La Madre del Mundo: La Festividad solar de Cáncer

Hoy —la Festividad solar, o el Plenilunio de Cáncer (a las 13:40, horas CET) (la Tierra y la Luna en el signo opuesto, Capricornio)— es la séptima de las 12 Festividades de este Año 6.2 dedicada a la Madre del Mundo, la Festividad consagrada a honrar el Origen femenino como «Sustancia de Amor que todo lo ilumina».
Tales acontecimientos, que nos ven contemplar y sembrar algunos pasajes de la Enseñanza sobre la Madre, el Origen femenino de la Manifestación, contrarrestan las entradas terrestres-solares en los 12 Signos Zodiacales dedicados a las 12 Atestaciones de Cristo-Maitreya.

En las Enseñanzas Esotéricas leemos que:
«Cáncer es la puerta del zodíaco conforme a la madre de las formas, a la potencialidad, así como Capricornio está conforme al espíritu, al padre de todo lo que ES, a la plenitud.
Lo que comienza en Cáncer es el poder vital del principio forma, que envuelve la vida sin limitarla. (…)
Este Signo es el símbolo más válido de todos los atributos o condiciones de la polaridad femenina de la existencia. (…)
En Cáncer, la devoción del alma ha llegado a tal punto que el impulso de expresar supera a todos los demás y los procesos de encarnación toman el control.
Cáncer, el signo del nacimiento y la generación, engloba todo el tema del renacimiento.
Es en Cáncer donde es posible contemplar la íntima relación entre la Madre de todas las formas, la Luna (regente exotérico), y el Dios de las aguas, Neptuno, (regente esotérico y jerárquico), el esposo esotérico que representa para la humanidad una gran síntesis entre la forma y el deseo-sensación que, sin forma y sin conciencia de la necesidad de reaccionar sensiblemente al entorno y a las circunstancias, el alma nunca podría conocer los tres mundos, y no podría conocer a Dios en la manifestación.»

Aquí es donde en este plenilunio de Cáncer (dirección Sol-Tierra-Luna), el Grupo de Servidores del Mundo, el Servidor Planetario, la sección áurea entre la Jerarquía y la Humanidad (Sol y Tierra), realizando en sí misma la Unidad entre Espíritu/Sol y Materia/Luna, irradia la Luz liberadora en la Conciencia humana, cualificada por la Fórmula de la Madre correlacionada con la energía de este Signo:

Del mandato de la Madre surge el Océano del Silencio.

«Y por encima de todos los mandatos pronunciados resuena el Mandato Silencioso, que todo lo penetra, inmutable, indivisible, irrevocable, resplandeciente, que todo lo otorga, inenarrable, irrepetible, invulnerable, indescriptible, eterno, inefable, iluminador, manifestado en el Rayo.
Aquí hay dos mandatos, en los confines del Mundo están los Señores Cristo y Buda. Y Su Palabra es como una espada llameante. Pero un Mandato Silencioso se manifiesta sobre Ellos.
Más allá de ellos, está Aquella que vela su Rostro, que teje la red de los mundos lejanos, la enviada de lo inefable, la soberana de lo intangible, Aquella que confiere lo irrepetible.
De tu Orden nace el Océano del Silencio y los torbellinos trazan señales invisibles.
Y la que velaba su rostro quedará sola para velar, entre el esplendor de sus señales.
Y nadie escalará su cima. Nadie será testigo del esplendor del dodecaedro, la señal de su poder.
Desde la espiral de Luz, Ella ha tejido la señal en el Silencio. Ella es la Guía de los que están en el camino de la victoria.» (En la Encrucijada de Oriente, Leyendas y Profecías de Asia, Comando, H. Roerich)

«Ya he dicho que la Madre del Mundo vela su nombre. Ya he dicho que vela su Rostro. Ya he mencionado a la Madre de Buda y Cristo.
En efecto, es hora de mostrar que la Madre única de ambos no es un símbolo, sino una gran Manifestación del origen femenino, que manifiesta a la Madre espiritual del Uno y del Otro. Fue ella quien les instruyó, quien les preparó para la victoria. Desde tiempos inmemoriales, la Madre del Mundo ha conducido a la victoria.
En la historia de la humanidad, su mano teje un hilo que no puede romperse.
En el Sinaí resonó su voz. Adoptó la imagen de la diosa Kali. Era la base del culto a Isis e Ishtar. Después de la Atlántida, cuando se asestó un duro golpe al culto del espíritu, la Madre del Mundo comenzó a formar un nuevo hilo, que ahora está a punto de irradiar. Desde entonces veló su Rostro y prohibió que se pronunciara su Nombre hasta que llegara la hora de las constelaciones. (…)» (Hojas del Jardín de Morya II, “Iluminación”, § 220)

