La Sustancia es la base del Espíritu. (TPS, La Génesis de las Ideas)
Hoy, 13 de julio, celebramos la séptima de las 12 Festividades de la nueva Religión Mundial, el Plenilunio de Cáncer (a las 20:38 horas CEST). Es la festividad orientada a afirmar la Voluntad de espiritualizar la sustanciar y a fijar, a través de la conciencia del Discípulo-Humanidad, el Misterio de la Sustancia. [1]
Uno de los postulados fundamentales de La Doctrina Secreta es que la Mente, la Conciencia, impregna toda la Naturaleza. «Para que una teoría cosmogónica sea completa y comprensible, debe tomar como punto de partida una sustancia primordial difundida por toda la extensión del espacio infinito y de naturaleza intelectual y divina. Esta sustancia debe ser, a la vez, alma y espíritu, la síntesis y el séptimo principio del cosmos manifestado; y para servirle de base espiritual, necesita del sexto principio, su vehículo, la materia física primordial, por así decirlo, aunque su naturaleza debe eludir para siempre nuestros limitados sentidos normales. El impulso creador comienza con el despertar de la Ideación cósmica, de la Mente Universal, junto y paralelamente al impulso primordial de la sustancia cósmica, y esta última es el vehículo de la primera. La Sabiduría absoluta se refleja, entonces, en su concepción que, por un proceso trascendental superior a la conciencia humana e incomprensible para ella, se transforma en energía cósmica. Vibrando en el seno de la sustancia inherente, la energía cósmica la impulsa a la actividad y dirige sus primeras diferenciaciones. (…)» (La Doctrina Secreta, “Cosmogénesis”, Helena P. Blavatsky)
«(…) la Sustancia Fundamental precósmica (Mûlaprakriti) es ese aspecto del Absoluto que subyace a todo plano objetivo de la Naturaleza. Así como la Ideación precósmica es la raíz de toda Conciencia individual, la Sustancia precósmica es el sustrato de la materia en sus diversos grados de diferenciación. De ello se desprende que el contraste de estos dos aspectos del Absoluto es esencial para la existencia del Universo manifestado. Separada de la Sustancia cósmica, la Ideación cósmica no podría manifestarse como Conciencia individual, pues solo a través de un vehículo (Upâdhi) de materia surge la Conciencia como “Yo soy yo”; es necesaria una base física para concentrar un rayo de Mente universal hasta un cierto grado de complejidad. A su vez, separada de la Ideación cósmica, la Sustancia cósmica seguiría siendo una abstracción vacía y no podría aparecer una Conciencia. El Universo manifestado está así impregnado de la dualidad que es, por así decirlo, la esencia misma de su Existencia como manifestación. Pero así como los polos opuestos del sujeto y del objeto, del espíritu y de la materia no son más que aspectos de la Unidad Única en la que se sintetizan, en el Universo manifestado existe «eso» que conecta el Espíritu con la Materia, el Sujeto con el Objeto. Este algo, actualmente desconocido para la especulación occidental, es llamado Fohat por los ocultistas. Es el «puente» a través del cual las Ideas existentes en el «Pensamiento Divino» se imprimen en la Sustancia Cósmica como Leyes de la Naturaleza. Fohat es, pues, la energía dinámica de la Ideación cósmica, o, si se ve desde el otro lado, es el medio inteligente, el poder que guía toda manifestación, el Pensamiento divino transmitido y manifestado por el Dhyân Chohan, los Arquitectos del mundo visible. Así, del Espíritu, o Ideación cósmica, proviene nuestra Conciencia; de la Sustancia cósmica provienen los diferentes vehículos en los que esa Conciencia se individualiza y llega a la autoconciencia o Conciencia reflexiva; mientras que Fohat, en sus diversas manifestaciones, es el vínculo misterioso entre la Mente y la Materia, el principio animador que electriza cada átomo y le da vida.» (La Doctrina Secreta, “Cosmogénesis”, Helena P. Blavatsky)
