Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida

YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.

En el inicio del solsticio, solemnemente nos hacemos eco de la Afirmación crística asociada al signo de Capricornio. (Véase este artículo y la Celebración ritual en línea)

YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.

«Durante las edades, muchos Hijos de Dios han dado a la humanidad una visión progresiva y reveladora de “las cumbres de las posibilidades”, interpretando para la raza el Plan de Dios, en términos adecuados para cada época e idiosincrasia.» (De Belén al Calvario, A. A. Bailey, p. 95, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 57)

«Desde el principio era el Verbo y el Verbo era Dios (…), y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.»

Hace 2000 años, Cristo, el Maestro de Maestros, la encarnación del Principio cósmico del Amor (Buddhi en sánscrito), el Verbo hecho carne, «vino a habitar entre nosotros; y vimos su gloria, la gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.» [1]

Vino a trazar el Camino hacia las esferas superiores de revelación, «trajo el Amor y encarnó el gran principio cósmico.» «Él demostró en Sí mismo la perfección que los hombres habían visto y ofreció un ejemplo, plenamente manifestado, de todas las posibilidades latentes en el hombre hasta ese momento. Lograr la perfección de la conciencia de Cristo se convirtió en la meta más elevada para la humanidad (…). Pero hizo más que eso (…), y dijo a sus discípulos que harían “cosas más grandes” que las que Él había realizado, porque iba “al Padre”. Con estas palabras indicaba, más allá de Sí mismo, a Aquel de quien dependía Su Existencia y el Camino de la Evolución superior (…) y que Él mismo estaba solo “en el camino”.» (Los Rayos y las Iniciaciones, A. A. Bailey, vers. ingl. pp. 521-2)

La fe en las realidades espirituales y en la divinidad esencial de la humanidad es el requisito indispensable para emprender el camino, que es el CAMINO indicado por el gran Instructor del Mundo. [2] Sus palabras de poder: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” [3] aún vibran e inspiran a todos los que buscan demostrar las mismas cualidades: una vida radiante y magnética, consagrada a servir a la humanidad y a ser el Camino mismo, un corazón amoroso y una mente iluminada bien orientada hacia la verdad.

«Hoy, Cristo está más cerca de la humanidad que en ningún otro momento de la historia (…), porque Cristo pertenece a la humanidad, al mundo de los hombres, y no soólo a las iglesias y a las confesiones religiosas.» (La Reaparición del Cristo, A. A. Bailey, p. 36, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 37)

Cristo «nos unió a Él a través de su perfecta humanidad y nos unió a Dios a través de la expresión de su divinidad (…), el Cristo, (…) cuando dijo “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”; (…) sabía que estaba sintetizando el alma del pasado y el espíritu del futuro (…).» (De Belén al Calvario, A. A. Bailey, pp. 65-6, Ed. Sirio; vers. ingl., p. 39)

Las palabras vivas y el espíritu de belleza de la poderosa fórmula sintetizada por Cristo han de vivirse cada día con renovada fuerza generadora.

Hoy, en la Luz superna de Capricornio, “la Puerta de los Dioses”, donde los poderes solares y humanos pueden reunirse para colaborar en los planes de desarrollo planetario, también hacemos eco de la Afirmación en el Espacio vivo a través de las definiciones dadas en la Génesis de las Ideas:

  • El Camino es el puente entre los mundos.
  • La Verdad es la esencia de la Voluntad divina.
  • La Vida ES: ese «Principio Ilimitado e Inmutable, la única Realidad Absoluta, antecedente de todo Ser manifestado y condicionado. Está más allá de los límites y las posibilidades del pensamiento y la expresión humanos. El Universo manifiesto está contenido en esta Realidad Absoluta, y es un símbolo condicionado de la misma.» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, A. A. Bailey; vers. ingl., p. 3)

La Vida, ese Misterio absoluto que anima y mora en cada átomo, ha sido definida por un iluminado Pensador de nuestro tiempo con un teorema sublime:

«Se llama Vida a la energía que se genera y se multiplica.»  (Dispense del 3° Settennio. L’anno del quattro, E. Savoini; escrito inédito, enero del 2004)

«La vida del Cristo es una vida que hay que vivir hoy. (…) Cristo nos dejó su ejemplo para que sigamos sus pasos y continuemos la obra que Él comenzó.» (De Belén al Calvario, A. A. Bailey; vers. ingl., p. 79)

A fin de que se precipite en la Tierra y hacer que sea eficaz la obra de Cristo, es importante adquirir conciencia y acción grupal, una actividad que es posible gracias al esfuerzo autoiniciado de cada discípulo y que conduce a la subordinación total de la personalidad y del individuo al interés y al Bien común.

