Hoy —en la Festividad solar, o el Plenilunio de Piscis (a las 13:42, horas CET) (la Tierra y la Luna en el signo opuesto Virgo), celebramos la tercera de las 12 Festividades de este Año 6.2 dedicada a la Madre del Mundo; la Festividad consagrada a honrar el origen femenino como “Sustancia de Amor que todo lo ilumina”.
En la cadena de la creación espiritual se manifiestan las más precisas y sutiles armonías, provocadas por la facultad creadora del Fuego cósmico. Este Fuego no es solo la sustancia de la que derivan nuestras formas; también llamamos Fuego a todas las expresiones espirituales más sutiles demostradas por las acciones humanas más nobles. En la base del poder creador del espíritu subyace la belleza del logro. La gran Madre dotó al mundo de ese eterno acto de conquista sobre el que descansa el universo.
«¿Por qué la Tierra desperdicia sus tesoros de esa manera? El autosacrificio está en el origen de cualquier comienzo correcto. El sacrificio de la Madre del Mundo se refleja en la actividad creadora del espíritu como resplandor del Cosmos. Reconozcan esta sagrada conquista como una ley. La belleza de la existencia radica en la unidad universal, y su principio se basa en el logro de una meta. La abnegación en la victoria conecta el espíritu con las más altas expresiones del Ser. Ese espíritu que lleva el cáliz de tal sacrificio vive en plenitud, a medida que avanza hacia el Infinito.» (Infinito I, § 117)
Sumergidos en las aguas sagradas del signo de Piscis, evocamos el Poder de la alineación Sol-Tierra-Luna, momento en el que se realiza la Unidad del Espíritu/Sol y la Materia/Luna; y esta Luz liberadora se irradia en la Conciencia humana, cualificada por la Fórmula de la Madre, aquí relacionada con la energía de Piscis:
El Sacrificio de la Madre es el resplandor del Cosmos.
«El velo resplandeciente de la Madre del Mundo coronará nuestro esfuerzo. Observemos al hombre mirando intencionalmente a través del velo de la Madre del Mundo. Veremos que, entre todas las inagotables e innumerables conciencias, se genera este guerrero, encendido con fuegos cósmicos, donde arde el poder del Infinito. Pero en la tierra lleva un cáliz, lleno hasta el borde. ¡Es maravilloso transponer este concepto allí, en la vida real! En verdad, solo el conocimiento del Infinito unirá todos los elementos.» (Infinito I, § 36)
«El esfuerzo incesante por comprender las posibilidades supremas debe ocupar la mayor parte de la vida humana, como la actividad más importante que exige el mayor cuidado. Por el contrario, los dogmas convencionales de la religión sustituyen la luz del conocimiento; y el hombre, el pensador, adora los rincones polvorientos, y lleva al cuello amuletos cuyo simbolismo ni siquiera comprende. Proclamen estas verdades a los que duermen en la oscuridad de las convenciones. No hay términos medios: o luchas o te congelas hasta morir. Además, mientras que el esfuerzo está impregnado del gozo de los logros cósmicos, el escalofrío de la muerte está impregnado de terror. Los gobiernos que quieren ocultar la pobreza de su pensamiento con la máscara del éxito convencional actúan como sepultureros. Por lo tanto, es necesario anunciar a la nueva generación el advenimiento del Yoga de la Vida. Todas las formas anteriores de yoga, emanadas de las fuentes más elevadas, se basaban en una cualidad de vida específica. Pero ahora, cuando se aproxima la era de Maitreya, es necesario un yoga que abarque la esencia de toda vida, que lo contenga todo, que no excluya nada, similar a aquellos jóvenes de la leyenda bíblica que se sacrificaron heroicamente en el horno ardiente, permanecieron ilesos y se convirtieron en poderosos.
¿Podrían sugerir un nombre para este Yoga de la Vida? Sin embargo, el nombre más exacto será Agni Yoga. Es precisamente el elemento Fuego el que da nombre a este Yoga del autosacrificio. Mientras que en otros tipos de yoga los peligros disminuyen con el ejercicio, en este aumentan. En efecto, el Fuego, un elemento que lo conecta todo, se manifiesta en todas partes y permite así comprender las energías más sutiles. El Fuego no es ajeno a la vida; como un guía seguro, conduce a los mundos lejanos. De hecho, ¿qué otra cosa inunda la inmensidad del espacio? Contemplemos, pues, la vida ígnea con una sonrisa.» (Agni Yoga, § 157)
La Fórmula de la Madre del Mundo se entrelaza con las Palabras de poder del Maestro de los Maestros, que solemnemente se hace eco en el Espacio vivo, y afirmadas en el Corazón Uno de la humanidad en el inicio del Signo:
Antes de que antes Abraham fuera, Yo soy.
La nota Crística del Salvador del Mundo —la energía divina del Primer Rayo de Voluntad y Poder, que a través de las energías de Amor y Sabiduría del Segundo Rayo de Piscis— libera a la Humanidad de la forma y la salva.
«Es un héroe que actúa de forma inconsciente; pero esta definición no es completa. Más bien, es un héroe que trabaja abnegado con una firmeza inquebrantable y consciente, y que así, en nombre del Bien común, aproxima el curso de la evolución cósmica.
Uno se encuentra con héroes incluso en la vida actual. No crean que este concepto sea impracticable. Si tememos introducirlo en la vida, nosotros mismos cortamos el camino que sube a los reinos de la verdad. Hay que saber reconocer el heroísmo, sentir sin miedo la presencia de los enemigos, tener presente que la espada es el bastón del héroe. Utilizar la espada como un bastón debe ser una práctica diaria.
¡Cómo se desvanecen todas las fórmulas mágicas ante el irresistible salto sobre el abismo, hacia el Sol, el dador de vida! Solo los que conocen la realidad pueden hablar del Sol sin lágrimas superficiales. Queremos que sean victorioso todo el tiempo. Toda conquista enseña la prudencia, que, sin embargo, es una palpitante limitación de los vuelos. No se dejen intimidar por las grandes definiciones; pero mientras preparan un avance, piensen también en la comida de mañana. Nos encaminamos hacia la victoria, como cuando la campana llama al trabajo. La superficie más delgada aún es suficiente para sostener a aquellos que luchan con todas sus fuerzas. ¡Aspiren!» (Comunidad, § 147)
La Madre es la Belleza; el mundo es autosacrificio.
Estos dos elementos esenciales abren las Puertas.
(Hojas del Jardín de Morya II, § 221)
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