El Orden mundial futuro

Hoy celebramos el Trígono heliocéntrico (120°) entre la TIERRA y URANO, un ángulo y un sonido que son sagrados para la síntesis creadora (120°/360°=1/3), el Tres, que se relaciona con el Aspecto Espíritu y el intervalo creador de la Quinta.

En el Sistema Solar, la Tierra es el vehículo (no sagrado, junto con el sagrado Saturno) del 3.er Rayo, el poder de la Luz o la Inteligencia creadora, mientras que Urano (sagrado) es del 7.o Rayo, el poder organizador y reorganizador que lleva el Propósito inicial a su cumplimiento, el factor sintetizador entre el Espíritu y la Materia hasta el 7.o plano físico de la Manifestación.

Ambos se hallan en la 6.ª cualidad (20° a 25°) de los dos Signos de Tierra: Capricornio y Tauro; el primero (la Tierra), nuestra Casa/Conciencia planetaria, está abundantemente regada de Luz iniciática (Capricornio), el segundo (Urano) en el ojo (Tauro) que ve el cumplimiento, ordena a todas las criaturas y conciencias del sistema planetario una reordenación radical, un salto iniciático, según la necesidad del nuevo grado evolutivo.

«Los Conocedores a veces se han referido al séptimo Rayo con un nombre peculiar, a saber: “el Rayo del modo ritual de vida”. Este favorece e inaugura el advenimiento de un nuevo orden mundial, basado en el impulso y la aspiración espirituales, la libertad mental, la comprensión amorosa y un ritmo físico que permite la plena expresión creadora. (…)

La energía de Urano, al llover sobre la Humanidad y al atravesarla, provoca el impulso hacia mejores condiciones (…). Cuando (como ahora) Urano añade su poder a las otras influencias y al mismo tiempo el séptimo Rayo está en una fase activa en la Tierra, la energía está disponible para precipitar la crisis iniciática y provocar un gran despertar rítmico.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl. pp. 445-7)

«En esta hora de necesidad, el poder que debe evocar el alma humana es la capacidad de conocer el Plan y de trabajar para promoverlo, colaborando así con las fuerzas que se esfuerzan por restablecer el orden en la Tierra y poner fin al ciclo de maldad agresiva en el que nos encontramos hoy.» (La Exteriorización de la Jerarquía, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 278)

El intercambio fluido y asimilador de las Energías en juego es tal que estimula en el Discípulo-Humanidad (la Tierra en la carta heliocéntrica) un anhelo indomable de un nuevo Orden, y en ese anhelo de manifestar sus posibilidades, nuevas metas y soluciones para ayudar a los Grandes Espíritus (la Jerarquía) —una vez hombres ellos mismos— en la inmensa lucha por aniquilar la confusión y el desorden reinantes.

He aquí algunos extractos de las Enseñanzas sobre el Orden mundial:

«En todos los intentos de formular el nuevo orden mundial deben subyacer ciertas premisas espirituales importantes. Mencionaré algunas:

  1. El nuevo orden mundial debe satisfacer la necesidad inmediata y no ser un intento de satisfacer una lejana visión idealista.
  2. El nuevo orden mundial debe adaptarse a un mundo que ha atravesado una crisis destructiva y a una humanidad gravemente sacudida por la experiencia.
  3. El nuevo orden mundial debe sentar las bases de un orden mundial futuro que solo será posible tras un periodo de recuperación y reconstrucción.
  4. El nuevo orden mundial se basará en el reconocimiento de que todos los hombres son iguales en origen y propósitos, pero que todos se encuentran en diferentes etapas de desarrollo evolutivo; que la integridad personal, la inteligencia, la visión y la experiencia, así como una marcada buena voluntad, deben indicar el liderazgo. (…)
  5. En el nuevo orden mundial, el órgano de gobierno de cada nación debe estar compuesto por quienes trabajan por lo que es mejor para el mayor número, al tiempo que ofrecen oportunidades a todos, cuidando de que se respete la libertad individual. Hoy se reconoce a los hombres con visión, lo que hace posible la elección correcta de los dirigentes. Antes de este siglo [el XX] esto no era posible.
  6. El nuevo orden mundial se basará en un sentido activo de la responsabilidad. La regla será “todos para uno y uno para todos”. Esta actitud deberá desarrollarse entre las naciones. Esto aún no existe.
  7. El nuevo orden mundial no impondrá a las naciones un tipo uniforme de gobierno, una religión de síntesis o un sistema de nivelación. Se reconocerán los derechos soberanos de cada nación y se permitirá la plena expresión de su genio particular, de sus tendencias individuales y de sus cualidades raciales. Solo en un ámbito concreto se intentará la unidad, y es en el campo de la educación.
  8. El nuevo orden mundial reconocerá que la producción mundial, los recursos naturales del planeta y su riqueza no pertenecen a ninguna nación en particular, sino que deben repartirse entre todos. Ya no habrá naciones “ricas” y otras en la categoría opuesta. (…)
  9. En el camino hacia el nuevo orden mundial, habrá un desarme constante y progresivo; no será opcional. No se permitirá a ninguna nación producir y organizar equipos con fines destructivos ni violar la seguridad de ninguna otra nación. Una de las primeras tareas de todos los futuros congresos de paz será regular esta cuestión y prever el desarme gradual de las naciones.

Estas son las sencillas premisas generales sobre las que el nuevo orden mundial debe comenzar su labor. Estas etapas preliminares deben mantenerse fluidas y experimentales, nunca debe perderse la visión de las posibilidades y los cimientos deben mantenerse inviolables; pero los procesos intermedios y los experimentos deben ser llevados a cabo por hombres que, teniendo en cuenta los mejores intereses del conjunto, puedan cambiar los detalles de la organización preservando la vida del organismo.» (La Exteriorización de la Jerarquía, A. A. Bailey; vers. ingl. pp.190-2]

Esta es la onerosa y estupenda tarea del intermediario entre la Humanidad y la Jerarquía, el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo o el Centro Ajna planetario, es decir, de todos aquellos que, animados por la voluntad de hacer el bien y la voluntad de construir, pueden servir a la evolución humana y planetaria, y ejecutar el nuevo orden, el Plan de Amor y Luz en la Tierra, con gozo y renovado compromiso.

¡Nada puede detener el avance continuo, suave y rítmico del nuevo Orden!


 

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