«Para este servicio colectivo se exhorta al iniciado que está en ustedes, el Cristo; la radiación actual del espíritu crístico, activamente presente en los corazones de todos los discípulos, es lo único que puede salvar al género humano, permitir a la humanidad avanzar en el sendero del discipulado y evocar así ese nuevo espíritu que puede construir, y construirá, el nuevo mundo.» (El Discipulado en la Nueva Era, Tomo II, A. A. Bailey, p. 218, Ed. Sirio; vers. ingl., p. 244)

Para hacer planes y construir el nuevo mundo, los nuevos grupos deben aprender los fundamentos del trabajo creador y colaborar con la Jerarquía. La Jerarquía puede ser definida como «la cualidad intrínseca del Espacio psíquico por cuyo medio cada elemento se ordena según el valor de su función y colabora en la vida del conjunto, sin reservas, prohibiciones ni imposiciones. (Le Mete Lontane, Meta 2.7, Enzio Savoini, Semi di Nuova Cultura, ed. Nuova Era; escrito inédito, no traducido al castellano)

Cada paso dado en colaboración coordinada con los Guías del avance evolutivo nos aproxima a la esencia de la Voluntad divina. La Verdad puede definirse como «el diamante cuyas infinitas facetas se van captando por etapas, a medida que desarrollamos la comprensión de las correlaciones esenciales del cosmos, mediante la puesta en común del trabajo creador y de proyecto, realizado como un grupo ordenado, inspirado por el Modelo luminoso de los mundos superiores.»

«Actualmente, lo que los hombres llaman trabajo creativo es en realidad una expresión de sí mismos y de su apreciación de la belleza tal como la ven, de la verdad tal como la entienden, de la psicología tal como la interpretan, de la naturaleza tal como la interpretan científicamente. Según su desarrollo espiritual y su percepción inteligente, así será la cualidad y la naturaleza de su expresión —pero será la suya.

Sin embargo, en el caso de los trabajadores jerárquicos la situación es diferente. A través de su grupo de trabajadores, trabajan para manifestar lo que el Ashrama pretende expresar; intentan expresar el Plan o todo lo que pueden captar de él; se ocupan de la expresión del alma tal como debe conocerse en la cultura y la civilización que están a punto de surgir. (…) No se ocupan de la forma, sino de la vida; se ocupan del organismo más que de la organización, de las ideas más que de los ideales, de la verdad esencial en lugar de las teologías cuidadosamente formuladas.

Cristo lo expresó en sí mismo [Yo soy el Camino], y se abstuvo de darle forma. Él mismo era la Verdad, aunque inevitablemente (debido a su vida inherente) lo que expresó tomó forma, y matizó y modificó en gran medida el pensamiento y los planes humanos, y seguirá haciéndolo. (Los Rayos y las Iniciaciones, A. A. Bailey, pp. 245-6, Ed. Sirio; vers. ingl. 295-6)

«Es la vida de Cristo en cada uno de nosotros, y no su muerte, lo que nos convierte en hijos del Padre. (…) Es la vida de Cristo en todas sus formas lo que constituye el impulso evolutivo. Es la vida de Cristo la que (…) lleva finalmente al hombre al punto en que pasa del reino humano (cuando se haya agotado la tarea de la evolución normal) al reino del espíritu.» (De Belén al Calvario, A. A. Bailey; vers. ingl., p. 162)

El empuje evolutivo actúa cuando como grupo se da vida al “Camino del Cristo”, la fuente de la “Vida más abundante” prevista para la próxima Era de Acuario, cuando se opere desde el punto de tensión de la Voluntad de Ser al servicio de la Unidad esencial que subyace a toda la creación.

