No hay Amor sin Armonía, ni Armonía sin Amor.

El alfabeto del corazón comienza con las dos antorchas que mantienen encendida la certeza del avance hacia el Uno.
«Estos son los dos fundamentos de Nuestra Vida. Vivimos en armonía por amor de la evolución.» (1)

A través del Fuego del Amor —el Motivo universal—, las almas se expanden para contener tanto Espacio como sea posible, y en este movimiento expansivo conquistar las profundidades magnéticas del Centro.
«El Amor puede crear universos. El Amor y la Sabiduría son uno.» (2)

«Volvamos al concepto de amor. En todos los libros debe dedicarse un espacio considerable a este principio fundamental, porque bajo esa bandera se presentan muchas cosas que son todo lo contrario a él. Y con razón se ha dicho que el amor es un principio director y creador. Esto significa que debe ser consciente, ferviente y no centrado en sí mismo; para ser creativo, debe cumplir estas condiciones. Por el contrario, si es autodestructivo, si tiene los signos de la desintegración y está al servicio del yo, no es ciertamente el supremo entre los conceptos humanos, el que exalta la idea de logro. El corazón lleno de amor es activo, valiente, capaz de expandirse. Un corazón así sabe orar sin palabras y sumergirse en la bienaventuranza. ¡Cuán necesario es para el hombre comprender este Fuego!» (3)

Mediante el toque de la Armonía, la Concordancia perfecta, las almas vibran al son de la Palabra creadora y se convierten a su vez en instrumentos de la creación de Belleza, esforzándose, elevándose y trabajando con cohesión por el Bien Común.

«Los hombres han distorsionado el significado de la palabra ‘armonía’. En este concepto han introducido algo clerical, los pliegues de la túnica, las flores para un amor inexistente, e incluso los calcetines de punto. Sería mejor sustituir esta idea —ahora totalmente marchita y pomposa— por otra que sea más rica en energía; diríamos «sensibilidad a la cooperación». Sin ella, la Comunidad no puede existir. Violarla provoca resentimiento, y esto engendra embotamiento, vuelve a uno obtuso. El hombre deprimido por el resentimiento solo se siente atraído por un punto. Se vuelve inmóvil y, debido a las fuerzas de las circunstancias, imbécil. Lo obtuso, así como el óxido, corroe una parte de la sustancia fundamental. Todo vibra, ondea y respira entre las luces de los relámpagos. En los días de la gran construcción, no confíes en un ancla oxidada: ¡no resistiría el huracán!» (4)

«Es verdaderamente imposible vivir sin un corazón. En ese caso, no se puede hablar de armonía. Quien siembra la discordia no solo se perjudica a sí mismo, sino que infecta el espacio; ¿y quién puede decir hasta dónde llegarán sus venenos? Nunca se podrá decir lo suficiente sobre estas cosas: unidad y armonía creadoras.» (5)

En esta danza en espiral hacia el Absoluto, el tejido del Manto de la Madre del Mundo está bordado con los pasos cotidianos de los hombres que recorren el camino de la Vida; algunos inseguros, otros desconcertados, otros ya vislumbrando su primera meta.
Sin embargo, todos ellos con el recuerdo del ardiente Mundo del Fuego grabado en sus corazones, que lanza su llamamiento incesante.
«Reconoce el llamamiento incluso en la caída de un pétalo de rosa. La vida está llena de llamamientos; el fuego te lleva a la cima de los Misterios.» (6)
«No tengan miedo cuando se acerquen al Fuego. ¡Y líbrense del odio, pues el Fuego es amor!» (7)

Y cómo no recordar las palabras áureas de Platón que nos señalan el poder de la Armonía capaz de conectar las órbitas humanas con las celestes y hacernos ver y oír la poderosa sinfonía del Espacio: «(…) los dioses pensaron en darnos la vista para que, al observar las órbitas celestes de la inteligencia, pudiéramos utilizarlas para las de nuestra mente, que están relacionadas entre sí. (…) Lo mismo ocurre con la voz y el oído, que los dioses nos han dado para los mismos fines. (…) Y la armonía, que tiene movimientos afines a las órbitas de nuestra alma, al menos para aquellos que cultivan las Musas inteligentemente, (…) nos ha sido dada por las Musas como nuestra aliada para que las órbitas de nuestra alma, que se han desarmonizado, vuelvan al orden y a la sincronía consigo mismas. (…)» (8)

Conocer y amar el Espacio, «que es el Amor supremo y desinteresado, la hospitalidad perfecta, el origen femenino de todas las criaturas a las que, a través de la forma, transmite la vida» (9), también permite poner los cimientos del templo de la Nueva Religión Mundial, un templo que hace eco con la mirada concordante de lo que une y hermana y expresa el supremo Arte de Vivir.
El Maestro del Amor y de la Armonía, el Cristo, se prepara para volver a construir «su Comunidad, es decir, el conjunto de ciclos que pertenecen a Su ciclo. Se puede llamarlo religión, o estructura ideal, o sociedad espiritual, pero en verdad es lo que une y agrupa, reúne y unifica.» (10)

Así que preparémonos también nosotros para tensar nuestro arco interior y con ojo firme y corazón resuelto mirar al Cielo, la fuente de todo Amor y la fuente de toda Armonía, dispuestos a lanzar la flecha que unirá para siempre a cada hombre con la Humanidad, a esta con la Jerarquía y y a la Tierra con los Mundos lejanos.
«Hay que intentar unir los corazones en una ronda de armonía; entonces hasta el menos experimentado de ellos verterá en el cáliz común una contribución de su preciosa energía.» (11)

«El corazón no es una abstracción, sino un puente hacia los Mundos supremos.» (12)

Mientras que en el plano de la Eclíptica de Comunión, Mercurio (el Señor de la Armonía) y la Tierra (el Campo y la Madre de la experiencia) se unen en Escorpio en un abrazo de luz; en esta misma luz, el Amor y la Armonía (la lanza y el escudo de todo lo que opera) se despliegan en alegres simetrías, en correlaciones polares rigurosas y colaboradoras, en caminos equilibrados pero dinámicos de energías vivas.
«Ilimitado es el mundo, incontables los colores de la Luz. Inmerso en Su armonía, el espíritu canta la canción de todos los corazones. Entonces, alégrense si la oyes. De nada sirve el espíritu que duerme.» (13)

El camino entre el Cielo y la Tierra está abierto, para que lo recorramos.

No hay Amor sin Armonía, ni Armonía sin Amor.


Notas:

El artículo celebra la conjunción heliocéntrica en el 3.er sector de Escorpio entre Mercurio (el dios alado dispensador de la Belleza luminosa) y la Tierra, la «esfera de la experiencia» que forja sin descanso el peregrinaje humano. 

1. Supramundo I, § 97, Agni Yoga.
2. Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 28, Agni Yoga.
3. Jerarquía, § 280, Agni Yoga.
4. Hojas del Jardín de Morya II, “Iluminación”, § 342, Agni Yoga.
5. Hermandad, § 193, Agni Yoga.
6. Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 134, Agni Yoga.
7. Mundo del Fuego I, § 49. Agni Yoga.
8. Timeo, Platón.
9.  Il quinquennio, E. Savoini, 1988 (no traducido al castellano).
10. Tenere la mente nella luce, E. Savoini, 2003 (no traducido al castellano).
11. Corazón, § 19, Agni Yoga.
12. Ídem, § 398.
13. Hojas del Jardín de Morya I, “Llamamiento”, § 394, Agni Yoga.


 

Etiquetado , .Enlace para bookmark : Enlace permanente.

Deja un comentario