Amor y Poder

Hoy celebramos la poderosa cuadratura heliocéntrica entre Plutón —el planeta no sagrado de 1.er Rayo, de Voluntad y Poder, que está transitando por la parte final del signo de Capricornio (1.er, 3.er y 7.o Rayos)— y Júpiter, la Luminaria de 2.o Rayo, de Amor y Sabiduría, que está volando por el signo de Aries (1.er y 7.o Rayos), que también lo está haciendo por los últimos grados de este signo.

Como evoca el cuadrado, el símbolo de tierra, la cuadratura es un aspecto que puede indicar una tensión que provoque la precipitación de energías causales. Aquí, el fuego iniciático y misterioso de Capricornio intercepta el fuego de los inicios manifestados de Aries. Al mismo tiempo, el Uno (Plutón) y el Dos (Júpiter), el empuje vertical y el horizontal, se encuentran y componen la Cruz de la Vida en la Forma. Así, mientras que Plutón destruye las formas que ya no sirven, liberando su Vida y produciendo la transfiguración, Júpiter ilumina el campo de la conciencia, expresando la claridad interior.

El Amor y el Poder, la Madre y el Padre, son las energías opuestas y complementarias que componen la Dualidad original, la causa de la Manifestación, que se realiza a través de su correlación: la Luz, el Hijo.

El Poder de la Voluntad enciende los fuegos en el Espacio; el Amor los compone en una red de imanes ardientes para que los Muchos sean Uno.

«El Señor del Amor es el más poderoso de los siete rayos, ya que pertenece al mismo rayo cósmico que la Divinidad solar. Se expresa principalmente a través del planeta Júpiter, que es su cuerpo de manifestación.» (Psicología Esotérica I, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 23).

«El Amor-Sabiduría es la voluntad de unificar, de sintetizar, de producir coherencia y atracción mutua, de establecer relaciones totalmente abstraídas de la conciencia de la relación misma, o del reconocimiento de la unión. Es la unificación vista desde el principio, eternamente presente en la mente de Dios, abarcando pasado, presente y futuro con Su voluntad, y no pensando en términos de evolución o proceso. Este último es inherente a la simiente; el impulso de evolucionar es el compañero inevitable de la vida manifestada. Es la Voluntad la que unifica.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 597)

El Señor de la Voluntad o del Poder reside en el Sistema Solar a través de Vulcano (Luminaria de 1.er Rayo, la más cercana al Sol) y Plutón.

«La voluntad de la Divinidad caracterizó el flujo de las unidades de energía a las que damos el nombre de rayo de Voluntad o Poder, el primer rayo, y la incidencia de esa corriente sobre la materia espacial hizo inevitable la revelación final del propósito oculto divino. Es un rayo de tal intensidad dinámica que se le llama el rayo del Destructor.» (Psicología Esotérica I, A. A. Bailey; vers. ingl. pp. 43-4).

«La Voluntad o Poder está, sobre todo, relacionada con esa energía que vence a la muerte. Sin embargo, es el Rayo del Destructor. La suposición humana de que el destructor es la muerte es una opinión limitada y errónea. El primer rayo destruye la muerte, pues no existe en la realidad; esta idea forma parte de la gran ilusión; es una limitación de la conciencia humana, debida básicamente al cerebro y no al corazón, por extraño que pueda parecerles. En realidad, es “un producto de la imaginación”. Piensen en esto. La eliminación de la muerte y la destrucción de la forma es el trabajo del Primer Rayo, porque en efecto produce la muerte de la negación [que no es la “voluntad de destruir los límites” del Cuarto Rayo] e introduce la verdadera actividad. Es esa energía la que puede llamarse “incentivo divino”. Es la vida en la semilla la que posteriormente destruye todas las formas para permitir la realidad del fruto. Esta es la clave del 1.er Rayo. Es la Voluntad la que inicia. En lo que concierne a la humanidad, su expresión más elevada es la iniciación.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl. pp. 596-7)

El trabajo conjunto de estas dos energías primarias es siempre decisivo. Los signos de Aries y Capricornio, que tienen, junto con Leo, la función de expresar el primer Rayo, y en cuyas aguas espaciales se encuentran Plutón y Júpiter, inyectan más fuerza a esta situación:

  • El Carnero es la constelación por la que fluyen las condiciones iniciales hacia nuestro Sistema Solar. Incorpora la voluntad de crear lo que manifestará la voluntad de bien. Es el Rayo monádico de nuestro Logos planetario, que tiene un alma de segundo Rayo y una personalidad de tercer Rayo. (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 619)
  • Capricornio es la constelación a través de la cual llega la voluntad victoriosa que libera de la forma e inicia el reino en el que se expresa la voluntad (no el alma) de lo divino. (Ídem; ingl. p. 621)

También es relevante que en este cuadro esté presente el séptimo Rayo del Orden, transmitido por los dos signos en los que se hallan Plutón y Júpiter. El poder de este Rayo está creciendo actualmente junto con el de la Nueva Era de Acuario (5.o Rayo.), de la que Urano (7.o Rayo) es el regente exotérico.

