Hoy, 14 de junio, celebramos la sexta de las 12 Festividades de la nueva Religión Mundial, el Plenilunio de Géminis. Es la festividad orientada a afirmar la Voluntad de unificarse con el Intelecto de Amor y fijar, a través de la conciencia del Discípulo-Humanidad, el Misterio de la Polaridad.
Según el Maestro Tibetano (*) «Las doce ceremonias anuales constituirán, por lo tanto, una revelación de la divinidad. Serán un medio para establecer una correlación, principalmente durante los tres meses mencionados [de Aries, Tauro y Géminis] con los tres grandes Centros espirituales, las tres expresiones de la Trinidad divina (Shamballa, Jerarquía, Humanidad). Las festividades menores acentuarán la interrelación de las partes en el Todo, elevando así la presentación de la divinidad del ámbito individual y personal al Propósito universal; la correlación del Todo con la parte y de la parte con el Todo tendrá así plena expresión (…).
Habrá tres festividades principales cada año, concentradas en tres meses consecutivos, cuyo prolongado impulso espiritual influirá en el resto del año.»:
La Festividad de la Pascua, del Cristo resucitado y vivo (el plenilunio del 16 de abril, en Aries), el de Wesak, la Festividad del Buddha, el intermediario espiritual entre Shamballa y la Jerarquía (el plenilunio del 16 de mayo), y la Festividad de la Buena Voluntad, la que celebramos hoy.
«La Festividad de la Buena Voluntad. Será la festividad del espíritu de la humanidad que aspira a Dios y se esfuerza por ajustarse a Su voluntad, y estará consagrada a las justas correlaciones humanas. Se fijará anualmente con referencia al Plenilunio de Junio. Será el día en que se reconozca la naturaleza espiritual y divina de la humanidad. Durante dos mil años, en esta ceremonia el Cristo ha representado a la humanidad ante la Jerarquía y Shamballa como Dios-Hombre, el Jefe de Su Pueblo, “el mayor de una gran familia de hermanos”, (Romanos, VIII, 29). Cada año, en esa ocasión, pronuncia el último sermón del Buddha ante toda la Jerarquía. Por eso, será una festividad de profunda invocación, de aspiración a la hermandad, de unidad espiritual humana, y representará el efecto en la conciencia humana de la obra del Buddha y del Cristo.»
«Estas tres ceremonias ya se celebran en todo el mundo, pero aún no están relacionadas, y forman parte del enfoque espiritual unificado de la humanidad. Se aproxima el tiempo en el que se celebrarán simultáneamente en todo el mundo. A través de ellos se producirá una gran unidad espiritual, y los efectos del gran acercamiento venidero se consolidarán en virtud de la invocación concorde de toda la humanidad.»
Se aproxima el tiempo en el que se implementará esta última declaración: la Pascua ya se reconoce y se celebra en todo el mundo, aunque de forma profana por parte de quienes siguen otras religiones distintas del cristianismo. Del mismo modo, la festividad de Wesak, que siempre se ha celebrado en la religión budista, está hoy muy extendida en todos los movimientos espirituales.
Hoy vivimos en una época en la que las fuerzas de la división, del conflicto y de la separación parecen prevalecer; consecuentemente, esto da la impresión de que la posibilidad de que la humanidad reconozca la Festividad de la Buena Voluntad se perciba como si fuera aún muy lejana. Y sin embargo, precisamente por la Ley de la Acción y Reacción, mientras se desencadenan fuerzas adversas y opuestas, millones de personas se reúnen para llamar a la unidad y a la paz, y para trabajar —cada uno en su ámbito— por las intenciones y las acciones de hermandad y amor. Por lo tanto, la obra de Buena Voluntad Mundial se está consolidando en este momento.
En el signo de Géminis, que transmite el Segundo Rayo puro, los hombres cuya conciencia está en consonancia con las correctas relaciones humanas, invocan conscientemente las energías de unión, de superación de todos los conflictos. No es una festividad reconocida en todo el mundo; pero se puede ver que el impulso de «unirse para pensar un solo pensamiento» a través de las numerosas iniciativas de meditaciones en conjunto por la Luz y la Paz, y de las muchas obras que se conectan en redes de relaciones cada vez más amplias, crean realmente una estructura generalizada, como es típico de cualquier festividad que celebra impulsos y verdades profundas y, en consecuencia, invoca las energías más apropiadas.
