La Custodia de lo Sagrado

En esta reflexión de carácter etimosófico tomaremos como referencia una nota, un particular matiz del año que estamos viviendo, que merece ser guardado en el corazón: la “tarea” ligada al Año 6.2 de la Tabla del Plan que es “el Guardián de lo Sagrado”.

De hecho, en “Afirmar el Plan Planetario” se explica que la Meta 6.2 «Espacio-Infinito, las Bases de la Nueva Religión» está relacionada con el papel del Oficial que tiene esta tarea; a él, “el Custodio de lo Sagrado”, le corresponde el magisterio de personificar una llama que en este ciclo anual reverbera sobre todos los que siguen los pasos de la Tabla del Plan. [1]

Con respecto a la diagonal de la Tabla del Plan, la Meta de hoy, 6.2, es simétrica a la Meta 2.6,  la “Ciencia de las correlaciones espaciales, Astrología”, cuya profesión es ser “el Navegante”, que “debe encontrar el rumbo entre las luces celestes” [2]; la sacralidad de los caminos infinitos del Cielo, reconocida por todos los pueblos, se refleja en la sacralidad de los caminos terrestres, custodiados por hombres que suelen saber contener en sus corazones el espacio infinito. La línea de fuerza que vibra entre estas dos Metas es la aguja de una brújula que apunta o bien al Cielo, o bien a la Tierra, según el punto de vista, pero que en cada caso nos ayuda a orientarnos en la aparente multiplicidad de caminos para reconocer en el Espacio y en el Infinito el camino real que vive de la Unidad del Todo.

En Infinito I, nos sugieren: [3]

«“Sagrado” ya es una palabra obsoleta. Lo sacrílego ha sustituido a lo sagrado. Hay muchas aplicaciones posibles de lo “sagrado” en la tierra, pero los seres humanos han expulsado a las más bellas. A medida que el pensamiento comenzó a alejarse de la meta sagrada del Ser, el verdadero significado del Ser se vino abajo. La suprema concordancia es un sacramento del espíritu. La unión sagrada es el fundamento del Ser. (…)»

El cargo de “Custodio de lo Sagrado” evoca inmediatamente la idea de la responsabilidad de la tarea; recordemos que esta última palabra irradia desde su núcleo un poderoso impulso que originalmente se desarrolló a partir de la intención del diálogo ritual entre la Tierra y el Cielo, ya que el verbo latino del que deriva, ‘respondere’, se compone de la partícula re-, que indica una acción de aplazar, y spondere, “prometer solemnemente ante la divinidad”, de la raíz indoeuropea *SPEND-, que expresa el concepto de libación en honor de los dioses —verter un líquido, vino o miel o leche, etc. sobre el fuego del altar—, junto con la entonación de un canto ritual y la afirmación de un voto irrevocable.

Nótese la idea de “libación”, que en la Antigüedad indicaba la ofrenda sacrificial de elementos líquidos que, al verterse sobre el fuego junto al altar, se evaporaban, simbolizando la transmutación de la materia más densa en una sustancia volátil, en consonancia con los niveles superiores de la creación.

El término deriva del latín libatio, de la raíz indoeuropea *LĪ -, que se compone de los siguientes elementos sonoros: ‘movimiento que disuelve y libera [l] continuamente [ī]’, ‘licuar’, ‘disolver’, ‘liberar’.

Véase el sánscrito lī, licuar, fundir; laya, disolución, absorción cósmica; griego leibo, verter gota a gota; loibé, libación; eleutheróô (donde la e inicial es proteica), liberar. [4]

Es interesante notar cómo se entrelazan en esta palabra las ideas de ofrenda, liberación de la esencia espiritual y de transmutación; para esta asonancia el término sánscrito Laya también indica un tipo particular de Yoga. [5]

Junto con el valor simbólico de los rituales antiguos, es bueno recordar que [6]:

«Una gran confusión reina en torno al concepto de las ofrendas de sacrificio. (…)¿Cuál es la ofrenda digna del Espíritu Supremo? Solo una, en verdad: el más puro fervor espiritual. Esta es la conexión básica que mejor garantiza un respeto sincero. Este sacrificio es de vital necesidad si se quiere depositar la flor más bella del corazón en el Altar del Altísimo. (…)»

Junto con el valor, la matriz indoeuropea del término latino sacer, sagrado, aún no se ha identificado con certeza, aunque se ha averiguado el concepto de relación con el Cielo: simbólico de antiguos rituales, cabe recordar que la raíz podría ser *SAC-/*SAG-, que expresa la idea de “adherirse a lo divino”; o *SAC-, que significa “seguir a la deidad”; o *YAJ-, sugiriendo el concepto de “avanzar [Y] recto [AJ] como ofrenda”, “ir hacia el cielo”, “ofrecer un sacrificio”. Esta última propuesta es del lingüista Rendich y se deriva de una comparación de lenguas antiguas: el sánscrito yaj, “ofrecer en sacrificio”, “honrar con oraciones y oblaciones”; el griego agizo, “consagrar”; el latín sacro, “ofrecer a los dioses”. [7]

El Agni Yoga nos da innumerables exhortaciones a “ofrecer”:

«En esencia, el corazón es un órgano de acción y ofrenda superior; por lo tanto, todo acto de ofrenda tiene la naturaleza del corazón. Toda Enseñanza positiva prescribe dar, y es un precepto muy práctico, porque de lo contrario el corazón no puede resistirse. Por supuesto, dar debe entenderse en toda su verdad: (…). El verdadero dar es espiritual. Que de cada corazón fluyan torrentes de dones. No sin razón se ha dicho que cada latido es una sonrisa, una lágrima y un grano de oro. (…)» [8]

Para resumir, informamos aquí de un concepto desarrollado en otras páginas de este blog, donde elaborando sobre las ideas del Lambdoma Espacio, definimos el Sacrificio (Vórtice 1.7) como el “Poder del Amor”, que desbloquea el Misterio (7/1), la “puerta sagrada del Infinito”: transmuta todo lo que existe liberando su potencial divino.

Otro pasaje del Agni Yoga equipara el concepto de sacrificio con la idea de servicio:

«La ley del sacrificio exige del hombre la ofrenda de sus mejores elementos. Cuando el espíritu humano comprenda el hecho de que la acción más importante es la lucha denodada por las adquisiciones superiores, se ajustará estrictamente al Imán; y comprender la idea del sacrificio como Servicio a la Razón Superior. (…) Cuando la conciencia vital vuelve a despertar las facultades sutiles, la ley del sacrificio se entiende como el último logro.» [9]

«(…) ¿Por qué se llama grande al Servicio? Porque se asoma al Infinito (…) [10]

Por último, examinemos la palabra “guardián”, que expresa en su núcleo la idea de “defensa envolvente”, ya que deriva de la raíz indoeuropea *(S)KEU-, que significa defender, cubrir con fuerza. Cabe señalar que en este etimónimo la consonante inicial K (…) era el símbolo del movimiento curvilíneo de los cuerpos celestes en el espacio y representaba la energía creadora del universo (…) y que la propia palabra “cielo”, en latín antiguo kaelum, significaba “viene con movimiento curvilíneo” [11]. El sonido u, ampliado en eu, expresa a su vez la idea de fuerza: las lenguas antiguas, por ejemplo el sánscrito gudhami, han conservado el concepto de “ponerse en guardia con energía”, mientras que las modernas, por ejemplo el inglés hide, han desarrollado el de ocultar para proteger. Al fin y al cabo, la esencia espiritual “está oculta” en el corazón de cada átomo.

Sobre la necesidad y la energía de la “defensa”, un pasaje del Agni Yoga explica que: [12]

«La espada flamígera es el rayo de la armadura espiritual. (…) En los símbolos de la paz también aparece la espada. Pero no se trata de imponerse por la fuerza, sino de defender lo más sagrado. (…)»

Recordemos que la primera exhortación de toda la Enseñanza del Agni Yoga se expresa con la palabra “custodia”, asociada a la idea de santidad que, en extrema síntesis, podemos definir como “el testimonio de lo sagrado”: [13]

Por la santidad de la vida, guarda la preciosa

Gema de gemas.

¡Aum Tat Sat Aum!

Yo soy tú —tú eres Yo—; somos partes del Ser divino. (…)

Concluyamos con una nota que es un deseo: el compromiso decidido de responder a la sacralidad del Cielo, hacia el que siempre se ha vuelto la mirada de todos los pueblos, consagrándonos al servicio gozoso de participar en el progreso de la Humanidad Una, capaz de custodiar la esencia espiritual que es factor unificador de la Creación y de adherirse con íntima y sonriente solemnidad a la danza rítmica de la Comunidad celeste de la que la Tierra forma parte.

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[*] Hoy, como ocurre cada tres meses, se produce la conjunción heliocéntrica entre Mercurio y Neptuno, asociada a la armonía del lenguaje.

[1] En “Afirmar el Plan Planetario”, pág. 33 muestra el Lambdoma en el que se identifican las tareas relacionadas con las Metas.

[2] Cita del Primo VerticeLe Mete Lontane, Ed. Nuova Era, 2016, p. 63.

[3] Infinito I, § 95, Agni Yoga.

[4] Franco Rendich, Dizionario etimologico comparato delle lingue classiche indoeuropee, Roma 2010, Palombi Editore, p. 377.

[5] «(…) También podría decirse que la iniciación es un método mediante el cual se promueve la circulación de energías abriendo o despertando ciertos centros planetarios y humanos a la influencia de sus cualidades, potencia e intención de rayos divinos. Es esta afirmación la que está en el corazón de la enseñanza de Laya Yoga o la Ciencia de los Centros”. Citas de da A. A, Bailey, los Rayos y las Iniciaciones. Vol. V, p. ingl. 557.

[6] El Mundo del Fuego II, § 366, Agni Yoga.

[7] Franco Rendich, Op. cit., pp. 322-3.

[8] Corazón, § 386, Agni Yoga.

[9] Infinito II, § 501, Agni Yoga.

[10] Jerarquía, § 442, Agni Yoga.

[11] Franco Rendich, Op. cit., p. 13.

[12] Corazón, § 157, Agni Yoga.

[13] Hojas del Jardín de Morya, “Llamamiento”, §1, Agni Yoga.


 

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