«El Fuego eterno impregna cada forma y a través de él se une a la energía ígnea superior. Así la savia universal opera; y opera continuamente. No hay otro nombre para esta misteriosa sustancia que siempre se renueva. Todo lo está manifestado sirve para regenerar la Sustancia eterna (…).» (Mundo del Fuego II, § 400, [alias Mundo Ardiente II])
La Existencia es la sustancia de la Realidad. (TPS, La Génesis de las Ideas)
«En nuestro Mundo solar, la Existencia Única —la sustancia de la Realidad— es el Cielo y la Tierra, la raíz y la flor, la acción y el pensamiento. Está presente tanto en el Sol como en la luciérnaga. Ni un solo átomo puede escapar de ella. En consecuencia, los antiguos Sabios lo llamaron, sabiamente, el Dios manifestado en la Naturaleza.» (La Doctrina Secreta, “Cosmogénesis”, Helena P. Blavatsky)
«El Buda enseñó que la sustancia primordial es eterna e inmutable. Su vehículo es el éter puro y luminoso, el Espacio ilimitado e infinito. No es un vacío resultante de la ausencia de formas, sino que es la base de todas las formas. (…) Pero la presencia misma de las formas demuestra que es la creación de Mâyâ, y toda obra suya no vale nada en presencia del Ser increado [Espíritu], en cuya profunda y sagrada quietud debe cesar para siempre todo movimiento.» (La Doctrina Secreta, “Cosmogénesis”, Helena P. Blavatsky)
«(…) todo lo que existe (desde la forma de vida más baja y densa hasta la manifestación más elevada y sutil) (…), todas las formas no son más que la expresión de una prodigiosa Existencia divina (…).» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, Alice A. Bailey; vers. ingl., p. 9)
«Cuando la humanidad haya comprendido que el Universo es una unidad, su obra constructiva se volverá cósmica. Su principal tarea es, en efecto, unir los mundos de la materia y del espíritu. (…).» (Infinito I, § 360, Agni Yoga)
Ahora, inmersos en la Luz de este gran Misterio, volvamos la mirada de nuestro corazón a lo que une a Cáncer con esta Luz.
Cáncer es el portal del Zodíaco que está en consonancia con la naturaleza material y con la madre de las formas —con la potencialidad—; así como el otro portal, Capricornio, está en consonancia con el espíritu, el padre de todo lo que ES, con el logro.
En Cáncer, el impulso de expresarse y los procesos de la encarnación se imponen.
En este Signo del nacimiento y de la generación se encuentra toda la cuestión del Renacimiento, esa mutua relación mágica y magnética entre el aspecto forma de la vida y la vida misma.
En el actual ciclo precesional, Cáncer transmite las energías denominadas “3.er y 7.o Rayos”, que están vinculadas a la Inteligencia activa, al Orden y la Magia ritual; el 3.er Rayo lo conecta con Libra y Capricornio; el 7.o Rayo lo conecta con Capricornio y Aries, todos ellos signos cardinales. Las influencias zodiacales de estos Signos pulsan en todo el universo creado, ya que expresan principalmente la vida o el espíritu, más que el alma (Cruz Fija) o la persona (Cruz Mutable). La Cruz Cardinal se ocupa especialmente de esa «esencia misteriosa que es la divinidad en movimiento».
«La Luna (4.o Rayo, no sagrado), el regente exotérico de este Signo, y Neptuno (6.o Rayo), el regente esotérico y jerárquico, simbolizan la relación íntima entre la Madre de todas las formas y el Dios de las aguas, que —sin la forma y sin la conciencia de la necesidad de reaccionar sensiblemente al entorno y a las circunstancias— el alma nunca podría conocer en los tres mundos y, por tanto, nunca conocería a Dios en la manifestación.
