulso, o sed de existencia, que induce al hombre a reencarnarse. En su aspecto más elevado es el Amor divino, pero también el amor humano sublimado. En la antigüedad, Kama, el Dios del Amor, era adorado como la mayor de las Deidades. Dios es Amor, y en el amor y por el amor se concibe cada una de Sus manifestaciones. El Universo entero está sostenido por el Imán cósmico, o Amor divino, dentro del orden del Ser. (…) el Amor divino crea todos los mundos.» (Cartas: 1935-1939. Vol. II, H. Roerich, p. 180)

 El Amor es la Razón suprema.
Amor como logro luminoso, como sabio trabajo por el Bien común, como responsabilidad incesante por toda la Creación.
El Amor muestra a cada criatura el camino que ha de recorrer, un camino que se desenvuelve entre todos los mundos desplegando un tejido celeste bordado de luz cada vez más radiante de Belleza y Armonía.
«Entiendan el Amor como un estímulo para expandir la conciencia. Sin amor, el corazón no arde, ni permanece invulnerable, ni es capaz de sacrificarse. Sean agradecido con cada receptáculo de Amor; está en la frontera del Nuevo Mundo.  El camino del Amor es la tensión de la energía cósmica.» (Corazón, § 243, Agni Yoga)

El Amor es el Motivo universal.
El Amor como un impulso audaz hacia la perfección, como una escalera jerárquica que se extiende entre los mundos, como un eterno movimiento evolutivo que conduce implacablemente hacia el Uno.
Nuestro camino madura a través del crecimiento de la conciencia que reverbera en nuestras acciones; cada acción, ya sea pequeña o grande, está entretejida en el tejido de nuestras vidas y lleva dentro esa simiente de Amor que es la fuente de sanación y elevación.
«En el corazón hay un pequeño imán que lo atrae a uno hacia lo más grande, lo Supramundano. El amor debe ser firme y la devoción ardiente e inextinguible en cualquier tormento de la vida; entonces se llega a la patria del corazón, donde como en la propia patria amada todo es familiar, amado y bello.»
(Supramundo IV, § 769, Agni Yoga)

El Amor hace resurgir.
El Amor como valiente abnegación, como ardiente misericordia, como ferviente compromiso por la comunión de los corazones, como un gozoso sacrificio del yo.

La simiente del Amor, el principio supremo que habita en nosotros, está siempre presente en cada corazón y nuestras existencias están impregnadas de las más radiantes potencialidades a la espera de florecer en el jardín infinito del Espacio.
«La Ley del Amor es, en realidad, solo la ley del sistema manifestada en todos los planos. (…) A través de los rayos concretos, el amor manifiesta los aspectos de la divinidad que forman la persona que oculta el Yo único; el amor se manifiesta a través de los rayos abstractos con el desarrollo de los atributos de la divinidad, desarrollando el reino interior de Dios hasta el grado más elevado. (…) El amor forma la envoltura e inspira la vida; el amor promueve el avance de la vibración logóica que todo lo lleva en su camino, llevándolo todo a la manifestación perfecta. La Actividad ordenada es el fundamento de este sistema de Amor ordenado y conduce al tercer sistema, en el que la Actividad ordenada junto con el Amor ordenado como su impulso dan como resultado el Poder ordenado y amoroso.» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, A. A. Bailey; vers. ingl. pp. 594-5)

Inmersos en los afanes del final de un ciclo que trae destrucción y cambio y que nos llama a responder al llamamiento del Corazón, la desesperación y la aniquilación que vive la Humanidad provienen también de no reconocer que cada hombre es fruto del Amor que llama sin descanso a la Comunión de los Mundos.

Pero el Amor es indispensable en el camino hacia el Infinito.
La humanidad es el símbolo viviente de la Vida y el Amor.

«Acaba de empezar el momento de actuar.
Comprendan la devoción, la fe y el valor.
Les protegeré con un casco de fe, una armadura de devoción,
un escudo de victoria.
Y en la bandera escriban: Amor, el Conquistador.»
(Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 299)


Notas:

Este artículo celebra la conjunción entre Júpiter, el Maestro de Corazones, y la Tierra, la «esfera de la experiencia», en Tauro. Este encuentro de luces celestes trae al Espacio la luz del Amor que vivifica y sostiene a toda criatura.


 

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