La Idea de Servidor

Dedicamos este artículo* a la idea de «servidor», abordándola desde un punto de vista etimológico, como ya anunciamos hace algún tiempo, al haber explorado la Idea de Hombre.

Empecemos por un punto fijo, que ha de quedar grabado en nosotros, porque es la clave interpretativa de cualquier reflexión: el étimo de «servidor» es el mismo que el de «sol».

Sé como el rayo del sol, como el canto

de los pájaros.

(Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 163)

‘Servidor’ deriva del latín tardío servitor, que se origina en el verbo de la lengua clásica servio/ire, ‘servir’, ‘cuidar de’; la palabra ´servicio´ estudiaremos más adelante.

La palabra se desarrolla a partir de la raíz indoeuropea *SWṚ -, que el lingüista Franco Rendich considera compuesta por los siguientes elementos sonoros: «la llegada [ṛ/ar] del bien [on] como luz y sonido», «brillar», «volver los ojos a la luz», «mirar», «tocar», «cantar».

Se trata, pues, de un étimo que expresa principalmente la idea de luz y, al mismo tiempo, la de sonido.

Las lenguas antiguas atestiguan derivaciones de esta cepa original, dando lugar a la palabra «sol»: svar (sánscrito), helios (griego), sol (latín).

Observamos de nuevo que en sánscrito, svar significaba también ‘cielo’, y que en griego, el verbo hopáō, ‘ver’, significaba originalmente ‘conectar con la luz del sol’, ya que derivaba del mismo étimo: en el desarrollo de la lengua, las inicial habría caído, sustituida por el espíritu áspero.

Del mismo modo, la lengua latina daría lugar al verbo servo/servare, que tenía numerosos significados: ver, observar, preservar, guardar, salvar.

Nos damos cuenta así de que los verbos latinos servio, ‘servir’, ‘cuidar’, servo, ‘observar’, y también salvo, ‘salvar’, son términos hermanos que proceden de una raíz idéntica que expresa la relación con la luz del sol, el ver, y que los sustantivos servus, servitor expresan originalmente la idea de ‘el que ve, el que vigila’.

Para completar, señalemos también que la misma raíz *SWṚ- ha dado lugar a palabras que expresan la idea de sonido y canto: por ejemplo, el sánscrito svara, ‘sonido’, griego eorté, ‘canto en honor de los dioses’, el latín susurro, ‘susurrar, zumbido de abejas, tarareo’. [1]

El diamante que custodia la raíz de la palabra ‘servidor’, al ser descubierto, hace brillar sus facetas, indicando a alguien que ve, que observa, que vigila, que eleva himnos, que está en contacto con la luz del sol; en síntesis, un Agente de Luz y de Sonido.

Otras irisaciones son irradiadas por las ramificaciones que la raíz ha producido en las lenguas modernas: por ejemplo, el inglés ha desarrollado el sustantivo ward, ‘guardia’, el alemán ha dado origen al verbo wehren, ‘defender’, y el francés ha extraído el verbo guérir, curar; son palabras que, de maneras diferentes pero relacionadas, expresan todas la idea de custodiar.

«(…) Es hora de decir a la Luz: Vengo en tu ayuda, y tenderé mi mano al mismo sol. Y mientras el hilo de plata esté intacto, las estrellas serán mi armadura. Así de simple es el camino prescrito al hombre.

Y al final la idolatría de los símbolos será barrida por el rayo de Luz. Y se nos permitirá ser, no Dioses, sino Colaboradores. Este es el Pacto de la simplicidad. (Hojas del Jardín de Morya II, § 114)

El propósito de estas notas es ayudarnos a ser cada vez más conscientes del papel que estamos desempeñando como «servidores», a fin de ponerlo en práctica cada vez con mayor claridad, responsabilidad y gozo.

Como miembros del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo (NGSM), sabemos que somos intermediarios entre la Humanidad y la Jerarquía, que, por lo tanto, estamos llamados a una tarea mundial, y que todo el trabajo se basa en la asunción de una visión jerárquica de la Realidad en la que cada unidad de vida se pone al servicio de las más evolucionadas, para contribuir al Bien común, cada vez con mayor conciencia y libertad.