La Luna pone a Cáncer en correlación con otros dos signos, y se forma un triángulo: Cáncer-Virgo-Acuario. Es la conciencia de masa, la conciencia crística y la conciencia universal puestas en estrecha y mutua relación, a través de Neptuno, que la Luna vela. La conciencia colectiva de Cáncer se sublima en la conciencia grupal y universal de Acuario, una conquista final en la que la humanidad es guiada, jerárquicamente, por la Luna navegando por Neptuno.
La forma y la naturaleza psíquica inferior controlados por Ellos producen el campo de batalla en el que «se enfrentan en una batalla decisiva» contra sus correspondencias superiores, el alma y el espíritu; la materia es el estado más bajo del espíritu; y este es la materia en su estado más sublime. Esta frase es la verdadera clave para entender la relación Cáncer-Capricornio. Cuando el séptimo rayo (que sintetiza la expresión física) y el tercero (que produce una intensa actividad en la materia) se añaden a esas poderosas influencias, se comprende que en Cáncer todas las energías implicadas tienden a provocar el descenso del alma a la carne, a los tres mundos de la experiencia y la vida humanas.
La sensibilidad colectiva y la identificación con la forma es la primera característica de Cáncer. La construcción de formas adecuadas y su uso y control son esenciales para cooperar con precisión y sabiduría en el plan de Dios. La forma y la naturaleza psíquica alcanzan la perfección concreta en Capricornio, para volver a ser en Cáncer el instrumento perfecto de servicio que el iniciado busca utilizar para el bien general, en lugar de sumergirse y perderse en el colectivo.
La nota clave de Cáncer se encuentra en la frase bíblica “el Espíritu de Dios se movió sobre las aguas” (…).
En Cáncer, Dios insufló aliento vital en las fosas nasales del hombre, y este se convirtió en un alma viviente. Estas palabras describen el Misterio de la relación en la mente de Dios entre el espíritu (el aliento vital), el alma (la conciencia) y el hombre (la forma).» (Astrología Esotérica, Alice A. Bailey, vers. ingl., p. 313)
«El principio animador de la Vida es el Aliento. La alternancia del Aliento, la Respiración, desencadena el Movimiento, la espiral de la Vida de la que se origina ese Vórtice o hélice ígneo a través del cual el Espíritu interpenetra la Sustancia. La fuerza del Espíritu se centraliza así en el Germen, el embrión vital.»
Cuando hablamos de Espíritu y Sustancia, esta última debe entenderse en su sentido más elevado. Pero la liberación del Espíritu concierne más bien a esos coágulos que podrían llamarse unidades materiales de vida. Al hablar de estas conjunciones en varias formas, hay que asumir una caída del espíritu. En efecto, este último, objetivado en forma sustancial, debe aspirar junto con él a las funciones superiores. La sustancia es impulsada a esa actividad creadora que genera formas de vida, y el Espíritu debe reconocer precisamente lo sagrado de la estancia en la sustancia (…). Es difícil disociar el Espíritu de la Sustancia.» (Mundo del Fuego III, § 304, Agni Yoga. [alias Mundo Ardiente III])
«(…) Se quiere ver la sustancia en todo, y con razón, siempre que se reconozcan sus múltiples estados y propiedades. El término «sustancia» está bien elegido y conecta con el gran concepto de la Madre. Hoy, en la era de la Madre del Mundo, todo lo que tiene que ver con este admirable Principio debe ser considerado con especial atención. Además, ese concepto incluye todas las propiedades de las que está hecho todo. Se dice que es espíritu cristalizado, pero también se puede argumentar que todo, empezando por las energías más sutiles, es sustancial. Sería muy limitante negar el principio básico de la energía; se estaría rechazando la sustancia. ¿Qué quedaría entonces? Se trata de devolver a ese término su verdadero significado. (…) Es admirable estudiarlo en relación con el proceso evolutivo. Este es el único enfoque científico auténtico (…).» (Supramundo III, § 638, Agni Yoga)
