En el día de la entrada en el signo de Virgo (22 de agosto a las 16:56, horas CEST), que introduce en el Espacio la voluntad de nutrir, proteger y, al final, revelar la realidad espiritual oculta en su seno primordial, afirmamos solemnemente, como Servidor Planetario, es decir, en nombre del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, la novena de las 12 Afirmaciones de la Humanidad Una (ver el artículo introductorio y la Celebración ritual en línea):*
La Humanidad nutre y manifiesta al Cristo.
Virgo es la imagen de la Sustancia, o el sustrato de la Realidad, la Madre del Mundo, ese fundamento estable que subyace a los procesos de cambio y, en consecuencia, es el elemento constitutivo de toda forma.
«‘Virgo’ —como nos recuerda el Maestro Tibetano— (…) es la madre cósmica, pues representa a escala cósmica el polo negativo del espíritu, que es positivo; en relación con el Padre, es el agente receptivo.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 255)
Virgo expresa así la función de matriz contenedora, que es capaz de contener en sí la esencia crística que, para manifestarse, necesita una forma o vehículo.
Estos aspectos son claramente visibles en la acción de sus Regentes planetarios: Mercurio exotérico (4.º Rayo), la Luna exotérica (que vela a Vulcano ) (4.º Rayo, velo del 1.er Rayo) y Júpiter jerárquico (2.º Rayo).
Mercurio, el Regente exotérico de Virgo, confiere esa precisa capacidad de intervenir inteligente y funcionalmente en las mallas de la manifestación, mientras que la Luna, el Regente esotérico del Signo, forja con el fuego subterráneo de Vulcano, la Luminaria velada por ella, aquellas formas que mejor contendrán en su seno el palpitante germen crístico.
Y será finalmente Júpiter, que triunfa en Virgo como regente jerárquico, quien mostrará el fuego del Uno en su íntima esencia como el Fuego de Amor, capaz de destruir todo obstáculo material y revelar la Belleza que subyace en toda forma.
A este respecto, el Maestro Tibetano afirma: «Tres son los Regentes de Virgo:
Mercurio, es el regente exotérico. Significa la versátil energía del alma, el Hijo de la Mente. Representa al Sol (el Hijo); es el Mediador entre el Padre y la Madre, el Espíritu y la Materia, y al mismo tiempo es el fruto de su relación.
La Luna (Vulcano), es el regente esotérico. Su significado es similar al del regente ortodoxo. La Luna (energía de cuarto rayo) se entiende aquí como la expresión de primer rayo que se exterioriza a través de Vulcano. La Luna preside la forma y es la voluntad divina de utilizar la forma para manifestarse.
Júpiter, es el regente jerárquico y controla la segunda Jerarquía creadora, la de los Constructores divinos de nuestra expresión planetaria.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 263)
Es a través de la acción de la Luna como Regente esotérico del Signo que puede tener lugar esta acción de nutrir y custodiar el germen crístico. La Luna muestra el poder constructivo que actúa en el seno del Espacio, muestra el paciente tejido que da origen a las formas, muestra la base común y única, la Sustancia imperecedera, de la que todo no es más que la apariencia manifestada.
La Luna en Virgo representa el impulso de construir la forma lo más perfectamente posible, liberando poco a poco su potencial y purificándola de la escoria. El velo en Vulcano confiere voluntad y poder a este impulso de perfección y obra en la sustancia ese refinamiento que, al final, la entrega pura al Espíritu (Júpiter Regente Jerárquico).
Vulcano, a través de la Luna, expresa pues «la voluntad divina de utilizar la forma para manifestarse» y esta voluntad encuentra en la sustancia, en el Espacio o Infinito, el lugar y las condiciones adecuadas para instalarse, germinar y fructificar.
La Origen femenino función del Amor cósmico, bien expresada por Júpiter, revela la cualidad específica del, la Madre del Mundo simbolizada por Virgo, que contiene en sí misma la misión de embellecer, dar, ofrecer espontáneamente, curar y sacrificarse.