Unificar es la palabra clave de este momento energético, que se implementa a través de la interacción y, en fin, la síntesis de los opuestos, transformándolos en polaridades a través del magnetismo del Amor, la Ley principal de nuestro Sistema Solar: la Ley de Atracción.
El «Misterio de la Polaridad» (el segundo de los tres Misterios de nuestro segundo sistema solar) significa reconocer que la Vida se expresa así:
La Polaridad es la Díada primigenia.
Y como en toda gran Verdad, lo que aparentemente es irreconciliable (siempre un juego de opuestos) se reconcilia en el fruto que produce (la unión de las polaridades). Esta es una Ley que se aplica a todos los niveles de la Vida.
Así, desde el punto de vista de la Tierra, al estar en plenilunio, vemos el Sol, «el Padre y el origen de la Vida en la Tierra», en Géminis (de ahí se dice que «estamos bajo el signo de Géminis») y a Luna —la Madre de las Formas, totalmente iluminada hoy por el Padre— en el signo opuesto, Sagitario, que «unifica la flecha y el blanco» y «conduce a toda meta, de meta en meta», que es la imagen del desarrollo de la conciencia. Sagitario es también el signo en el que se encuentra el Centro de nuestra Galaxia (en esta época), es decir, el origen de esa gran Vida de la que es hijo el Sistema Solar.
Por eso, el eje Géminis (2.o Rayo)—Sagitario (Rayos 4.o, 5.o, 6.o) nos habla como nunca de los Orígenes que se manifiestan a través de la Polaridad (2); y que al atraerse en un proceso de armonización (4), se unifican (6) y generan las innumerables formas (5).
Por lo tanto, Géminis expresa, por excelencia, la polaridad (2.o Rayo), como también lo indica el mito de los gemelos Cástor y Pólux. Su otro polo, Sagitario, invita a la reunificación de las intenciones y las obras (Rayos 4.o, 5.o, 6.o) y a la armonía de las instancias humanas (representadas por el Centauro, hombre-caballo), a través del poder de la curación (Quirón, también Centauro) de los males más radicales: la separación que divide ilusoriamente lo que, en esencia, es unitario.
Una mirada a las posiciones heliocéntricas de hoy agrega un dato alentador al proceso de afirmación de esta tan deseada Festividad de la Hermandad, a saber: la conjunción de Júpiter y Neptuno en Piscis actúa como un equilibrio armonizador entre Plutón en Capricornio y Urano en Tauro. Mientras dejamos el significado de esta configuración para otros artículos, contemplamos la gran Belleza y el Amor infinito de nuestros Hermanos Mayores, que envían a la Tierra el impulso para construir una Nueva Civilización, recurriendo a las energías de la Iniciación, la Salvación y la Luz.
Que la Humanidad sea un Imán de Amor solar.
(*) Este año 6.1, el primero de un período de siete años consagrado a la Idea de una Nueva Religión Mundial, pretendemos celebrar las fechas de los Plenilunios, las “puertas” sagradas de alineación y sincronización entre los tres símbolos celestes de la manifestación humana (Sol/Alma, Tierra/Personalidad, Luna/Cuerpos) y la manifestación planetaria (Jerarquía planetaria, Humanidad, Reinos inferiores), asociándolos con 12 Misterios e Ideas/Formas, correspondientes a las energías causales de cada Signo del Zodíaco, en virtud de que, para la perspectiva esotérica, el Corazón del Cielo es el Gran Maestro de Maestros.
«La sucesión de los Misterios encarnados en cada signo del Zodíaco será esclarecida por el Cristo, porque la conciencia de la humanidad actual exige algo más exacto y más real espiritualmente que la astrología moderna, o el pseudoocultismo tan difundido hoy.» (La Reaparición del Cristo, A. A. Bailey, p. 111, Ed. Sirio; vers. ingl., 127).
(**) La Exteriorización de la Jerarquía, A. Bailey, p. 363, Ed. Sirio; vers. ingl., p. 421.