La Enseñanza esotérica transhimalaya nos transmite que el servicio es un proceso científico que revela las facultades del alma, que la ley del mismo nombre es la tercera entre las siete leyes de la vida del alma destinadas a responder a las exigencias del Plan de la evolución, y que es hermana de la quinta ley del Progreso en grupo o de Elevación, una referencia fundamental para el trabajo subjetivo e intuitivo de los grupos mundiales, unidos por la Voluntad de Bien, que abrazan la idea del Único Servidor Planetario y que, en previsión del Año 2025 se están activando a través de la cooperación intergrupal incluso a nivel manifiesto.

Existen innumerables conexiones entre el NGSM y la Luz: las Enseñanzas se refieren a él como el Centro Ajna u «ojo interno rector» de nuestro Planeta, y «(…) está regido por Tauro, y al que la energía divina de Tauro trae “iluminación y logro de la visión”. Este grupo es, en sentido figurado, “el toro que se precipita hacia delante en línea recta, con un ojo fijo en un propósito e irradiando luz”. Pero ¿cuál es ese propósito? No es el propósito de la Iluminación del Ser, pues eso hace tiempo que pasó; es el propósito de ser un centro de luz en el mundo de los hombres y de mostrar la visión a los hijos de los hombres. (…)» [2]

Para ampliar aún más la visión, nos ayuda una indicación de la Enseñanza: «(…) “Servir” es en esencia un término científico para el amor-sabiduría bajo la influencia de uno u otro de los siete rayos, según cuál de ellos gobierne el alma del discípulo que sirve. Todo este asunto concierne a nuestro Logos planetario. Podría decirse (para que les resulte más comprensible) que el proceso evolutivo —tal como lo ve el hombre común— consiste en hacer que la Tierra, planeta no sagrado, sea capaz de reaccionar a los impulsos cósmicos, mejorando así la integración y los intercambios internos del cuerpo expresivo del Logos. (…)» [3]

Al mismo tiempo, se nos aconseja recordar esta otra indicación:

«(…) Todos los que responden a la fuerza portadora de vida de Acuario y a la fuerza iluminadora de Tauro pueden operar y operarán en el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, aunque no tengan conocimientos ocultos y nunca hayan oído hablar de sus colaboradores bajo ese nombre. No lo olviden.» [4]

Al reconocernos como agentes de luz y de sonido, abrazando la visión jerárquica en este planeta que nos impulsa a servir a todos los reinos de la naturaleza —como lo hace el sol— y sintiendo la responsabilidad y la urgente necesidad de colaborar en el Plan divino, sentimos que estamos colaborando al servicio de la creación.

Entonces podemos regocijarnos de verdad al escuchar el canto de San Francisco, que había despojado a la vida de toda forma exterior para revestirla de Dios: (…) Alabado seas, Señor mío, con todas tus criaturas, especialmente con el hermano Sol, por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor: de Ti, Altísimo, lleva la significación. (…)

Y al escuchar la voz del Agni Yoga:

«El Universo entero es el Cuerpo del Todopoderoso,

y Nosotros ordenamos las más altas

manifestaciones de la Voluntad suprema.

El servidor asiste al Señor y el Misericordioso

nos ayuda a encontrar el mejor atuendo

para la Fiesta de la Luz. (…)»

(Hojas del Jardín de Morya I, § 123)

*

[*] Hoy, como ocurre a intervalos de unos tres meses, se produce la conjunción heliocéntrica entre Mercurio y Neptuno, asociada a la armonía del lenguaje.

[1] F. Rendich, Diccionario etimológico comparado de las lenguas clásicas indoeuropeas. Indoeuropeo-Sánscrito-Griego-Latín, Palombi Editori, 2010, pp. 498-99

[2] Alice A. Bailey, Tratado sobre los 7 Rayos. Rayos e Iniciaciones, Vol. 5, p. 233

[3] Alice A. Bailey, Tratado de los 7 Rayos. Astrología Esotérica, Vol. 3, p. 494

[4] Alice A. Bailey, Tratado de los 7 Rayos. Rayos e Iniciaciones, Vol. 5, p. 233


 

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