El Cristo «ancló en la Tierra “la Voluntad de Dios en la matriz del Amor” (…) y señaló el camino (…) a través de la Pirámide (en este caso un símbolo de la Tríada Espiritual) que conduce al Camino que termina en Shamballa [el Gobierno solar de la Tierra] (…). Otorgó el “primer hilo de sustancia viva, irradiado por el amor, tejido por la inteligencia y energizado por la voluntad”, que ningún miembro de nuestra humanidad terrestre había tejido aún con el Antakarana planetario.» (Los Rayos y las Iniciaciones, A. A. Bailey, pp.  434-5; vers. ingl. 527-8)

El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, cuyo propósito es ser un centro de luz en el mundo de la humanidad, está aprendiendo a utilizar la Voluntad, la energía que conduce a la iniciación, para construir ese arco del puente Antakarana que conecta a la Humanidad con Shamballa y para ayudar a construir, conscientemente y con respiro y ritmo unificados, con las partituras solares, unas nuevas Cultura y Civilización, para que el Plan de Amor y Luz pueda ser reestablecido en la Tierra.

«El Amor rige el Camino que conduce a la Jerarquía [el centro del corazón del Logos Planetario], y es la base de todo acercamiento, apreciación y aceptación de la Verdad. La Voluntad rige el Camino que conduce a Shamballa, y es la base de todo acercamiento, apreciación e identificación con el Ser [la Vida].» (Los Rayos y las Iniciaciones, A. A. Bailey, p.  49, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 46)

Quienes respondan a la Llamamiento y deseen asumir un papel de mayor responsabilidad planetaria y ofrecerse como distribuidores de Vida para labrar el Camino del Futuro y sentar las bases de unas nuevas Cultura y Civilización, podrán unirse a la acción conjunta del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, en cooperación amorosa y “en Espíritu de Unidad” colaborando con el Orden de los Creadores divinos, que siempre y por siempre han estado a nuestro lado para desvelar las infinitas facetas de la única Verdad. « ¿Quién puede predecir cuál será la nueva formulación de la Verdad? (…) la luz se está derramando lentamente en el corazón y en la mente de los hombres, y en este resplandor luminoso tendrán la visión de la nueva verdad y llegarán a traducir la antigua sabiduría en fórmulas nuevas.» (De Belén al Calvario, A. A. Bailey; vers. ingl., p. 20)

«Las últimas palabras de Cristo a sus apóstoles reunidos en la cámara alta (simbólicamente en la Jerarquía) fueron: “He aquí que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin de la edad”, o del ciclo. Aquí habló como la cabeza de la Jerarquía que constituye Su Ashrama, y también habló como la Mónada [el Padre en el cielo] expresando Su divina voluntad de impregnar o animar el mundo continua y eternamente con Su conciencia velada. Expresaba la universalidad y la continuidad incesante del contacto, que es la característica de la vida monádica —de la Vida misma—. También fue una extraordinaria declaración emitida sobre la energía de la Voluntad, que hizo todas las cosas nuevas y posibles.» (Los Rayos y las Iniciaciones, A. A. Bailey, p.  262, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 315)

En los antiguos textos sapienciales está escrito que todo ser humano, encarnado o no, es un fragmento de la Mente Universal o alma del mundo, un puesto avanzado de la Conciencia divina. Somos chispas del único Fuego, somos el Camino, la Verdad y la Vida. Somos el Cristo en nosotros certeza de Gloria.

«- ¿Cómo desempeñarás esta tarea, la más ardua de todas, oh triunfante discípulo?

– Dejando ver que yo mismo soy la verdad;

– viviendo como un fragmento de esta Presencia y viendo a todos como partes de ella.» [4]

Yo soy tú y tú eres yo; somos partes del Ser Divino.

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[1] El Evangelio de San Juan, 1:14.

[2] «El Instructor del Mundo asume el cargo cíclicamente. El Instructor del Mundo emite las notas clave de las diversas religiones y es la fuente de la que emanan los impulsos religiosos periódicos. No se ha revelado la duración de sus ciclos. El Buddha ocupó el puesto antes que el actual Instructor del Mundo; y tras su iluminación, su lugar fue ocupado por el Señor Maitreya, a quien los occidentales llaman el Cristo.» (Tratado sobre el Fuego Cósmico, A. A. Bailey, vers. ingl., Nota: 90, p. 210)

[3] El Evangelio de San Juan, 14:6.

[4] Los Rayos y las Iniciaciones, A. A. Bailey, p.  253, Ed. Sirio; vers. ingl. p. 303.


 

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