«(…) no se puede afirmar el principio vital si no se reconoce el Origen femenino. Al igual que el Universo, Mulaprakriti es un principio general. Los Orígenes no pueden concebirse en competencia mutua, pues solo de la unión de fuerzas se genera la vida. Y Nosotros, en el nivel superior, tenemos una profunda veneración por lo que la humanidad llama pasivo. ¡Sí, sí, sí! La conciencia más elevada conoce la Verdad y Nosotros estamos listos para proclamarla a la humanidad, pero la humanidad debe elevarse un grado para obtenerla. ¡Sí, sí, sí! Si todo gran Maestro tuvo que nacer al mundo de una madre, ¡cómo no adorarte a Ti, Madre del Mundo! Si todos los Fuegos espaciales deben manifestarse en una forma, ¡cómo no adorar a Aquella que da la vida! ¡Sí, sí, sí! ¡Cómo no reconocer como suprema presencia cósmica el intenso poder del símbolo de la Madre! (…)»  (Infinito I, § 201

«(…) No hay vida, no hay expresión del espíritu sin la Madre del Universo, la gran Materia de todo Ser. (…) en realidad, el espíritu y la materia son una sola cosa. El espíritu sin la materia no es nada, y la materia no es más que la cristalización del espíritu.  El Universo manifestado, visible e invisible, de lo supremo a lo inferior, nos revela los infinitos aspectos de la Materia radiante. Donde no hay materia, no hay la vida. (Cartas de H. Roerich, vol. 1, 9 enero de 1935)

«Toda construcción tiene muros exteriores y cimientos invisibles. No se puede permanecer sin muros, y estos no pueden permanecer sin cimientos. En todo coexisten dos aspectos de la manifestación: los muros, los símbolos del Maestro, y los cimientos, que expresan a la Madre del Mundo. (…)» (Agni Yoga, § 326)

Así, el Amor infinito de Aquel que «otorga lo irrepetible» se entrelaza con la Voluntad de Bien del gran Maestro, Aquel que expresó la esencia divina en la forma con las poderosas palabras de las que nos hemos hecho eco solemnemente en el Espacio vivo y que hemos afirmado en el Corazón Uno de la humanidad en el inicio del Signo de Cáncer:

Yo soy el pan de la Vida.

«Ese pan divino que bajó del Cielo y se manifestó para dar vida al mundo.

(…) Quien experimenta, encarna y expresa lo divino a través de la forma es el alma, el Ser, el hombre espiritual consciente, el Cristo interior.  Cuando, en virtud de esto, ha llegado a la madurez, revela al Padre, cumpliendo las palabras (en respuesta a la invocación de Felipe: «Señor, muéstranos al Padre»): «Quien me ha visto a Mí, ha visto al Padre».» (San Juan., XIV). (La Luz del Alma, Alice A. Bailey, Sutra 35, vers. ingl. p. 322)

«(…) El propósito de la forma es únicamente permitir que el Yo entre en contacto con mundos que de otro modo le estarían cerrados, para desarrollar una conciencia perfecta en cada región del reino del Padre y así manifestarse como Su hijo en plena conciencia. A través de la forma, se adquiere la experiencia, se despierta la conciencia y se desarrollan las capacidades y los poderes.» (La Luz del Alma, Alice A. Bailey, Sutra 35, vers. ingl. p. 321)

La Madre del Mundo

«(…) La Madre es la Belleza; el mundo es abnegación. Estas dos esencias abren las puertas. El puente entre los planetas y el acortamiento de los ciclos de las razas descansan sobre ellos. (Hojas del Jardín de Morya I, § 221)

«(…) El Aliento cósmico de la Madre del Mundo lo impregna todo. En efecto, todo está impregnado de él: desde los infinitesimales granos de polvo hasta la inmensurable grandeza, la vida se mueve y respira ese Aliento. Así que, ¿por qué no conocer el poder que mueve el Universo? ¿Por qué no meditar sobre la esencia del Ser? Exploren el ritmo de la energía cósmica y comprendan el evolutivo. Inalterable en esencia es la evolución y se mide por las manifestaciones del Infinito. Ustedes que tienen un final, expongan sus rostros a los rayos de la Madre del Mundo y establézcanse en la comprensión de la evolución. Desde las Montañas se transmite sin límites. Los mundos lejanos son garantías perennes. Inagotables son los tesoros naturales de las esferas visibles e invisibles. (Infinito I, §10)

Diríjanse (…) a los tesoros ocultos en las esferas invisibles, a esa creación manifestada más allá de los límites de sus comprensiones. (…) Sientan el ritmo del Infinito y participen en él. ¿Dónde estará entonces la noche? Cuando parece oírse el silencio, comienzan los cantos a la Madre del Mundo. Ni día ni noche: ¡solo Su resplandor! (Infinito I, § 13)

«(…) La Sustancia, que es el Espacio, que es el Infinito, que es la Madre del Mundo, es la gran fuerza creadora de nuestro ser. En verdad, solo el Ser y la sustancia, y nada más.» (Commento a Infinito I, § 38, E. Savoini; no traducido al castellano)



 

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