«Los elementos son sustancias espaciales, imponderables e inmensurables, cristales semiamorfos en lo que se denomina manifestaciones elementales. La esencia del espíritu no manifestado impregna la sustancia del espacio. Se dice del hombre que nace y muere. Se puede decir del espíritu elemental que se enciende y se apaga como un rayo. La conciencia del espíritu manifestado se sumerge como una flecha en los elementos, y como un imán atrae hacia sí la sustancia disuelta. (…) La sustancia espacial, afectada por las combinaciones de los nuevos rayos, permite que comience la Nueva Era. Todo lo Bueno tiene que ser recogido.» (Hojas del Jardín de Morya, “Iluminación”, § 232, Agni Yoga)
En Cáncer, uno se ve impulsado a salir de la masa en la que el instinto la mantiene y a desarrollar en su lugar la intuición, que le permitirá elevarse. La intuición espiritual es esa extensión de la conciencia, ese sentido altamente desarrollado de la conciencia que le da al discípulo la visión de nuevos campos de relación y abre un nuevo mundo del ser. El problema para todos los discípulos es utilizar correctamente sus instintos, así como utilizar bien su intelecto y así relacionarse con el mundo de las ideas y la investigación humanas. Debe aprender repetidamente a llevar, al final, esta capacidad al «templo del Señor» y ver allí cómo se transforma en intuición, tomando así conciencia de las cosas del espíritu y de aquellas realidades espirituales que ni el instinto ni el intelecto pueden revelarle.
En este día de Luna Llena, [2] idealmente unidos a todos los que en todo tiempo y lugar se proponen realizar la «belleza de la elevación en el núcleo del Espíritu», invocamos y evocamos la
Voluntad de espiritualizar la Sustancia,
que, a través del regente esotérico Neptuno, se expande en la conciencia del Discípulo-Humanidad:
El Misterio de la Sustancia.
«En efecto, todas las subdivisiones (espíritu, alma, manas superior e inferior) no son más que las diferentes cualidades de la misma energía del fuego, la base de la vida o de la conciencia, cuya cualidad más elevada es la energía psíquica. Así, para alcanzar el Mundo del Fuego —el mundo de la Espiritualidad superior— debemos transmutar o sublimar los fuegos de nuestros centros nerviosos a su séptimo estado. (…) Todo el Cosmos se rige por el principio septenario; por lo tanto, toda energía, todo fenómeno contiene en sí mismo siete gradaciones de tensión y refinamiento.» (Cartas de Helena Roerich, 3 de septiembre de 1935)
La sublimación es la espiritualización de la sustancia.
«La sublimación de la vida es de suma importancia, tanto para el individuo como para la humanidad en su conjunto. Cuando el discípulo-individuo, o toda la raza humana vista como tal, sea maestro de este proceso de transferencia, veremos practicado el nuevo servicio individual y mundial, y con él el advenimiento del nuevo orden.» (Curación Esotérica, Alice A. Bailey; vers. ingl. p. 125)
«En lo referente a la evolución, ¿no es acaso el cuerpo emocional la sublimación del etérico, que a su vez es la sublimación de la sustancia química inorgánica? A medida que progresamos en el Sendero de Retorno, ¿no reunimos acaso sucesivamente “nuestros cuerpos dentro de nosotros” elevando cada uno a la luz del que está inmediatamente arriba, y no es este el significado de la cultura, la educación, el refinamiento, la purificación? ¿No es este trabajo personal el que deberíamos realizar constantemente y lo que está simbolizado en la Doctrina Católica Romana, por la Asunción del cuerpo de la Virgen María, la Madre de Cristo, al Cielo?» (El Discipulado de la Nueva Era II, Alice A. Bailey, p. 533, Ed. Sirio; vers. ingl, p. 622.)
(…) Las formas objetivas existen para el uso (y la experiencia) del hombre espiritual. Meditando en esto, uno se da cuenta de la naturaleza espiritual (Purusha).
