La Vida

La palabra “Vida”, que comúnmente pronunciamos en contextos muy diversos sin prestarle mucha atención, fundamenta un pensamiento poderoso, ya que evoca el fundamento supremo que subyace a la Creación, ese «(…) Principio inmutable e ilimitado, una sola Realidad Absoluta que precede a todo Ser manifestado y condicionado. Está más allá del conocimiento y alcance de todo pensamiento y expresión humanos.» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, A. A. Bailey, p. 33, Ed. Fundación Lucis; vers. ingl., p. 3)

Esta Vida, o Realidad absoluta, puede asemejarse al concepto de Dios trascendente o, en Armonía, del 0/0 , el principio oculto donde convergen todas las direcciones equitonales, que se encuentran fuera del campo experimentable del mundo manifestado. Es “Aquello de lo que no se puede decir nada” porque no tenemos los medios para hacerlo, pero a lo que se puede llegar “por la fe”, es decir, por esa certeza de la mente intuitiva y sentida que reconoce lo Verdadero.

En esta Vida que no es incognoscible por la razón se oculta su «emanación coeterna y coetánea, o la radiación inherente, la causa de su manifestación periódica».
«La VIDA es UNA, eterna, invisible, aunque omnipresente, sin principio ni fin, pero periódica en sus manifestaciones regulares, entre cuyos períodos reina el oscuro misterio del No-Ser; inconsciente, y sin embargo Conciencia absoluta; incomprensible, y sin embargo la única Realidad autoexistente; en definitiva, “un Caos para los sentidos, un Cosmos para la razón”. Su atributo único y absoluto, que es SU movimiento eterno e incesante, se llama en términos esotéricos el “Gran Aliento”, que es el movimiento perpetuo del universo, en el sentido de espacio ilimitado y siempre presente. (…)» (La Doctrina Secreta, “Cosmogénesis”, Helena P. Blavatsky, Tomo I, pp. 60-61, Ed. Sirio)

Entonces, sobre la ola del Gran Aliento la Vida es: es Movimiento.

A este respecto, es interesante señalar que la etimología de la palabra Vida proviene del latín vita, de la misma raíz que vivere, de la raíz indoeuropea *GVI-/*JIV-, que expresa la idea de proceso de avance: la v latina suele corresponder a la j indoeuropea. En sánscrito jīv, vivir, en el que se encuentra el concepto de movimiento continuo hacia delante en el tiempo.

En Armonía, la Vida es la primera relación, la 1/1, a través de la cual la Divinidad se relaciona consigo misma, emanando el Sonido creador y dando lugar a la infinidad de intervalos sonoros y lumínicos que la aprisionarán en la multitud de formas de la Creación, produciendo así la conciencia y poniendo en marcha el gran ciclo de la evolución, nutrido en el seno del Tiempo y el Espacio infinitos: el Amor divino.

«Los hombres y otras criaturas viven, pero muy pocos se preguntan qué es realmente la Vida. La más importante de las preguntas, de la que todo depende, casi nunca se hace, de modo que pasan los días y los años sin que los vivos sepan y quieran saber por qué. La vida es el Misterio; y sin embargo es la energía más evidente y preciosa, la más común y difundida, He aquí el enunciado del teorema: “La Vida es la energía que se genera a sí misma”. Las palabras son pocas, el significado es inmenso, por eso merece ser denominado sublime.» (Dispense del 3° Settennio. L’anno del quattro, Enzio Savoini; texto inédito, enero del 2004)

Permaneciendo eternamente igual a Sí misma, cuando se identifica, la Vida es el Ser (2/1), lo que Es, Su realidad inherente e indiferenciada; y es el Uno (1/2), el Ser supremo, el principio y el fin de todas las cosas. Es el Dios inmanente (consultar La Génesis de las Ideas).

