Hoy celebramos la entrada en Acuario (entrada del Sol, a las 09:31 CET), el Poder del Servicio infinito, al Bien, a lo Bello y a lo Verdadero. Hagamos resonar solemnemente en el Espacio vivo, como único Servidor planetario, la Afirmación crística asociada a él (ver el artículo la Celebración Ritual en línea).
YO SOY EL BUEN PASTOR.
Palabras de poder que el Maestro de los Maestros, «el último de los Siervos» —como dijo Cristo de sí mismo—, afirmó en su Primer Advenimiento hace 2000 años, y que hoy, en el Signo de la Nueva Era, se inscriben en el Corazón Uno de la humanidad, para ser vividas, testimoniadas y lanzadas más allá, como agua de vida al servicio de lo universal.
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La Fórmula es la culminación de una de las páginas del Nuevo Testamento transmitidas por el Discípulo predilecto, Juan, la parábola evangélica que da testimonio continuo, vívido y magnético de la figura del Buen Pastor*, como Padre y Guía de los pueblos del mundo, como Custodio de la «Vida más abundante»:
En aquel entonces, Jesús dijo: «En verdad, en verdad os digo (…), Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. (…) Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y ofrezco mi vida por las ovejas. Y tengo otras ovejas que no son de este redil; también a estas debo guiar; escucharán mi voz y llegarán a ser un solo rebaño y un solo pastor. Por eso el Padre me ama, porque ofrezco mi vida, para luego volver a tomarla. Nadie me la quita, sino que yo la ofrezco por mí mismo, pues tengo el poder de ofrecerla y el poder de volver a tomarla. Este mandamiento lo he recibido de mi Padre.» [Evangelio de San Juan, 10, 7-18]
Con estas palabras eternas, intemporales, Aquel que «guía nuestros pasos en el Espacio cósmico», en el Infinito, en el Camino del Retorno a la Casa del Padre (Shamballa), aclara el Misterio del Hijo/Pastor de Almas, Iniciador y heraldo del Servidor de Acuario, el Portador del Agua de Vida, la energía vital universal transmitida por Acuario.
Esta nota cística es la energía divina unificadora del Segundo Rayo de Amor-Sabiduría (el Principio Buddhi, el Alma espiritual o «conciencia de grupo») que tiene el «poder de materializar» en el plano físico una central de fuerza divina, que se convertirá en un solo rebaño y un solo pastor (la Humanidad fusionada con la Jerarquía planetaria: la 4.a Jerarquía humana), «el pastor que vela por el rebaño de estrellas»**, el Servidor del mundo.
«(…) ese centro de actividad divina que llamamos la raza humana, el cuarto reino de la naturaleza, actuará como mediador para los otros tres. Es el Mensajero divino para el mundo de las formas; en esencia, es Mercurio, que da luz y vida a otras expresiones de la vida divina, y todos los Salvadores son su símbolo eterno.
Este futuro servicio planetario a través del tercer centro divino solo es efectivo cuando rige Acuario, es decir, cuando el sol lo atraviesa. He aquí la inmensa importancia de los próximos 2000 años. Por lo tanto, solo cuando el hombre sirva al mundo y despierte a la conciencia de grupo podrá aparecer esta meta deseada de la manifestación. Los primeros inicios pueden verse hoy por primera vez en la historia del planeta. Es uno de los primeros efectos de la iniciación, y solo la raza madre que sucederá a la aria puede comprender el proceso y la verdadera naturaleza de las energías que, a través de la humanidad, han de difundirse por el planeta. Es por esta razón por la que Júpiter y Urano (expresiones del segundo y séptimo rayos) son los regentes exotéricos y esotéricos de Acuario (…) el Servidor del Mundo, el transmisor de la energía que suscita una respuesta magnética.
– Júpiter y Urano, planetas de realización benéfica. El segundo rayo, de amor, y el séptimo, que fusiona el espíritu y la materia “hasta la gloria final” del Logos solar, cooperan de manera perfecta.
– La Humanidad, el punto focal de todas estas energías, que distribuye divinamente al individuo y luego a los tres reinos inferiores.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey vers. ingl., pp. 200-1)
«Júpiter, el Cristo solar, guía a la Jerarquía humana hacia la Meta de la Evolución, hacia el Amor-Sabiduría, por los caminos del servicio y la expansión, hacia el Retorno al Padre, al Uno, al Infinito.