También es interesante observar que, como sugiere el Maestro Tibetano, «Virgo está relacionado con Tauro a través de Vulcano, que introduce lo que puede denominarse el aspecto resistencia de la Voluntad de ser, que lleva al Hijo de Dios encarnado a través de las experiencias del oscuro período en que la personalidad se convierte en la Madre gestante, a través del período de infancia en el plano físico y a través de la etapa de adolescencia hasta que el iniciado alcanza la plena madurez. Esto requiere persistencia, resistencia y continuidad de esfuerzo, que son las características impartidas o estimuladas por las energías que afluyen de Vulcano.» (Astrología Esotérica, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 274)
Este aspecto revela una de las funciones más significativas de la Madre, que es la que oculta en su corazón todos los sufrimientos del mundo, apoya incansablemente a los que caen y ama sin pedir nada y sin hacer diferencias. Bajo su manto todos encuentran consuelo y aprenden la perfección del Amor.
«Yo manifiesto el Amor y el Rayo», dice el Agni Yoga (Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 152).
Y esta aparente contradicción se resuelve en el corazón de Virgo, donde la fuerza silenciosa de la abnegación se entrelaza con el vigor de la tensión indefectible hacia el Espíritu, una tensión capaz de destruir con los rayos del Amor cualquier obstáculo.
La perfección del Amor estuvo bien representada por el sendero terrestre del Cristo, que es la imagen y el modelo del sendero iniciático que cada individuo está llamado a recorrer, como lo indica la Enseñanza: «Esa gran Individualidad, el Cristo, a través del proceso de las cinco grandes iniciaciones, nos dio un esbozo de las etapas y los métodos necesarios para llegar a identificarse con Dios.» (De Belén al Calvario, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 17)
«Iniciación significa el momento en que el hombre siente y sabe en cada parte de su ser que la vida es realidad y que la realidad es vida. Durante un breve instante su conciencia se hace omnipresente, no solo ve la visión ni oye solo la palabra de reconocimiento, sino que sabe que la visión es de sí mismo y que la palabra es él mismo hecho carne.» (De Belén al Calvario, A. A. Bailey; vers. ingl. p. 105)
El Agni Yoga proclama otro aspecto de la Madre: «La Madre es Belleza; el mundo es abnegación. Estas dos esencias abren las Puertas. Sobre ellas descansa el puente entre los planetas y el acortamiento de los ciclos de las razas.» (Iluminación, § 221)
Un verso que recuerda lo escrito en La Construcción del Templo, donde la Madre es «la Belleza que hace divinas todas las cosas».
El toque silencioso pero poderoso de la Madre transforma así la pesadez de la materia en la levedad del pulsante Espacio de Vida y el invierno de la conciencia en una «primavera viviente».
Es en este camino en el que la Humanidad debe avanzar para cumplir su función planetaria y en el Sistema Solar. Una función que en este mes de Virgo se expresa con el lema La Humanidad nutre y manifiesta al Cristo. Una invitación a manifestar el principio crístico que se oculta en cada uno para que la Hermandad pueda convertirse en una realidad y no solo en una loable aspiración humana.
«Os insto a pensar así sobre el futuro, a deslizar cada día
una perla en el collar de la Madre del Mundo.
De manera concisa y sencilla adorna el Corazón del Mundo.»
(Iluminación, § 301)
Nota:
* En el corriente año, orientado por y hacia la Meta 6.3 del Plan de la evolución, dedicado a la Comunión con el Mundo de las Ideas, se pretende celebrar solemnemente las 12 Entradas en los 12 Signos del Zodíaco con 12 Afirmaciones de la Humanidad Una, así como los Plenilunios y los Novilunios de cada Signo, de forma similar a lo que se hizo en el Año 6.1 y en el Año 6.2.