Además, el tercer Rayo de Inteligencia activa, portado por Capricornio, evoca al gran Señor de la Luz y del karma, Saturno (3.er Rayo), que tiene especial relevancia en ese signo.

«Recuerden la íntima relación entre la Tierra y Capricornio. La razón es que la Tierra ofrece las condiciones ideales para esta forma de logro porque está pasando de ser un “planeta no sagrado” a un “planeta sagrado”. Por eso Saturno es tan poderoso y transmite a la Tierra la cualidad dinámica del 1.er Rayo, de Poder.» (Ídem)

Estamos, pues, en una época de transición, no solo por el cambio de era, sino también por la elevación de la vibración del planeta. Esto provoca en la Humanidad tanto malestar psíquico en los más diversos niveles, como guerras y destrucción, no solo físico, sino también de aquellos cimientos obsoletos de la vida civilizada que están luchando por mantenerse anclados y a los que a menudo nos aferramos porque no tenemos el valor de imaginar otras alternativas.

«De verdad, no dividan el mundo entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste, sino distingan en todas partes entre el viejo mundo y el Nuevo Mundo. El viejo mundo está encubierto en todas partes de la Tierra; por su parte, el Nuevo Mundo también está surgiendo por doquier, pero más allá de cualquier barrera y condición. El viejo mundo y el Nuevo Mundo se diferencian por la conciencia, no por las apariencias externas. (…) Aunque aún inexperta, pero llena de audacia, una nueva conciencia está creciendo; y a pesar de su mucha experiencia, el viejo pensamiento está decayendo. No hay poder que sea capaz de detener la corriente del Nuevo Mundo (…).» (Agni Yoga, § 55, Agni Yoga)

Los Discípulos del mundo, que representan un puesto avanzado de Servicio dentro de la Humanidad, tienen una gran responsabilidad, y particularmente en estos tiempos. Deben trabajar juntos para conectar las mentes y los corazones y convertirse en canales para contener, comprender y dirigir la precipitación sintética de esas intersecciones ardientes de energías que ofrecen importantes posibilidades para las iniciaciones iniciáticas, ordenándolas amorosamente hacia una realización beneficiosa.

Hoy, pues, cuando los Señores de la Voluntad y del Amor se reúnen en un contexto tan poderoso, acojamos este destello de claridad amorosa y de “destrucción constructiva” para iluminar a la Humanidad invocante, a fin de que no sucumba a la frustración ante las convulsiones del plano de la forma, sino que comprenda que esta es precisamente la hora de aprender a mirar los acontecimientos con los ojos del corazón y discernir lo nuevo que está amaneciendo y que, como se nos dice, no se distingue por la evidencia, sino por la conciencia.

Al mismo tiempo, entendamos que los Discípulos, para sostener el impacto iniciático cuyas señales ya son evidentes, deben comprometerse a ejercer el poder de la Voluntad en acción, a consolidar conscientemente aquella parte del puente que afirma la Alianza con la Jerarquía, sosteniendo con amor en su corazón común a todos aquellos que, impulsados por la Voluntad de Bien, se esfuerzan por diseñar un futuro de renovación interior para la humanidad y el Planeta.

Así pues, afirmemos con fuerza, una vez más, que el Amor y el Poder son armas invencibles para conquistar el derecho a cruzar el umbral ígneo del Nuevo Mundo, y recordemos que nada es más grande que el Amor que crea Universos y “mueve el sol y las demás estrellas”, y que el Poder del Fuego que destruye el viejo mundo construye simultáneamente el nuevo.

«El principio del Fuego regenera el mundo. El fuego de los centros, el fuego del espíritu, el fuego del corazón, el fuego de la victoria, el fuego del logro, el fuego de la Jerarquía, el fuego del Servicio; estos son los principios del Nuevo Mundo. Así los arcos de conciencia, soldados juntos, crean la Voluntad suprema. Verdaderamente, la gran Bandera de la Paz flameará sobre el globo entero. Verdaderamente, estos son grandes tiempos, de grandes logros. Se aproxima la hora de la gran acción.» (Jerarquía, § 375, Agni Yoga)

«El amanecer de un nuevo día se levanta sobre la tierra.
Este momento no es una corriente, sino un vórtice.
Cada mundo personal refleja el cielo en llamas,
por el Fuego que quema las viejas formas.
La Sabiduría del Creador es una profecía de un Nuevo Mundo;
destruyendo con fuego, Él crea.
¿Podemos nosotros, los testigos que comprendemos
el Designio, considerarnos desafortunados?
Los sordos y los ciegos, y los muchos sedentarios,
no son más que espectadores. ¡El Creador viene!»
(Hojas del Jardín de Morya I, § 141, Agni Yoga)


 

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