«Júpiter con su poder demuestra que el camino de la encarnación es un método “beneficioso” de evolución y que el amor-sabiduría (segundo rayo) es el camino que la humanidad debe seguir.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl., p. 127)
«Júpiter, segundo Rayo. La fusión de la mente y el corazón, el propósito subjetivo de la manifestación (…) confiere esa tendencia innata a la fusión que nada puede detener. La síntesis final es inevitable, y es obra de Júpiter.» (Ídem, p. 139)
Júpiter-Cristo en nosotros, la certeza de gloria, nos lleva a la fusión con la Jerarquía. El Corazón planetario. Entonces,
el Corazón del Buen Pastor sacralizará el Planeta.
— ¿Qué camino es el más positivo entre los que conducen a Nosotros? Infaliblemente, es el del autosacrificio. El fuego más prodigioso es el del corazón saturado de amor por la Jerarquía; ese corazón sutil logra el éxito sirviendo a la Jerarquía suprema. Tan admirable es la abnegación del corazón sutil. El servidor sensible impregna de fuego el espacio con su creación espiritual e independiente. Así, el corazón sutil reacciona a todos los acontecimientos cósmicos. Entonces, en verdad, lo visible se sincroniza con lo invisible, el presente con el futuro, y lo predestinado se cumple. Así, la abnegación del corazón sutil impregna el mundo con su llama. (Jerarquía, § 352)
«Nuestro poder es el sacrificio.» (Hojas del Jardín de Morya, “Llamamiento”, § 353)
— «El silencio puede llenarse de voces y la oscuridad de luces. Por lo tanto, quien considera el Espacio como vacío no puede conocer la vida poderosa que se expresa en el silencio como el Verbo cósmico supremo, ni lo invisible como el Ojo universal. La ley del Cosmos es inviolable, e incluso el hombre ha reconocido la Voz del Silencio. Cuando las palabras son insuficientes, la voz del corazón afirma el silencio. En el silencio, el Cosmos expresa el lenguaje del corazón, y uno puede escuchar su Voz. La sensibilidad y la vigilancia favorecen poder escuchar la Voz del Silencio. La belleza del Cosmos aparece en el silencio. La belleza del silencio aparece en todas las mejores manifestaciones de la vida.
¡Aprendan a escuchar el silencio! Es la infinitud del Cosmos la que lo crea.» (Infinito I, § 80)
En espera del gran Señor, Cristo-Maitreya***, y en preparación de Su venida, la Comunión de los Servidores guarda y protege Su Palabra en su corazón.
«La verdadera Espera es sonriente, luminosa y tranquila; es una dicha y, finalmente, un baluarte. Quien es esperado debe ser protegido. En el corazón, es necesario cobijarlo de pensamientos hostiles, que ciertamente lo amenazan, de energías malévolas, de arritmias. Es necesario envolverlo en un silencio medido y reflexivo; este es el aspecto positivo de la Espera, y es una forma de Vigilancia.» (Attesa e Vigilanza, E. Savoini, Dispense del 3° Settennio; texto no traducido al castellano)
Pasaje de J. S. Bach “El Señor es mi pastor fiel”. “Der Herr ist mein getreuer Hirt”; coro de apertura de la cantata No. 112 BWV)
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* En el texto original griego, la palabra utilizada para «bueno» es en realidad «kalos», es decir, «bello»: de la raíz indoeuropea *kal-, que expresa la idea de «procedente del movimiento de los astros», «belleza», y de «en movimiento», «guía»; mientras que Pastor recuerda la Idea de Padre: del latín pater, de la raíz indoeuropea *PA-, que expresa la idea de padre. Indica nutrir y protección. Padre indica el poder que da y preserva la vida..
Cabe señalar que Eleusis, el centro de los ritos sagrados de misterio de Grecia, se llamaba el redil, mientras que el Hierofante, el Iniciador, se llamaba el Buen Pastor, un nombre también asociado en la antigüedad con Apolo y Hermes (Mercurio), con Orfeo encantando a las bestias..
** En la mitología griega, el dios Hermes o Mercurio, soberano de la Cuarta Jerarquía Humana, es «el pastor que vela por el rebaño de estrellas.» (Glosario Teosófico, H. P. Blavatsky)
*** Del sánscrito maitreya, que significa «amistoso», «benévolo».