Entonces, podemos decir que:

  • La Vida es el Imán central que fecunda el Infinito, a saber, el Espacio, en el que se genera y multiplica incesantemente.
  • Es el Fuego que satura el Universo; y es la Luz, su movimiento rítmico.
  • Es el Sonido, la vibración que perdura y teje la ardiente red de la Creación; y es el Pensamiento, la energía psíquica que lo revela.
  • Es la única Realidad autoexistente, que produce lo múltiple; es la simiente original del Principio.
  • Es la omnipotencia del Espíritu que se cierne sobre las aguas de la Sustancia, en el gran Aliento del Cosmos.
  • Es el Padre quien expresa su poder generativo.
  • La Unidad, el fundamento supremo, está por doquier y por siempre.

Y la lista podría continuar indefinidamente, desentrañando todos «los nombres de Dios», ordenados y cualificados por el Número: el Orden y el Nombre de las cosas.

Por consiguiente, nada es y nada existe fuera de la Vida y esto hace que todas las criaturas sean comunes, desde las estrellas del cielo hasta los granos de arena, desde los sublimes Entes no manifestados hasta la simple conciencia en su estado naciente.

«“En el mundo real, la Vida es y no deviene; deviene y existe en lo irreal. Por consiguiente, la existencia, pero no la Vida, presupone una forma de expresión cambiante.  Hay dos mundos: el del ser y el del devenir, es decir, el del existir.

Todo lo que existe es, pero no todo lo que es existe.”

La diferencia es fundamental. Ignorarla demuestra que aún no se ha comprendido que la Vida puede o no manifestarse, y esto es un gran problema, no una simple cuestión de significado literal.» (Dispense del 3° Settennio. Reale ed Irreale, Enzio Savoini; texto inédito; junio del 2002)

«Tras todas las formas se halla la Vida una; dentro de cada átomo (solar, planetario, humano y elemental) se encuentra una existencia sensible; tras la naturaleza objetiva, suma total de todas las formas, en todos los reinos de la naturaleza, tenemos la realidad subjetiva, que esencialmente es un todo unificado o unidad, que produce los muchos diversificados. Lo homogéneo es la causa de lo heterogéneo, la unidad produce diversidad, el Uno es responsable de los muchos. Esto lo podrá apreciar más inteligentemente el estudiante, si sigue la regla de oro que revela el misterio de la creación y si se estudia a sí mismo. El microcosmos revela la naturaleza del macrocosmos.» (La Luz del Alma, Alice A. Bailey, p. 244, Ed. Fundación Lucis; vers. ingl. p. 387)

*

En el proceso de retorno al Uno, del que en realidad nada se separa sino en la conciencia, los discípulos, después de haber invocado largamente la energía del Amor del Alma y haber comenzado a operar desde ese punto focal, están llamados a reconocer el poder de la Voluntad, el Agente de la Vida, como medio y base de todo acercamiento, apreciación e identificación con el Ser, la Mónada. Esto implica orientación, determinación implacable, la capacidad de esperar y de mantener inmutables la intención y la dirección, pase lo que pase.

La Voluntad es la energía que conduce a la iniciación; y el nuevo Grupo de Servidores del Mundo está aprendiendo a utilizarla para construir ese arco del puente Antakarana que conecta a la Humanidad con Shamballa.

En estos tiempos acelerados, en los que la energía de la Vida se impone a las conciencias de los que se reconocen como miembros de ese Grupo mundial, los discípulos comienzan así a vislumbrar en su horizonte interior un nuevo punto de tensión y de logro, no para la gloria de los individuos, de los grupos o del Grupo Uno, sino en apoyo del trabajo de los Maestros, para el Bien Común, afirmando así la cuarta Jerarquía creadora humana.

La Buena Voluntad, convertida en Voluntad de Bien, deberá, pues, transformarse en Voluntad de Ser para producir esa obra de transferencia que determinará, a su debido tiempo, la destrucción del cuerpo causal y abrirá el camino a la evolución superior.

El Padre solar llama a la Verdad central.

Somos Fuego. Regimos desde el plano de la Mente.


Nota: Este artículo se publica para celebrar la conjunción de hoy entre la Tierra (3.er Rayo) y Plutón (1.er  Rayo), el destructor de la forma, con el fin de liberar la Vida.


 

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