«(…) El propósito de la forma es únicamente permitir que el Ser entre en contacto con mundos que de otro modo le estarían cerrados, para desarrollar una conciencia perfecta en cada región del reino del Padre, y así manifestarse como Su hijo en plena conciencia. A través de la forma se experimenta, se despierta la conciencia y se desarrollan habilidades y poderes.
(…) Cuando esto es comprendido por el intelecto y meditado interiormente, uno se hace consciente de su identidad con la naturaleza espiritual y se disocia de la forma. Por lo tanto, el hombre sabe que en verdad no es la forma, sino el Uno que habita en ella, no el ser material, sino el espíritu, no los aspectos diferenciados, sino el Uno, y se vuelve libre. Al meditar en el alma inteligente, el aspecto mediano, el principio crístico que une al Padre (espíritu) con la Madre (materia), se convierte en lo que es.
(…) Quien experimenta, encarna y expresa lo divino a través de la forma es el alma, el yo, el hombre espiritual consciente, el Cristo interior. Cuando, en virtud de ello, ha alcanzado la madurez, revela al Padre, cumpliendo las palabras (en respuesta a la invocación de Felipe: «Señor, muéstranos al Padre»): «El que me ha visto a mí ha visto al Padre». (San Juan, XIV). (La Luz del Alma, Sutra 35, Alice A. Bailey, vers. ingl., pp. 320-321-322)
« Tú, espíritu, que te esfuerzas por el Creador del Cosmos, acude a la Madre del Mundo. Proclama lo que ves. El espacio se revela como una expresión de la más alta capacidad creadora. La inmensidad del Espacio y las fuerzas cósmicas inalienables enriquecen el núcleo de nuestro ser. Las palancas de la evolución son las mejores energías que posee el hombre. (…) Cuando sepas volar en el núcleo espiritual, te comunicarás con los mundos superiores. Aprende a comprender toda la belleza del vuelo en el núcleo del espíritu.» (Infinito I, § 22)
«Por encima de las capas de pensamientos terrenales fluyen las corrientes de la sabiduría solar, y en esas regiones comienza la gran Enseñanza prescrita. Te incitamos a abrazar el Universo entero. Pero la conciencia es el único instrumento para los nuevos experimentos de fusión del espíritu y la materia.» (Hojas del Jardín de Morya, “Iluminación”, § 105)
[1] Este año 6.1, el primero de un período de siete años consagrado a la Idea de una Nueva Religión Mundial, pretendemos celebrar las fechas de los Plenilunios, las «puertas» sagradas de alineación y sincronización entre los tres símbolos celestes de la manifestación humana (Sol/Alma, Tierra/Personalidad, Luna/Cuerpo) y la manifestación planetaria (Jerarquía planetaria, Humanidad, Reinos inferiores), asociándolos con 12 Misterios e Ideas/Formas, correspondientes a las energías causales de cada Signo del Zodíaco, en virtud de que, para la perspectiva esotérica, el Corazón del Cielo es el Gran Maestro de Maestros.
«La sucesión de los Misterios encarnados en cada signo del Zodíaco será esclarecida por el Cristo, porque la conciencia de la humanidad actual exige algo más exacto y más real espiritualmente que la astrología moderna, o el pseudoocultismo tan difundido hoy.» (La Reaparición de Cristo, A. A. Bailey, p. 111, Ed. Sirio; vers. ingl., p. 127.
[2] Hoy se da también la conjunción, según la perspectiva heliocéntrica, de nuestro Ángel solar, Venus, el Señor de la Relación Áurea y de la Mente, y Urano, el Iniciador de los Misterios y el Señor del Orden, que une lo más elevado con lo abismal, en Tauro, el Signo que guarda el secreto de la Luz que revela el Sonido. Y de este encuentro surge un poderoso impulso que conduce a la sublimación de la sustancia a través de la perfección de la Forma.